“Tú vales más que una imagen”, es lo primero que diría la psicoanalista Adriana Ortiz Barraza a una persona que no acepta ni envejecer ni la aparición de canas en su cabellera. Y es que para algunas mujeres y hombres es complejo aceptar el pasar de los años.
“Desafortunadamente, no es tan sencillo como que yo les diga que caigan en ese proceso de aceptación, como de una nueva etapa de su vida porque hay aspectos socioculturales que están en contra de lo que podemos decir como síntomas de envejecer”, comparte en entrevista con Once Noticias, la especialista formada por la Sociedad de Psicoanálisis y Psicoterapia y autora del libro “Mujeres Poderosas”.
¿Qué hacer para cambiar esa percepción?
La también académica en el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y psicóloga del deporte de equipos de alto rendimiento destacó la importancia de la formación que se debe transmitir desde las infancias. En el caso específico de mujeres, añade:
“Si nosotros desde niñas comenzamos a valorar nuestras capacidades y habilidades, vamos a tener un panorama más alto cuando lleguemos a la adultez y sobre todo a la adulta mayor”.
Añade que, al trabajar desde esas etapas principales, una mujer tendrá más claridad de sus capacidades para desarrollarse en los ámbitos sociales y culturales, donde ya se involucra otro tema como el rol de género, el cual se deberá de romper.
“Porque imagínate a ti te dijeron que debías casarte, pero (de forma) heterosexual, tener hijo y así cuidar a tu familia; si tú te encasillas en esos roles de género estamos perdidas. Debemos entender que somos más que estos roles que se han establecido para estos tipos de cosas”, señala Adriana Ortiz Barraza.
Ante esto, el que las mujeres se hagan presentes en todos los sectores es la esencia para romper paradigmas. La especialista hace referencia al contexto de pandemia por COVID-19, periodo en el cual las mujeres han mostrado al mundo la importancia de su participación en las economías.
“Más allá de una imagen”
De esta forma, apunta que el número de emprendimientos de mujeres que quedaron sin empleo subió, aunado a ello, se dieron a conocer las “nenis”, que eran mujeres que vendían todo tipo de cosas.
“Esta área le dio a la mujer la oportunidad de decir, ‘si yo soy excelente cocinera, ¿por qué no vendo pasteles? Si yo soy excelente para cocer y diseñar, puedo vender ropa’; el papel de una mujer en esta vida es percibir sus habilidades, más allá del número de grasa o de canas que tengas en el cuerpo”.
Retomando el éxito de su libro que aborda la capacidad y poder que tienen las mujeres para superar cada circunstancia y mejorar de manera interna cada puesta de sol, la escritora recomienda adueñarse de tres aspectos, su cuerpo, mente y deseos.
Adriana Ortiz Barraza destaca que los conflictos que pudieron dañar la infancia de una mujer, fueron cuestiones que no tuvo bajo control, como el ser violentada o hasta abusada.
“Pero hoy en día, si tú sales de esta victimización, es adueñarte de tres aspectos: tu cuerpo, mente y deseos; si de pequeña la pasaste mal, al ser una adulta tienes la posibilidad de cambiar esas cosas y decir: ‘hoy puedo poner un límite a una persona’, ‘hoy hago valer mis deseos a través de las decisiones que yo tome’”.
120 años para lograr equidad
Ante este panorama, la experta acepta que, aunque sí ha habido avances en cuanto a aceptar a una “mujer poderosa” y menos abnegada dentro de la sociedad, “falta mucho por hacer”.
“Las estadísticas de lo que pasó en pandemia no nos mienten: hay un rezago hasta de 120 años para lograr la igualdad y la equidad de género; creo que también nos han abierto el camino otras mujeres, adoro a los hombres y algunos han apoyado para que las mujeres tengamos mayor equidad”.
Para ejemplificar el actual empoderamiento femenino, la psicoanalista rememora a Marie Curie, pionera en el campo de la radiactividad y primera y única en recibir dos premios Nobel en distintas especialidades científicas: Física y Química, o bien, a Sor Juana Inés, una religiosa jerónima y escritora novohispana, exponente del Siglo de Oro de la literatura en español.
“Han sido mujeres que lucharon por nuestro derecho al voto, pero tampoco concibo una sociedad igualitaria y equitativa sin la ayuda del hombre; otras mujeres nos abren el camino, y algunos hombres nos ayudan, pero también creo que el peor enemigo de una mujer es un hombre machista que no suelta el poder”, finaliza.