México es un país de costumbres muy arraigadas, sobre todo si de alimentación se trata. Sin embargo, es necesario “desaprenderlas” para combatir el sobrepeso y la obesidad, aseguró Ruth Cruz Soto, especialista en endocrinología.
A propósito del Día Mundial de la Alimentación, que se conmemora el 16 de octubre, la médica advirtió que si no se ataca de raíz el problema de la obesidad, será difícil combatirla.
La especialista platicó con Once Noticias y dijo que este problema también tiene un origen cultural.
Un problema cultural
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) advierte que México ocupa el quinto lugar de obesidad en el mundo, con 21 millones de mujeres y 15 millones de hombres que la padecen.
Además, FAO prevé que para el año 2030, 36.8% de mexicanos padecerán obesidad si no se toman medidas al respecto.
“Es importante aprender a comer, pero lo más difícil es ‘desaprender’ esas costumbres que adquirimos a lo largo de la vida, culturalmente hablando. Por ejemplo, no es obligación acabarse el plato, si estamos satisfechos ahí nos detenemos. En muchos hogares la abuelita no dejaba parar de la mesa hasta que se acabara el plato, relató.
Dijo que con el tiempo, con la normalización de esas prácticas, se bloquea la señal de saciedad.
“Biológicamente los seres humanos tenemos hormonas que se secretan en el intestino cuando pasa el hambre y la hormona de la saciedad, es una conexión impresionante entre el cerebro y el aparato digestivo”, explicó la experta.
Cruz Soto añadió que en nuestro país también se tiene la costumbre de combinar alimentos que son altos en grasas o carbohidratos y no se come de manera balanceada.
Un ejemplo es el tradicional desayuno de pan con chilaquiles y frijoles, una combinación de carbohidratos, sin que se considere agregar alguna verdura.
La experta afirmó que no hay alimentos prohibidos, sino que se deben comer separados durante el día y en raciones no muy grandes.
Otro ejemplo, es que la población mexicana suele desayunar un coctel de frutas con la idea de que es algo saludable, cuando no es así, porque además de que las frutas tienen alto contenido en azúcares, se les añade granola, miel, chantilly, entre otros complementos.
Un problema con altos costos
Estas prácticas culturales no son aisladas. Con ellas, también se suman las políticas públicas que se han implementado para combatir este problema de salud pública, dado que representa un impacto económico para el estado.
En este tema, el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), en una investigación que realizó hasta 2018, estimó que en el año 2014, el costo directo para el sector público, generado por cinco familias de enfermedades crónicas relacionadas con la obesidad, fue de 151 mil 894 mdp, equivalentes a 34% del gasto público total en atención médica, en 2014.
Asimismo, expuso que el costo indirecto estimado por muerte prematura, discapacidad temporal e invalidez y el costo de oportunidad del cuidador no médico fue equivalente a 0.4% del PIB.
Por esto concluyó que se debía intervenir con urgencia, para implementar medidas de prevención y control del sobrepeso y obesidad, dado que ese costo directo se incrementaría en 17% y el indirecto crecería 15%, para el año 2023.
Fue así que se implementó, en 2021, una medida con el objetivo de tomar manos a la obra, para advertir a las personas sobre los contenidos de azúcares, calorías, grasas saturadas y sodio, en alimentos y bebidas procesadas: la estrategia del etiquetado claro frontal.
La obesidad y sobrepeso necesitan atención integral
Ruth Cruz Soto explicó que el sobrepeso y obesidad no se trata de una cuestión estética, sino de una condición de salud que hace a las personas más propensas a adquirir otras enfermedades como diabetes, presión arterial alta, triglicéridos altos, inflamación del hígado, alteraciones hormonales, entre otras.
“No es mera cuestión de imagen. Hoy en día, con la pandemia, aprendimos que quien tenía sobrepeso u obesidad no le fue tan bien cuando se contagiaron, porque presentaron mayores problemas para superar la enfermedad”, aseveró.
La endocrinóloga explicó que si las personas presentan sobrepeso y obesidad, deben buscar una atención integral, para diagnosticar la causa.
“La recomendación sería hacerlo integral, acudir a médicos con varias especialidades como endocrinología, un médico internista o gastroenterólogos que tenemos formación en el tratamiento de obesidad y alimentación. Detectar si hay algo hormonal, para ayudar y canalizarlos a nutrición o medicina del deporte e inclusive psicología”.
Enfatizó que no es suficiente acudir con un nutriólogo, dado que se deben descartar padecimientos hormonales. “La mayoría va con el nutriólogo, pero si sólo se enfocan en hacer dieta y ejercicio, y si no bajan de peso, es porque hay un tema en tiroides“, subrayó.
Dijo que un efecto negativo al no tener una atención adecuada e integral, es que las personas no obtengan los resultados esperados, lo que las puede llevar a exprimentar frustración, por eso recomendó que lo más importante es identificar las causas.