La literatura escrita por mujeres, en nuestro país, no sólo es vasta sino que en ella encontramos un universo de escrituras y sentires que cada vez han ido ocupando un espacio relevante. Una de esas mujeres es la tabasqueña Josefina Vicens, que irrumpió en el siglo pasado con una destreza única para desplazarse por las aguas de los diversos géneros literarios.
Con la reciente publicación de Las crónicas de Pepe Faroles y otras escrituras por el Fondo de Cultura Económica (FCE), Josefina Vicens vuelve para hacernos cómplices de su visión del mundo.
Once Noticias entrevistó al escritor Alejandro Toledo, quien realizó el prólogo de este libro, para conocer algunas claves de lectura para acercarse a Josefina, llamada de cariño ‘La Peque’, una figura misteriosa, admirada y cuya obra hace vibrar a lectores y lectoras.
Una escritora con pocas obras y diversas escrituras
¿Por dónde empezar para hablar de Josefina Vicens? Tal vez el camino más directo es comenzar con señalar que fue una escritora con larga trayectoria literaria aunque en la memoria es (re)cordada, sin embargo, por sus dos novelas: El libro vacío (1958), por el que recibió el Premio Xavier Villaurrutia en ese mismo año, y Los años falsos (1982), que le valió el Premio Juchimán de Plata.
Estos títulos la llevaron a ocupar un lugar importante en la narrativa mexicana, aunque se suele limitar la memoria a ellas.
Y no resulta gratuito, dado que en ellas “La Peque” expresó una visión única de la escritura, de la exploración identitaria y de afianzar una visión del mundo que permite a lectores y lectoras no sentirse ajenos a la experiencia literaria sino más bien cercanos e identificados, porque las vivencias de sus personajes son las cotidianidades que nos atraviesan: las dudas, los miedos, los rencores, el amor, el machismo lacerante y la afrenta al sistema patriarcal.
Sin embargo, Alejandro Toledo señaló a Once Noticias que la percepción que se tiene de Josefina Vicens es, en cierto modo, similar a como se suele ver la obra de Juan Rulfo, dado que son autores con sólo dos títulos que les llevó a ser reconocidos: el primero con El Llano en llamas y Pedro Paramo; Vicens con sus dos novelas.
“En dos libros cumplieron su faena, digamos. Pero hay más: Rulfo escribió para cine e hizo fotografía. Josefina Vicens fue guionista e hizo otras cosas, como sus crónicas taurinas,[…] o los artículos de opinión, […] Eso hace que la obra crezca, y que sepamos de estos autores cada vez más”, expresó el escritor al medio.
Con la reciente publicación del FCE, cuya edición y prólogo estuvo a cargo de Norma Lojero Vega, se presentan otras escrituras de Josefina Vicens, como el periodismo, el guión cinematográfico y, de acuerdo a esta nueva publicación, también poesía, cuento y teatro.
“Nos hace ir más allá de las dos novelas, ya reunidas también por el FCE en un solo tomo. Y nos hará, supongo, también regresar a ellas”, señaló Toledo.
Josefina: la irruptiva
En su epílogo, Toledo considera irruptiva a Vicens con respecto a enmarcarla en la literatura femenina, dado que su escritura jugaba en la dualidad. Al ahondar en el tema, recordó que la escritura femenina fue algo que se construyó mayormente en el Siglo XX, y una de las representantes de esa revolución fue Virginia Woolf. En América Latina fueron María Luisa Bombal, Clarice Lispector, Elena Garro o Rosario Castellanos.
“A Josefina Vicens le interesaba el orbe masculino, y por ello trata de señores como José García (protagonista de El libro vacío) o Luis Alfonso Fernández (El muchacho de Los años falsos) Y usaba los seudónimos de Diógenes García o Pepe Faroles. Es decir, no le interesaba la etiqueta femenina, o consideraba que se podía ir más allá, escribir sin limitaciones. Por otro lado, es consciente de ese resorte que mueve su literatura, por el que una mujer toma el disfraz de hombre para asumir una historia”, dijo.
El escritor recordó una anécdota con Josefina: cuando la UNAM hizo el disco de Voz Viva le propusieron que fuera un actor el que leyera los fragmentos de El libro vacío, y Josefina defendió que se grabara con una actriz.
“Es decir, estaba interesada en que esa mecánica natural en ella, de una mujer que irrumpe en el territorio masculino, se conservara”.
Josefina: la rebelde
El escritor dijo al medio, al ser cuestionado sobre el trasvestismo en la escritura de Josefina como una posible estrategia literaria que utilizó para resistir (y rebelarse) ante los estereotipos de la época sobre “lo femenino”, que la tabasqueña siempre fue rebelde.
“ella manifestaba esa rebeldía al firmar, en su primer trabajo, en el registro diario de las asistencias, con nombres de personajes de la historia, como Napoleón Bonaparte o Miguel Hidalgo y Costilla. Incluso en el cine provocó algunas rupturas al fungir como representante de los guionistas cinematográficos y denunciar las malas prácticas en el negocio, esto en el sexenio de López Portillo. Sus amigos le decían La Peque, y era de complexión frágil, sí, pero de una enorme energía”, expresó.
¿Cómo leer a Vicens desde la actualidad?
En esta nueva publicación, como hemos advertido antes, aparecen los textos reunidos de sus crónicas taurinas que aparecieron en una revista que fundó con su amigo Alfredo Valdez, llamada “Torerías” y en las que firmó como Pepe Faroles.
Toledo señaló que para leerlas desde este tiempo no se debe leer como defensa de ese espectáculo, “ella tenía una idea metafísica de los toros, y respondió a algo que entonces era muy popular y que le atrajo: los que gobernaban entonces el negocio eran los hombres, y ha de haber sido perturbador leer semana a semana a ese Pepe Faroles irónico, sarcástico, que juzgaba desde su independencia lo que para ellos era tan serio o solemne”, relató a Once Noticias.
En este libro aparece una anécdota que trae a colación Toledo. Y es que se cuenta que un boxeador, amigo de un torero, al que no le gustó lo que Faroles escribió, amenazó con buscarlo y golpearlo. Cuando fue a reclamar a la redacción se encontró con Josefina Vicens y ella, airosa y pequeña, le dijo: “¿A qué hora empieza usted a golpearme?” “¿Yo, señora? ¿por qué?”, contestó el boxeador. “Porque yo soy Pepe Faroles”, dijo segura La Peque; el boxeador, por supuesto, se dio la vuelta y se fue.
“Eso de Flaubert, de que Emma Bovary era él, se multiplica en una Josefina Vicens que fue Pepe Faroles, Diógenes García, José García y Luis Alfonso Fernández”, aseguró Toledo.
El escritor concluyó invitando a leer las otras escrituras de Josefina Vicens.
“Hay que seguirla leyendo. El tomo del FCE con sus dos novelas ha circulado muy bien; este nuevo libro es un complemento necesario para quienes la admiran como novelista”, concluyó.