Reportajes especiales

Mujeres son pilar de la resistencia contra embotelladora en Puebla

Pueblos Unidos mantienen una lucha contra la embotelladora internacional no sólo por el agua, aseguran, sino por la vida y el territorio

La defensa de la vida y el agua es el motor para que los pueblos originarios de Puebla mantengan una larga lucha por su territorio. Aquí las mujeres han sido un pilar de la resistencia.

Once Noticias visitó el plantón que sostienen más de 20 pueblos originarios, así como diversos grupos que se han sumado a la lucha, organizados como Pueblos Unidos en contra de la embotelladora Bonafont, del grupo Danone, ubicada en el municipio de Juan C. Bonilla.

Y es que las mujeres de la resistencia están convencidas de continuar en la lucha, “porque el agua no se vende, el agua es la vida”, expresaron.

El 22 de marzo habitantes del municipio de Juan C. Bonilla cerraron la planta. Denunciaron que la sobreexplotación del recurso hídrico provocó el desabasto en los pozos artesanales de las comunidades que se dedican mayoritariamente a trabajar en el campo.

En medio del plantón, crearon una maqueta con yeso para reconocer y ubicarse espacialmente; en ella se observan a escala los volcanes y los escurrimientos que bajan de ellos.

“Aquí está el Popo y el Izta, esta es la Malinche. Aquí está el Río y si ves bien, mira hasta dónde llega”, explicó “Nahui”, quien cambió su nombre por seguridad.

Para Yoyis, una mujer adulta con la experiencia en sus manos y en su rostro, la lucha no ha sido fácil, aunque sí un orgullo. Cuando uno pregunta por ella, es fácil que otras compañeras la reconozcan como uno de los pilares y por su buen sazón.

“Ha sido muy pesado defender el agua, la tierra y el aire. Me encuentro aquí todos los días. Estoy aquí todo el día, ya que esto es un orgullo para mí”, expresó.

Los pueblos han manifestado que los caudales de riego y pozos de agua disminuyeron a lo largo de las décadas. Antes, los ríos no estaban contaminados.

Nos bañábamos en ellos y hacíamos hoyos en la arena, el agua era cristalina y transparente, nuestros animales tomaban agua del río. Era algo natural que Dios nos ha brindado, teníamos abundante agua. Teníamos una laguna grande con abundante agua, pero poco a poco se fue secando, su nivel había bajado mucho, parecía una fosa”, recordó Estrella Delgado, acompañada de su nieta.

Las luchadoras coincidieron que a partir del cierre de la planta han logrado ver un cambio.

“No lográbamos llenar ni un tonel (barril de agua). Lo que hacíamos era llenar el tonel un poco por día y esperarnos al otro día para llenarlo otro poco. Desde que Bonafont cerró hace medio año, el agua ha subido poco a poco. Por eso es que seguimos plantadas aquí”, comentó Yoyis.

El pozo en la casa de mi hermano se secó, tuvimos que excavar cinco metros más de profundidad para que el vivero volviera a tener agua. Gracias a que todos los pueblos que se impusieron y cerraron Bonafont, hoy estamos viendo un cambio. Esperamos que volvamos a tener tanta agua como teníamos antes, por eso queremos que Bonafont se vaya de nuestro municipio”, detalló Estrella Delgado.

No obstante, para las mujeres que se encuentran en el plantón, la lucha no ha sido fácil porque muchas de ellas son madres de familia, esposas o trabajadoras que han tenido que dejar sus domicilios, “pero es algo que vale la pena. Así como hemos descuidado nuestros deberes y quehaceres en nuestras casas, pero es por algo que vale la vida”, dijo Nahui.

Sus familias también decidieron adentrarse al movimiento; se han involucrado sus hijos, hijas, nietos y nietas. Porque para la defensa de la vida, no hay edad, pero sí urgencia.

Acusan que han sido criminalizadas por ser mujeres y que eso ha sido motivo para que los discursos reproduzcan críticas.

Pese a ello, resguardan en su memoria cada día de estos meses, una memoria que se sostiene por las percepciones compartidas en comunidad.

