David Moncada es uno de los migrantes residentes en Ciudad de México. Llegó desde el año 2018 y abrió un proceso de refugio que hasta el momento no le ha dado un solo documento con el que pueda comprobar siquiera su identidad.
Cuando estalló la pandemia de COVID-19, David estaba lejos de casa y la crisis económica se avivó. A inicios de este mes comenzó a sentir el malestar y algunos síntomas del mortal virus y fue así como decidió ir a hacerse una prueba rápida en los módulos que colocó el gobierno mexicano.
Yo no sabía cómo estaba la mecánica para hacerme las pruebas, no sabía si necesitaba un documentos o algo así porque no hay una página o un lugar donde diga qué es lo que tienen que hacer los migrantes si tienen algún problema con esta enfermedad. Hay muy poca información para nosotros los migrantes”, comentó David Moncada.
Esa mañana salió con algunos síntomas, abordó un microbús y llegó a una de las carpas donde hacen las pruebas rápidas de PCR. Ahí, un joven enfermero le pidió su identificación y David le explicó que no contaba con ningún documento oficial pero que contaba con su acta de nacimiento hondureña.
“Yo salí con machete y piocha, a ver si me ayudaban los enfermeros, y ya que me formé en la fila, porque había bastante gente, pasa un muchacho con un lista. Cuando llegó conmigo me pidió mi identificación y le expliqué que sólo tenía mi partida de nacimiento hondureña, y él me dijo que no podían hacerme la prueba pero que me acercara a los lugares donde atienden a los migrantes. Cuando le pregunté no me dijo en dónde están esos lugares”, explicó David Moncada.
David regresó a casa en transporte público, sin saber si era portador de COVID-19. Uno de los amigos del joven migrante le prestó una identificación del trabajo y fue así como pudo acceder a una prueba rápida, que le confirmó que no tenía el virus.
Dentro de los Kioscos COVID-19, Once Noticias preguntó a los funcionarios si existía alguna capacitación o un dato que les dieran para la atención a los migrantes y los funcionarios, que prefirieron permanecer en anonimato, dijeron que no.
“No existe alguna información sobre cómo vamos a procesar los datos de las personas migrantes o cualquiera que no tenga documentación como también lo pueden ser las personas de la calle. A nosotros no nos dan esa información”, comentó un trabajador en el módulo de pruebas, donde le negaron el servicio a David.
“El problema de nosotros los migrantes es que no tenemos un CURP, o una INE o un pasaporte. Se supone que el derecho a la salud es universal y más con una crisis cómo la que ocasionó esa enfermedad. Aquí a veces el prejuicio o el racismo es uno de nuestros mayores muros. Gente que dicen ‘ustedes no deberían de ser atendidos porque no son mexicanos’ o cosas así”, dijo el joven migrante.
A pesar de que David tiene más de dos años trabajando como barbero y que aporta en la economía y liquidez mexicana, no tiene acceso a derechos humanos como la salud y la información.
Siempre hay una barrera y aunque uno trabaje y haga bien las cosas, pues somos excluidos para el país. Si no te acercas a lugares donde sepan sobre el tema migratorio, pues es bien difícil tener acceso a varios derechos. Creo que este (COVID-19) es un problema mundial y no tendrían por qué negarle la atención a nadie, porque de lo que se está hablando es de la vida de una personas y todas las que tengan contacto con ella”, explicó.
Según el Plan Nacional de Vacunación, la población migrante está incluida, sólo tienen que registrarse en la página oficial y podrán acudir a recibir su vacuna, sin embargo, ninguna de las personas migrantes cuenta con documentos, CURP y mucho menos pasaporte, así que a las personas en esta situación se les sugiere ir a los centros de vacunación para que en ese momento les apliquen el fármaco si es que hay disponibles o agendar una cita en la que le pedirán un comprobante de domicilio y una identificación oficial.
David no ha podido registrarse pues no existe su CURP y espera que en estos días pueda ir a uno de los centro de vacunación para intentar inmunizarse contra el virus.
A mí me toca acercarme para ver de qué manera me pueden vacunar. Pero nosotros los migrantes somos la hormiguita que no se ve. Sólo pedimos un poco de humanidad, no tendría que haber diferencia entre un mexicano y el migrante, esos discursos racistas son los que nos van separando. Este es un problema mundial y no deberían negarle a nadie el derecho a la salud. Porque el virus no discrimina si somos hondureños o mexicanos, si somos negros o blanquitos, esta enfermedad le da a todos, por eso entre todos deberíamos de cuidarnos”, concluyó David.
El migrante subrayó que falta información, porque sí hay planes y disposición para la población migrante, solo que ni los trabajadores de la salud ni los que migran han recibido suficientes datos para formar parte del combate al COVID-19 en México.
Según los últimos datos publicados, hasta febrero del año 2021 existía el registro de mil 208 personas de cuatro países diferentes con el virus, sin especificar su situación migratoria.