Reportajes especiales

Extractivismo minero y muro fronterizo, amenazas del desierto sonorense

El desierto sonorense atraviesa cuatro estados, entre ellos Sonora, y en él habita el berrendo, una especie en peligro de extinción

La Reserva de la Biósfera El Pinacate y Gran Desierto de Altar está ubicada entre los municipios sonorenses: Puerto Peñasco, Plutarco Elías Calles y San Luis Río Colorado. Esta región está inmersa dentro del Desierto Sonorense, un lugar con gran biodiversidad.

De los cuatro desiertos que hay en Norteamérica, el sonorense –un espacio binacional que ocupa zonas desde Arizona, California (Alta y Baja) y Sonora– es el de mayor extensión territorial, con aproximadamente 311 mil km2.

Las imágenes postales que se obtienen de este desierto son únicas y sublimes: las dunas y los cráteres gigantes de los escudos volcánicos son de una inexplicable belleza, irrepetibles en el mundo.

Sin embargo, no se ve ajena al asedio del extractivismo de empresas mineras y de un muro que ha impactado no sólo en la experiencia visual y en la división jurídica administrativa de México y Estados Unidos, sino en también impactar a las especies que habitan en este lugar que ahora se ven limitadas en su hábitat por una barrera física.

La conservación de este espacio implica no sólo una tarea institucional sino vislumbrar un panorama, que, según especialistas, responde a leyes laxas, por lo que el caso de Ejido El Bajío resulta emblemática para abonar con la conservación.

Algunos antecedentes y nombramientos

El 10 de junio de 1993 El Pinacate y Gran Desierto de Altar se decretó Reserva de la Biosfera con una superficie de 714 mil 556 hectáreas, debido a la riqueza biológica, paisajística, geológica, y por su gran valor histórico y cultural.

Este espacio fue ocupado hace más de 20 mil años; es centro sagrado, según la cosmogonía del pueblo indígena Tohono O’odham; zona de patrones frágiles en términos arqueológicos, tal como describe Semarnat.

En este lugar hay más de 540 especies de plantas vasculares, 40 especies de mamíferos, 200 especies de aves, 40 de reptiles, además de anfibios y peces de agua dulce. Existen especies endémicas, amenazadas y en peligro de extinción como el Berrendo sonorense (Antilocapra americana sonorensis), una sub-especie de hábitat restringido, el Borrego cimarrón (Ovis canadensis mexicana) sujeto a protección especial, y los murciélagos magueyero (Leptonycteris curasoae yerbabuenae) y pescador (Myotis vivesi), ambos endémicos.

Los nombramientos que ha recibido esta Reserva como parte de los programas para protegerla son varios y ha sido una estrategia de gran importancia en su conservación, por ejemplo, El Pinacate forma parte de la red de Reservas del Programa El Hombre y la Biósfera (MaB) de Unesco, desde 1995. Los humedales de agua dulce fueron nombrados sitio Ramsar, en 2007. También forma parte de la red de Reservas Hermanas del Desierto Sonorense en la franja fronteriza entre Arizona (Estados Unidos) y Sonora (México), según detalla Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp).

Sin embargo, la actividad humana es una amenaza en la zona porque, como detalla Federico Godinez, exdirector de la Reserva de la Biósfera del Pinacate y el Gran Desierto, la expansión minera asola a esta reserva única en el mundo.

Minería y muro, amenazas

El ingeniero mencionó que las amenazas a estos ecosistemas por parte de la expansión minera creció de manera acelerada a partir de los dos mil y hasta la fecha. Compartió que no sólo es Grupo Peñoles o Grupo México, que han asolado a la zona, sino una legislación minera que ha beneficiado la expansión de esta actividad para extraer oro.

Por otro lado, detalló Miguel Fernández de Castro, artista sonorense, en coincidencia con el biólogo y exdirector, también ha tenido un impacto el muro que divide a México de Estados Unidos.

Señaló que el muro fronterizo no sólo es un derroche de recursos sino un ejemplo de la devastación de los cerros para imponer una línea recta sobre el terreno. Así también el impacto de la minería, “todo forma parte de un solo sistema que genera migración, pobreza, impacto ambiental y militarización […] todas las actividades giran en torno a la frontera”, dijo.

