En la década de los años 60, específicamente en el año de 1968, la mayor parte de la sociedad veneraba al presidente Gustavo Díaz Ordaz, mientras que las élites vivían confiadas que no avizoraron la tormenta. Así es como el investigador, Sergio Aguayo, describe en su libro “De Tlatelolco a Ayotzinapa. Las Violencias del Estado” el inicio de una época oscura y que hoy se conoce como la “Guerra sucia”. La tormenta a la que se refiere Aguayo es precisamente a la matanza del 2 de octubre de 1968, uno de los hechos más trágicos de la historia contemporánea de México, de la que mucho se ha documentado, pero que al mismo tiempo se desconocen hechos como las cifras reales de las personas muertas en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco. La cifra oficial de muertos fue de 26, sin embargo, la prensa internacional de aquella época reportó más de 300, y en un relato de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) de 2018, a propósito del 50 aniversario del 2 de octubre, también reporta tres centenares. Pero en aquella época de oscurantismo en México, la matanza de 1968 no fue la única. El 10 de junio de 1971, ocurrió nuevamente, un acto de represión y asesinato por parte del Estado. Se trata de lo que se conoce como “El Halconazo”, una matanza y desaparición de estudiantes, que a la fecha también se desconocen las cifras reales. Se le conoce como el “Halconazo”, ya que un grupo paramilitar denominado los “Halcones” fueron los encargados de disparar en contra de los estudiantes que se manifestaban a través de una marcha con ruta del Casco de Santo Tomás, instalaciones del Instituto Politécnico Nacional (IPN) hacia el Zócalo. Fue en las inmediaciones del Metro Normal, en Ciudad de México, en dónde los estudiantes fueron interceptados por los “Halcones”.
Los halcones eran los miembros de un grupo paramilitar, jóvenes reclutados en barrios marginados y violentos de la capital mexicana que habían sido entrenados por militares de los gobiernos de México y Estados Unidos a finales de esa década. Con balas calibre 45 y carabinas 30 M-2 abatieron a jóvenes manifestantes, quienes corrieron para poder salvar sus vidas. No obstante, la persecución acabó después de horas; hombres armados intimidaron en las salas de urgencia de los hospitales a médicos y enfermeras: no debían atender a los marchistas heridos. El objetivo no era disolver la manifestación… era matar”, describe un relato de 2019 de Rosaura Ruiz Gutiérrez, secretaria de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación de Ciudad de México, publicado por la CNDH.La llamada Guerra sucia se extendió hasta la década de los 80 en dónde el Gobierno Federal participó en diversas desapariciones y asesinatos de líderes sociales. En 1977 surge el Comité Pro-Defensa de Presos Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos de México, fundado por Rosario Ibarra de Piedra, conformado por madres y familiares de desaparecidos y qué tiempo después se llamó Comité ¡Eureka! El Comité ¡Eureka! señala principalmente al expresidente de México, Luis Echeverría Álvarez, como responsable de la desaparición forzada en la década de los 70 de cientos de personas. El periodista José Antonio Román publicó, en 2016, una entrevista en La Jornada a las investigadoras Claudia Rangel Lozano, de la Universidad Autónoma del Estado de Guerrero (UAEG), Evangelina Sánchez Serrano, de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), y Florencia Ruiz Mendoza, de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY, por sus siglas en inglés), quienes calificaron la época de la Guerra Sucia en México como “Terrorismo de Estado”. La entrevista se realizó a propósito del libro “México en los Setenta. ¿Guerra sucia o terrorismo de Estado?”, en el que se describe que víctimas de aquella época fueron sometidas a reprensión indiscriminada y sistemática, así como a tortura y asesinatos por parte del Estado en cárceles clandestinas.