Reportajes especiales

Niños tienen más probabilidades que niñas de ser diagnosticados con TDAH

Las manifestaciones clínicas de la afección se dan en la escuela, al interactuar con los compañeros, pero también al interior del seno familiar.

Todos los 13 de julio se conmemora el Día Internacional del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH); por ello es importante saber cómo diagnostica, a qué factores se enfrenta una niña o niño, su familia y entorno cuando este padecimiento irrumpe sus vidas.

El TDAH es el término por el cual se denomina al síndrome caracterizado por tres síntomas nucleares: la inatención, la hiperactividad y la impulsividad.

Según el Instituto Nacional de la Salud Mental (NIMH por sus siglas en inglés), de Estados Unidos, el comienzo de este trastorno se presenta entre los tres y seis años de edad. Y no se refiere sólo a una enfermedad de la infancia, el TDAH puede continuar durante los años de la adolescencia y hasta la edad adulta.

¿Qué es y cómo se manifiesta el TDAH?

Fue el pediatra inglés George Frederic Still, quien en 1902, dio la primera descripción de conductas impulsivas y agresivas, falta de atención y problemas conductuales, a niños que eran considerados “distintos”, incontrolables y problemáticos; adjetivos que aún se emplean en la actualidad para describirlos.

Durante los años 30 y 40, este término fue sustituido por el de “disfunción cerebral mínima”, en referencia a la posibilidad de un origen funcional, que incluiría niños con hiperactividad y disfunción atencional, sumado a otros trastornos del aprendizaje y problemas motores leves.

Nadine Estévez Gómez, neurocirujana pediátrica, describe a este trastorno neurobiológico como un problema que aqueja tanto a adultos como a niños.

“Hablamos de un patrón perseverante o continuo de inatención, hiperactividad e impulsividad que va a impedir las actividades diarias o el desarrollo típico. El afectado experimenta dificultades para mantener la atención, la función ejecutiva y la memoria de trabajo”, explica en entrevista con Once Noticias.

Agrega que hay tres tipos diversos de TDAH: inatento, hiperactivo-impulsivo e inatento e hiperactivo-impulsivo combinado.

Aunque Estévez comenta que este trastorno ataca tanto a niños como adultos, en el caso de los infantes, que, es el tema que nos ocupa, la especialista dice que, “las manifestaciones clínicas de la afección se dan en la escuela, al interactuar con los compañeros, pero también en casa y, como en muchas enfermedades, no hay una causa específica y, aunque creemos que se involucra la base biológica, donde influyen factores hereditarios, ambientales y sociales”.

De acuerdo con sus cálculos, los signos de TDAH son notables a partir de los tres primeros años de vida, y muestran una diversidad clínica e intensa a partir de los cinco.

Agrega que en la etapa escolar su evolución es crónica y sintomáticamente evolutiva; de igual modo, así mismo, que 60% de los niños afectados pueden presentar otros síntomas asociados. 

La galena precisa que los varones tienen 14% más probabilidades de tenerlo que las niñas, cuyo porcentaje ronda en 6%. Al cuestionarle cómo actuar si un hijo pudiera tener TDAH recomienda consultar al pediatra o médico de cabecera para hacer un diagnóstico preciso y confirmar una sospecha.

Luego, el médico tratante deberá corroborar la vista y la audición del pequeño y todo lo que pudiera contribuir a la falta de atención. “El médico puede diagnosticarle TDAH o recomendar un especialista en salud mental para que haga al pequeño una evaluación y pueda tratarlo y hacer recomendaciones a la gente que conviva con él”.

Tratamientos recomendados

Información de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) aconseja y aprueba dos tipos de medicamentos -estimulantes y no estimulantes- para aminorar los síntomas del trastorno de déficit de atención con hiperactividad y mejorar el funcionamiento de los niños desde una edad tan temprana como los seis años.

Además de la medicación, algunos niños con TDAH deben recibir terapia conductual (que se enfoca en reemplazar hábitos y conductas negativas con positivas) para ayudar a controlar los síntomas y brindarles estrategias adicionales para sobrellevar el trastorno.

¿Qué pasa en su entorno escolar?

Y, para que los pequeños no la pasen mal en la escuela, los padres podrían acudir a su escuela para acordar con las autoridades escolares, cómo lidiar con el niño y su relación con sus compañeros.

La médica es clara al enfatizar que, un alumno con TDAH, emplea muy poco tiempo en analizar los estímulos, es poco atento y comete más errores. “Con ellos (los niños), se debe tomar conciencia de los procesos cognitivos que se utilizan en el aprendizaje para aprender a controlarlos, reconducirlos y optimizarlos”.

Este trastorno, prosigue, deteriora seriamente la capacidad de aprendizaje del niño y su buena adaptación a la escuela y los compañeros. “Por eso debe quedar claro que el niño tiene dificultades para regular su estado de activación y, no es tanto que no quieran autocontrolarse, sino que tienen dificultades para hacerlo; por eso, desde nuestra comprensión, podemos ayudarle de forma más eficaz y siempre tomando en cuenta que, existen recaídas, luego de eventos de ira o rabieta”.

También existen grupos de apoyo comunitario para obtener información y asesoría sobre cómo enfrentar conductas producto del TDAH. “Resulta muy útil vincularse con las personas que participan en la vida de un niño al momento de tratar el trastorno porque es un apoyo indispensable”, concluye Estévez.

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