Y es que el impacto ha sido también a las especies que se ven imposibilitadas en la libre movilidad de su hábitat, tal es el caso del Berrendo sonorense, indicó Carlos Castillo, biólogo y exdirector de la Reserva de la Biósfera.

Los especialistas resaltaron, en una mesa de discusión sobre la Reserva que se presentó como parte del Encuentro de Movimientos Sociales en Sonora, este fin de semana, la importancia de la voluntad de El Ejido el Bajío, para convertirse en zona de conservación, lo que será fundamental para abonar a la conservación del berrendo sonorense y que tendrá un impacto ecosistémico.

Federico Godínez dijo que la lucha del Ejido el Bajío –ubicado al oeste de la Reserva– es inédita en la cuestión legal. Subrayó que esa zona del ejido no está dentro de El Pinacate, sino al oeste, no obstante, de 2014 a 2016 en su monitoreo detectaron berrendos, pero también un avance de la explotación minera:

“hemos vuelto en 2020 y 2021 y las minas van hacia el sur, han caminado, por lo menos unos 6 km en toda ese hábitat. […] el berrendo es una especie en peligro de extensión, el ejido tiene la mayor población de berrendos en el mundo”, destacó.

El Ejido El Bajío a finales del año pasado decidió convertir por unanimidad en asamblea 18 mil hectáreas en Área Destinada Voluntariamente a la Conservación (ADVC), un instrumento jurídico de gran importancia tanto para la comunidad como para el ecosistema. El proceso aún continúa ante las instancias de Semarnat y Conanp.

La lucha de Ejido El Bajío: por las sentencias y por el ecosistema

Los ejidatarios sostienen, desde hace más de 10 años, una lucha en contra de la minera Penmont, subsidiaria de la empresa Fresnillo PLC propiedad de Alberto Baillères González, quien falleció el pasado 2 de febrero, sin que se hayan ejecutado 67 sentencias que continúan pendientes, para que los ejidatarios obtengan justicia.

Sergio García, abogado del caso, dijo a Once Noticias que esas 67 sentencias son inamovibles, pero que el poder de la minera Penmont ha corrompido todos los niveles de gobierno, por lo que no se han ejecutado.

Dijo que esas sentencias tienen que ver con el resarcimiento del daño ambiental causado por la extracción de oro de una mina a cielo abierto y con la devolución del oro a los ejidatarios, porque Minera Penmont extrajo 236 mil 709 onzas de oro por un valor equivalente a 436 millones de dólares.

También la exigencia de justicia por el asesinato de Raúl Ibarra de la Paz, José de Jesús Robledo Cruz, María de Jesús Gómez Vega y la desaparición de su compañera Noemí Elizabeth López Gutiérrez.

Recordó que realizaron dos manifestaciones en Palacio Nacional y asistieron al Tribunal Superior Agrario, para entregar una acta con el objetivo de exigir justicia, pero hasta ahora no han existido avances. Al respecto, Jesús Javier Thomas, representante de los ejidatarios, denunció al medio que la titular de Atención Ciudadana, Leticia Ramírez, “no hizo absolutamente nada”, y que el caso continúa igual.

A principios de este año el Ejido ganó la nulidad de un certificado en el que la minera enclavó el proyecto ‘Dipolos’, dentro de 571 hectáreas con el argumento de que el polígono no formaba parte del Bajío, para justificar “el saqueo y el robo. Les ganamos ese juicio porque esas 571 ha siempre formaron parte de El Ejido, no fue sobrante”, argumentó el abogado.

En la actualidad el Ejido y su defensa legal acudirán a instancias internacionales, como lo hicieron en este año con el Alto Comisionado de los Derechos humanos de ONU-México, para continuar con el proceso de denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y luego plantear la demanda ante la Corte.

Asimismo están a la espera del reconocimiento del Área Destinada Voluntariamente  a la Conservación (ADVC). Hasta el año pasado la Comisión Binacional Arizona-Sonora para la Conservación del Berrendo realizó un conteo que anunció el avistamiento de  163 ejemplares de berrendos, mamífero de pezuña más veloz del mundo, en Ejido El Bajío.

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