Las mujeres del movimiento hacen y generan comunidad. Venden carpetas que ellas mismas bordan o dulces para sostener algunos gastos comunitarios y cada una participa de las labores que se necesitan.

No queremos fabricas cerca de los pueblos. Deseamos que nos devuelvan la tierra, la tierra es nuestra y la vamos a defender a capa y espada de cualquiera que quiera venir a colocar sus fábricas. ¡Ya no más! ¡Los pueblos unidos jamás serán vencidos! Sin embargo, el gobierno se vende, mira lo que hace con nuestra agua, entrega permisos sin ser el dueño. ¿Por qué nos ponen estas fábricas en nuestros territorios? Esa es mi pregunta. ¿Por qué Conagua se vende por tanto dinero? ¿Acaso no se ponen a pensar que sus hijos o nietos van a necesitar de este recurso de vida?”, expresó Estrella.

Conflicto Bonafont 

Recordaron que la embotelladora tenía un pozo profundo y de él se extraía alrededor de un millón 600 mil litros de agua diarios. Al respecto, dijeron que “los pozos artesanales de las personas de las comunidades están más altos y por lo tanto se les acababa el agua”.

Ante las declaraciones de los pobladores, el pasado 6 de abril, la empresa Bonafont emitió un comunicado en el que precisó que ellos obtienen agua de un único pozo, a más de 150 metros de profundidad, y que su planta operaba independiente del suministro de agua que ocupa la localidad. Además dijo que contaba “con las concesiones federales otorgadas por la Comisión Nacional del Agua (Conagua Puebla, clave 2104) que representa menos de 0.09% del agua del acuífero en la zona, mismo que se encuentra en balance positivo con volúmenes disponibles”.

En contraste, Nahui compartió que “Bonafont al tener ese pozo profundo secó todos los demás, aquí la colonia José Ángeles fue la primera afectada, fueron los primeros en ver que sus pozos se secaron, por eso se vieron en la necesidad de hacer un pozo profundo de manera comunitaria para abastecerse de agua”.

Después del cierre de la planta, a lo largo de los meses han ocurrido algunos eventos. El pasado 6 de agosto se manifestaron obreros de las plantas de la embotelladora del norte de Puebla, Tlaxcala, Cholula y Atlixco llegaron a la sede del Poder Ejecutivo de Puebla para demandar la resolución del conflicto sin obtener el acuerdo esperado.

Conagua al respecto emitió un comunicado en el que dijo que: “en cuanto al conflicto de la planta Bonafont ubicada en la ciudad de Puebla […] esta Comisión no tiene competencia y corresponde a un tema de gobernabilidad, cuya atención requiere de la participación de los particulares y las autoridades del ámbito estatal involucradas en la materia”, pese a que otorgó la concesión.

Ante ello, las mujeres subrayaron que es un problema complejo, ya que nadie resuelve nada, porque el gobierno estatal dice que es de competencia federal y éstos alegan que es de competencia estatal.

El 8 de agosto se dio la toma de la planta, por lo que Pueblos Unidos ingresó a las instalaciones. Ante ello, Bonafont emitió un comunicado al respecto y solicitó la acción de las autoridades:

Otra manifestante subrayó que “[Bonafont] usa el argumento de que cientos de trabajadores se quedaron sin empleos, trabajos de 800 pesos durante tantas horas de trabajo, cargando garrafones y haciéndole mal a su cuerpo. Esos trabajos no eran trabajos, era explotación de lo peor. Las personas por necesidad aceptan esas cosas”.

Nahui reveló que en las últimas semanas han sido hostigadas por parte de las autoridades que amenazan a las personas del platón con quitarles la luz, lo que pone en riesgo su vida y seguridad. Denunció la desinformación de medios de comunicación y exigieron un alto a la criminalización de los movimientos sociales.

Cada mujer tiene en su rostro coraje y consideran importante heredar un espíritu de lucha. Las mujeres se acompañan, también desde otros movimientos como Mexicali Resiste y la resistencia de los pueblos otomíes.

Su lucha no se limita a la empresa francesa sino que es la resistencia al despojo que deviene de una herencia histórica de explotación a las comunidades originarias.

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