La Unión de Ejidatarios Forestales y Agropecuarios (Uefa) crearon un sistema único para sostener la vida y el ecosistema de la Sierra, de la Costa Grande de Guerrero.
Entre veredas y barrancos, los pobladores del ejido Cordón Grande pasan en sus cuatrimotos, el único transporte que logra subir los cerros y cruzar los ríos sin puentes.
Los pobladores limpian, reforestan, siembran y cuidan cada una de las hojas qué están en sus montes. Más de 16 ejidos, de cinco municipios, sostienen los ríos y la fauna de la zona, al punto que los jaguares en peligro de extinción han tomado fuerza dentro del corredor de la Unión de Ejidatarios, y con ellos varias especies endémicas comienzan a resurgir de entre la maleza de la sierra de Guerrero.
Somos nosotros los que protegemos el agua que llega a las ciudades y a los municipios de Guerrero, pero no se dan cuenta de nuestro trabajo y nos dicen talamontes o amapoleros”, explicó José Luis Cáceres Leiva, presidente del Comisariado Ejidal.
El paisaje de montañas que tocan el cielo en Cordón Grande se sostiene gracias a las manos de 218 ejidatarios y las familias que han luchado por mantener el flujo de agua, el territorio y la riqueza de sus cerros frente a las grandes industrias.
Medio centenar de personas trabajan diario en la empinada tierra, ninguno cobra dinero de ese trabajo, porque saben que sostener el ecosistema es un beneficio para todos, incluyendo a las comunidades que en su momento cobrarán utilidades de los recursos naturales que se podrán vender dentro una década.
En las faenas de trabajo se van rotando entre todos los pobladores, y aunque diario hay personas laborando, no siempre son los mismos.
El método de trabajo inicia cuando van quitando los arboles viejos con una sierra eléctrica, después clavan algunos palos en la tierra como haciendo una cerca de madera, luego colocan los grandes troncos de manera horizontal para fijar fuertes muros de madera, así van dando forma pequeñas terrazas que impiden que los cerros se deslaven con las fuertes lluvias.
Ya que se colocaron esos contenedores de tierra y agua van limpiando la alfombra de hojarasca y rama, para que las semillas de los árboles que cayeron puedan llegar a la tierra y tener espacio para darle vida a la nueva generación de maderables.
El piso del bosque se ve lleno de pequeños retoños de pino que no miden más de cinco centímetros, junto a ellos reposan los grandes troncos de hasta 60 metros de largo.
Con estas pequeñas terrazas los caudales de aguas toman más fuerza para incorporarse al imponente río de Tecpan, el que alimenta al municipio hasta la red de agua en Acapulco.
En diez años regresarán los comuneros. Regresarán para volver a podar y abrir el cielo a las nuevas generaciones de pequeños pinitos.
“Los árboles son cómo las personas, cuando están viejos tienen que quitarse para que las nuevas generaciones puedan crecer y dejar los nuevos frutos”, dijo el presidente ejidal.
Los comuneros trabajan en un circuito que cubre poco más de 200 hectáreas y tardan diez años aproximadamente para que se complete la vuelta. Primero trabajan en uno de los cerros, luego se van a otro y así consecutivamente dentro del ejido.
El problema del Gobierno es que piensa que las áreas de conservación deben estar sin gente, pero nosotros hemos demostrado que sin la mano de las comunidades, los cerros se pudren por el abandono”, explicó José Luis.
Este corredor de los ejido del Cordón Grande, Fresnos de Puerto Rico y El Balcón vive en paz desde hace 20 años, en medio de la violencia que azota el estado.
Fue la autogestión y el autogobierno lo que mantiene la paz dentro de ese espacio en la Costa Grande.
La organización de comités de seguridad también mantiene al margen a los grupos paramilitares que acechan los recursos naturales y el trabajo de los pueblos, poco a poco todos los delitos de los ejidos se difuminaron, al punto de que la venta de alcohol está prohibida dentro de la Unión de Ejidatarios.
Son muchas comunidades que nos organizamos desde varios años para evitar secuestros, muertes o cualquier otro delito, el comité se ha metido hasta en los pleitos entre diferentes familias. Hablan con las dos familias y tratan de arreglar el problema para que no pase a mayores. Este comité de seguridad nos ha dado paz y seguridad a todos”, relató José Luis.
Son los ejidos, el trabajo de su gente y su sistema único de organización lo que mantiene en paz y con vida a la Sierra Madre de Guerrero.