La prensa jugó un papel fundamental para difundir las ideas de la modernidad, fue un órgano de divulgación y un espacio de debate político-intelectual de un momento importante en la historia del país: la Independencia de México.
Su objetivo no sólo fue informar sino promover la ferviente discusión política y generar apoyo a la lucha. Fue usado tanto por los insurgentes como por los realistas, para promover las ideas y sumar adeptos a los movimientos con la finalidad de preservar la corona o sumarse a la independencia.
Las noticias de los sucesos que ocurrían en Occidente -la invasión francesa a España por parte de Napoleón- tardaron en llegar a Nueva España, sin embargo, comenzaba a generarse inquietud e inconformidad con lo que sucedía de este lado del Océano. En ese momento se estaba conformando un espíritu ‘patriótico’, que devino de las élites hispánicas, y que a lo largo del tiempo se transformó en la construcción del imaginario incipiente de Nación.
Las ideas de transformación comenzaron a cultivarse desde mediados del siglo XVIII con la cultura humanista que se extendía entre las personas letradas criollas. Además, este grupo comenzaba a expresar la necesidad de distinguirse de las personas originarias de España y tenían demandas compartidas con los criollos, por ejemplo, estaban inconformes por el despojo de sus cargos: con las reformas borbónicas los cargos eran dados a las personas peninsulares, pese a que ellos los habían ocupado por largo tiempo.
Toda esa situación generó resentimientos contra la Corona Española y se acumuló en el tiempo, lo que dio pie a la insurrección independentista en el siglo XIX.
Por entonces, la imprenta jugó un papel importante porque sirvió de tribuna para la élite letrada criolla, desde 1808. Gracias a la desaparición de la censura proclamada por la Constitución de Cádiz, en 1812, proliferaron impresos y periódicos que buscaban incitar la participación a favor del movimiento de independencia. También surgieron medios que se oponían a la insurgencia y que exaltaban a la Corona.
Era una forma de generar discusión y de hacer política, como afirma Paula Alonso en su libro Construcción impresas. Panfletos, diarios y revista en la formación de los estados nacionales en América Latina 1820-1920 (2003, FCE).
Las primeras gacetas regulares aparecieron a principios del siglo XVIII. La Gazeta de México, fue editada desde 1784 por Manuel Antonio Valdés. Más tarde, en el siglo XIX, fue editado El Diario de México (1805-1817), fundado por el historiador Carlos María de Bustamante y Jacobo de Villaurrutia, alcalde de la Real Audiencia de origen antillano, quienes solicitaron permiso al virrey Iturrigaray para fundar el primer periódico cotidiano de la Nueva España. Esta publicación fue importante porque tenía un espacio literario, sería la primera vez que dicho campo tenía un espacio propio, importante para difundir la literatura mexicana de aquél tiempo.
Los periódicos insurgentes
Los periódicos tenían corta vida y fueron impresos en algunas entidades como Michoacán, Guadalajara, Guanajuato, Morelos, Puebla, Oaxaca y Tamaulipas. En todas las ciudades en las que se imprimieron estos periódicos se distinguían porque ahí se encontraban tropas insurgentes, según la clasificación de las investigadoras Celia del Palacio y Sandra Pérez Stocco.
Destaca El Despertador Americano, El Pensador Mexicano, El Ilustrador Nacional, El Ilustrador Americano, El Despertador de Michoacán, Correo Americano del Sur y Diario de México. Primer Diario de Nueva España.
Uno de los más importantes fue El Despertador Americano. Correo político económico de ‘Guadalaxara’, que surgió en pleno levantamiento de independencia bajo las órdenes de Miguel Hidalgo e Ignacio López Rayón en Guadalajara. Su redactor fue Francisco Severo Maldonado y fue impreso en el único taller de la ciudad cuyo propietario era José Fructo Romero.
En ese momento Hidalgo no tenía un medio para difundir sus luchas. Conforme avanzaba con su ejército, algunos adeptos al cura hacían volantes en los que “hablaban de él como aquel que venía en nombre del Señor”, mientras que en la prensa oficial se denostaba al movimiento y a la figura del cura.
Crear un medio para difundir las ideas libertarias fue una estrategia importante porque el objetivo era “ganar adeptos entre los criollos liberales que permanecían en el bando realista”, afirma Sandra Pérez en su investigación.
Al llegar a Valladolid, el lugarteniente Severo Maldonado le sugirió crear un periódico para dar a conocer los motivos de su lucha. Fue así que comenzó a editarse El Despertador Americano. Este periódico escapó a la censura. Se publicaron sólo siete números desde el 20 de diciembre de 1810 al 16 de enero de 1811.
Este periódico sirvió como un órgano de divulgación ideológica y como un espacio de debate político para las tropas insurgentes, aunque su objetivo no era sumar a toda la población sino dirigirse, específicamente, a los criollos, para convencerlos de sumarse al bando insurgente.
Los periódicos estaban redactados por la élite intelectual insurgente: José María Liceaga, José María de Cos, Andrés Quintana Roo, Ignacio López Rayón, José María Morelos y Pavón, Carlos María Bustamante, José María Herrera, José Fernández de Lizardi, entre otros.
Además se mencionaba a Fernando VII y las intenciones de independencia. Las investigadoras afirman sin equivocarse que este momento incipiente de la prensa respondió a los vaivenes de la vida política de la época.
Periódicos realistas
En el ala realista estaban los periódicos Gaceta del Gobierno de México, El Verdadero Ilustrador Americano, El Telégrafo de Guadalajara, El Mentor Provisional y El Mentor de la Nueva Galicia (en estos tres últimos el editor fue Francisco Severo Maldonado y se editaron en la ciudad de Guadalajara y México).
En esto medios se buscaba denostar al movimiento independentista y a los insurgentes, por ejemplo, Luis Reed Torres en su texto “La prensa y la Guerra de Independencia (1806-1821)”, en el libro El periodismo en México. 500 años de Historia (1998), cuenta que cuando las tropas de Calleja recuperaron Guadalajara, Severo Maldonado pidió indulto y asumió el cargo de jefe en el Telégrafo de Guadalajara, un periódico realista que se publicó de 1811 a 1812 y en el que sólo salieron 82 números.
En este medio Maldonado llamó a Hidalgo “Sardanápalo sin honor, infame y descarado”; cuando dirigía El Despertador lo llamó “alma grande, llena de sabiduría y bondad”, afirma Reed en su investigación.
Los periódicos realistas buscaban convencer sobre las bondades de permanecer sujetos a España e invitaban a combatir las ideas liberales, ya que eran un peligro para las clases altas hispánicas.
La prensa de este tiempo es el testimonio de un período de transición política y la búsqueda de un nuevo orden que utilizó como estrategia la cultura escrita para lograr difundir y sostener las ideas independentistas aunadas a la lucha armada.