Reportajes especiales

José Antonio Padilla, el estadista que cambió la visión del profesionista en México

A 100 años de su nacimiento, el exdirector del IPN fundó el Conalep para ofrecer alternativas más viables, para el México de mediados del siglo XXI.

12 de marzo de 1922. Los años veinte. Los locos y felices años veinte para el primer mundo. En México, el viento todavía revolucionario hacía sus estragos. “Mi papá nació en San Luis Potosí, pero se trasladó al Distrito Federal desde chico con su familia. Se cocinaba la revolución cristera. La historia que reinició a nuestro país en 1910 aún tenía sus estragos.

“Eran aquellos tiempos en los que todo costaba. Había que trabajar duro para lograr hacer y llegar a ser algo en la vida”, rememora la ingeniera María del Carmen Padilla Longoria, integrante de la Academia de Ingenieros México, e hija del ingeniero José Antonio Padilla Segura, político, académico, y escritor que, entre otros logros, fue director del Instituto Politécnico (IPN) Nacional y creador del Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (Conalep).

El 12 de marzo de 1922 nació el ingeniero Padilla Segura. Este 2022 México recuerda su centenario tras el enorme legado que ha dejado este personaje, quien no se fue del mundo hasta lograr su principal objetivo en la vida: “además de ser un proyecto exitoso para él, su familia y 11 hijos, ser maestro representó para él la labor que más disfrutó. Era un enorme agasajo ir por las calles y que se encontrara con exalumnos, quienes lo saludaban con alegría, emoción y respeto”, reseña la ingeniera Padilla Longoria.

En 1942, José Antonio Padilla Segura se convirtió en ingeniero por el IPN. Salió de la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica Eléctrica.

“A sus 20 años ya era ingeniero”, dice María del Carmen, quien agrega que ése fue el primero de sus grandes logros; se integró al magisterio del IPN y posteriormente, a sus 40 años fue nombrado director general del Politécnico.  

“Es posible que el nombramiento se debió a la gran relación que mi padre pudo afincar, tanto con estudiantes, como con el magisterio del Politécnico y la Secretaría de Educación Pública (SEP). En 1964 se convirtió en titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes. Ocho años después dirigió Altos Hornos de México. En cada instancia impactó con el legado que dejó y se encargó de innovar en cada uno de los rubros que trabajó”, explica Padilla Longoria.

La llegada del sutil primer mundo

Inicio de los años setenta. La industrialización empezaba a empapar a México. “Mi padre se encargó de hacer un análisis en el que se dieron cuenta de la ausencia de espacios para formar a jóvenes que, terminando su secundaria, prepararan a los jóvenes no como licenciados, sino como un paso intermedio: ‘técnico’ fue la palabra clave”.

“Se empezaron a dar cuenta de que México, para los tiempos que corrían, no necesitaba licenciados. Incluso ellos formaban enormes filas de desempleados sin experiencia. Lo que hacía falta era técnicos. Mi papá hizo un estudio comparativo con países desarrollados como: Estados Unidos, Canadá, Alemania y Japón. La conclusión era clara: urgía reivindicar y posicionar la figura del técnico como alguien competente, pero que en México sufría el estigma de verse como alguien poco o nada preparado”, relata la hija del ingeniero José Antonio Padilla.

La también directora general del Grupo CPS Consultores recuerda la manera en la que su papá consiguió fondos en el Banco Mundial para lograr establecer en México el sistema del Conalep.

“Finalmente se lograba llenar ese hueco entre obreros que no tenían estudios y profesionistas que no operaban. El siguiente reto, nada sencillo, fue conseguir la capacitación a profesores. ¿Quién se encargaría de formar a esos jóvenes que necesitaban de conocimientos teóricos, pero también de aplicación? Fue gracias al IPN, a la SEP y a la UNAM, que se logró esa parte”.

Para romper con el estigma de que el graduado del Conalep no tenía las competencias de un profesionista, se tuvo que hacer una campaña enorme de publicidad. Los testimonios, casos de éxito y hasta intercambios fueron la carta principal. La siguiente y meta prioritaria fue la opción de que el alumno no sólo fuese técnico. También tendría que abrirse la posibilidad de que estudiaran el nivel superior. Eso se logró entrados los años noventa. La opción bivalente de estudios.

2 de marzo de 2012. El ingeniero José Antonio Padilla Segura, quien también incursionó en el poder legislativo y en la escritura, dejando su ideario de siete tomos que tituló Universidad: génesis y evolución, dejaba este mundo.

Él se fue, pero no sus grandes herencias.

“Compromiso, responsabilidad y calidez humana. Si vas a hacer algo, hazlo bien. Si vas a hacer algo, siempre haz más de lo que te piden. No hagas enemigos. Sé cordial. Esas frases eran una constante en su vida y en su enseñanza. La que a mí más me marcó fue: ‘hay que hacer que la gente disfrute del conocimiento. Hacer que se quiera saber algo más’”, recuerda la ingeniera María del Carmen Padilla Longoria, quien considera que una de las más grandes herencias de su papá ha sido el amor por el magisterio.

“Y sin duda, la tarea diaria: ‘Hagan algo por su país, por su familia y por su patria. En sus proyectos diríjanse siempre con responsabilidad y ética. Pero siempre, siempre, dejen un legado”.

A José Antonio Padilla Segura, este 2022, por su centenario se le honró el pasado 1 de julio, Día del Ingeniero.

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