Ícono del sitio Once Noticias

El refugio guatemalteco dejó lecciones migratorias en México

Entre mayo y septiembre de 1980, se registró en la frontera sur de México, un éxodo que no se había sido visto antes de personas provenientes de Guatemala, que huían del conflicto armado en su país. Su arribo fue constante y no se detuvo hasta 1984, aunque fue hasta 1999 que las personas comenzaron a retornar a su país.

Esta situación dejó para México lecciones relevantes en materia de refugio.

Algunas lecciones

El desplazamiento de personas desde Guatemala es uno de los que más historia tiene en México, dada su vecindad. Sin embargo, el desplazamiento masivo causado por coyunturas históricas de relevancia, se da en el siglo pasado.

A principios de los ochenta, se registraron 46 mil personas campesinas guatemaltecas, que se asentaron en diversos campamentos en Chiapas (en los municipios de Las Margaritas, La Independencia, La Trinitaria y Frontera Comalapa).

Las razones que hicieron salir de forma masiva a esta población –que fue documentada por fotoperiodistas como José Ángel Rodríguez y Antonio Turok, en Chiapas–, fue el conflicto armado interno que duró 36 años y dejó más de 200 mil muertos, 45 mil personas desaparecidas y cerca de 100 mil personas desplazadas en Guatemala.

El conflicto abarcó un período de inestabilidad social, política y económica, entre 1960 y 1996. Ese período se caracterizó por dictaduras militares, golpes de Estado y por una política intervencionista estadounidense –enmarcada en la Guerra Fría, por lo que los intereses políticos de EUA jugaron un papel importante en Centroamérica–.

En este período se generó descontento social y se organizaron amplias luchas populares que fueron reprimidos por las fuerzas militares. Asimismo, las afectaciones de dichos sucesos tuvieron gran impacto en la población debido a la violencia que tuvo su punto álgido en 1980, cuando el ejército guatemalteco masacró a pueblos mayas.

 Las investigaciones al respecto consideran que la cúspide de la violencia se dio en el período entre 1978 y 1983, durante el gobierno golpista de Efraín Ríos Montt.

Hacia 1984, la población guatemalteca que llegó a México, fueron reubicados en Campeche y Quintana Roo, y se impulsaron diversos programas para asistir a esta población en vivienda, salud, educación y alimentación.

No obstante, no fue la primera vez que nuestro país tuvo esta experiencia.

Al hacer un poco de memoria en El refugio en México. Entre la historia y los desafíos contemporáneos (2011)  –una recopilación que hace Pablo Yankelevich y Katya Somohano– ya habían existido diversas olas de exilios que se suscitaron desde principios del siglo pasado.

Al respecto la investigadora Mónica Toussaint señala algunas:

“a fines de los años veinte, los refugiados provenientes de la naciente URSS. En 1937, los republicanos españoles que huían de la guerra civil y, un poco más adelante, los perseguidos por el franquismo; en 1954, tanto los guatemaltecos que debieron abandonar su país a la caída del gobierno de Jacobo Arbenz, como los estadunidenses que escapaban de la intolerancia desatada por McCarthy; en los años setenta, la llegada a México de argentinos, chilenos, uruguayos, peruanos, colombianos y brasileños; al empezar los años ochenta, los refugiados urbanos procedentes de la guerra civil en El Salvador que se asentaron sobre todo en la ciudad de México, y, finalmente, el refugio masivo de guatemaltecos en Chiapas”.

La marca del éxodo guatemalteco

En lo que respecta a la experiencia de política migratoria, no fue sino hasta la llegada del éxodo guatemalteco, que tomó un rumbo importante.

Y es que fue por dicho éxodo que en nuestro país se reconoció la figura del refugio, porque no existía. Además se crearon instituciones especializadas para atender a esta población, por ejemplo, en 1980, el Gobierno mexicano creó la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar).

Un par de año después, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en colaboración con el gobierno mexicano acordaron establecer una representación de este organismo internacional y fue entonces cuando se reconoció, en 1982, a la población guatemalteca como refugiados.

En ese entonces, en la legislación migratoria mexicana, no existía el término de “refugio”, por lo que se le concedió a esta población la figura de “visitantes fronterizos temporales”.

El investigador Erasmo Sáenz (2013) señala que la experiencia guatemalteca abrió la posibilidad de realizar cambios en la política migratoria para reconocer la figura migratoria de “refugio”:

“la llegada de los refugiados guatemaltecos permitió que México comenzara a plantearse, entre otras cosas, la adhesión a la Convención y Protocolo sobre el Estatuto de Refugiados. Pero tuvo que pasar un largo periodo para que en el año 2000 esto se hiciera realidad”, señala en su investigación.

¿Qué ha cambiado en estos 40 años?

En 1996 cesó el conflicto armado en Guatemala, con la firma de la paz entre la Unidad Nacional Revolucionaria Guatemalteca (URNG) y el Estado, sin embargo, desde 1989, más de 4 mil personas refugiadas comenzaron a regresar a su país. Hasta 1999, se repatriaron de forma voluntaria a 42 mil 737 personas guatemaltecas.

De acuerdo a datos de Comar, entre 1995 y 1999 retornó 53.4% del total de la población, es decir, 22 mil 863 personas que estaban refugiadas en las ciudades del sur.

Pero esta inestabilidad política, social y económica no se terminó con la firma de paz, sino que se arrastró hasta dejar una marca que hasta ahora ha sido difícil borrar. Y es que las migraciones que se detonaron, cuyas causas son múltiples, tienen que ver también con la prevaleciente situación que hay la región.

Algunas cuestiones han cambiado, por ejemplo, el punto de asentamiento ya no es México, sino Estados Unidos, y las rutas migratorias, conforme al aumento de la violencia e inseguridad a lo largo del tiempo, que aqueja a los tránsitos migratorios, ha conllevado a que también cambien.

Así también se ha diversificado la población migrante.

No así el motivo de las personas que van en búsqueda de mejores oportunidades para vivir, dado que los lugares de origen expulsan. En la historia más reciente, a partir de 2016, las personas viajan de forma masiva, en caravana, con el objetivo de transitar de forma segura, por el territorio mexicano.

Actualmente el refugio en nuestro país tiene cifras que han rebasado esas cifras de éxodos del siglo pasado.

El 4 de julio, Comar informó que 58 mil 642 personas solicitaron refugio en México, durante la primera mitad de 2022, lo que significa un aumento de 14.88% con respecto al mismo periodo de 2021.

Las principales nacionalidades son hondureños, cubanos, haitianos, venezolanos, nicaragüenses, salvadoreños, guatemaltecos, brasileños, colombianos y senegaleses.

Además, la oficina de Comar que recibió más solicitudes fue la de Chiapas.

Empero, también las devoluciones de personas desde México han continuado, pese a la pandemia. De acuerdo a la Unidad de Política Migratoria, Registro e Identidad de Personas, de enero a mayo de 2022, México ha devuelto por deportación a 2 mil 053 personas extranjeras y a 40 mil 264 personas por retorno asistido.

América Central lidera el número de eventos por devolución –eso significa que una persona puede ser devuelta una o más veces–. En lo que va del año se han registrado 43 mil 023 eventos de deportación. De esa cifra, 20 mil 180 eventos de deportación son de personas de Guatemala.

Salir de la versión móvil