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Pobreza en mujeres es un reto intercultural, interseccional y de género

Con el contexto de emergencia sanitaria por COVID-19 se ha evidenciado un contundente incremento de la pobreza en el país, sin embargo, cuando se focaliza en las mujeres, sobresale que se potencia, porque aunque tiene múltiples causas, sus orígenes se emparentan con las desigualdades de género y con causas estructurales.

Las desventajas y dificultades que atraviesan las mujeres suman a generar la asimetría entre hombres y mujeres.

Elvia González del Pliego Dorantes, coordinadora del Programa de Género e Inclusión de la Universidad Iberoamericana de Ciudad de México, conversó con Once Noticias a la luz de las cifras sobre pobreza en México, publicadas recientemente por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

La doctora reflexionó sobre la feminización de la pobreza, en el que afirmó que es posible seguir hablando de ella, debido a que existen impactos diferenciados entre hombres y mujeres. Ante ello compartió que existe una serie de cuestiones que conllevan a esta reflexión, por ejemplo, la desigualdad que prevalece al interior del espacio doméstico y de los trabajos de cuidado.

Esto se suma a los datos que se registraron entre 2008 y 2018, según el informe de Coneval sobre pobreza y género, en el que destaca que las mujeres destinaban 2.5 veces más de tiempo a los quehaceres del hogar y el doble en el cuidado de otras personas, indistintamente de su condición de pobreza.

Además, las mujeres dedicaron en promedio 22 horas a la semana a las tareas del hogar y 28 horas al cuidado de otras personas; mientras que los hombres dedicaron sólo 8 y 15 horas, respectivamente.

Las mujeres en situación de pobreza ocupadas emplearon el triple de tiempo que los hombres; en contextos de no pobreza, las mujeres ocuparon el doble de tiempo que los hombres.

Las cifras sostienen una distribución desigual del trabajo doméstico no remunerado entre mujeres y hombres. La inequidad entre los sexos en las responsabilidades del hogar, origina dificultades en la conciliación entre el trabajo doméstico y extradoméstico, además que es determinante en la toma de decisiones sobre su condición de ocupación y, en la manera en cómo se insertan o permanecen en el mercado laboral. Asimismo, genera sobrecargas de trabajo para las mujeres ocupadas, tal como se afirma en el informe del Coneval.

La especialista dijo que en la actualidad, con la pandemia, el trabajo de cuidados aumentó. Se presentaron otros problemas, como los despedidos a este sector, por realizar dichos trabajos y con el contexto se hizo más difícil que consiguieran apoyos para estar en el hogar.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) indicó que las mujeres realizan 76.2% de todas las horas del trabajo de cuidado no remunerado, que es más del triple que en el caso de los hombres. Estos indicadores dan cuenta de un aumento de la violencia de género que se recrudece por el confinamiento y por el limitado acceso de las mujeres a los servicios públicos de atención, prevención y sanción de la violencia que no son considerados como esenciales”, indica el estudio “Covid-19 y la violencia contra las mujeres”, que realizó Elvia González del Pliego Dorantes.

La especialista ha recopilado testimonios de mujeres afrodescendientes, indígenas y mujeres que habitan en áreas urbanas, pero con zonas vulnerables y rezago educativo, de quienes expresa algunas agravantes.

Me decían que el primer problema es no tener equipos y accesos a internet, más allá de eso, con mujeres que viven en urbano pero zonas vulnerables, no tenían equipos y su nivel de educación era primaria y el profesorado le pedía que ellas se hicieran cargo de la educación de sus hijos e hijas”, indicó.

Además, relató que se debe considerar que en el contexto actual aumentó la violencia hacia las mujeres en el espacio doméstico y las brechas salariales continúan diferenciadas.

Por todo ello consideró que es pertinente continuar hablando de la feminización de la pobreza, ya que por un lado, el análisis de la pobreza es multifactorial pero debe hacerse hincapié en los análisis diferenciados.

De no hacerlo así “va a tener consecuencias graves para generar políticas públicas que atiendan la situación a mediano y largo plazo”, señaló.

La especialista dijo que las cifras que se presentaron son preocupantes, ya que incrementó el número de personas en esta condición: casi 44% de la población mexicana se encuentra en situación de pobreza.

Sin embargo, lamentó que se presenten datos generales y no desagregados. Al respecto señaló que “por ley tendríamos que tener todas las estadísticas ya desagregadas por sexo. Son acuerdos que se han dado en tratados internacionales”.

Reconoció que los resultados por rubro arrojan datos importantes aunque enfatizó que para lograr ver el fenómeno es necesario conocer los datos completos, porque los resultados son diferenciados.

La especialista subrayó que existe el reto de abordar la pobreza y la desigualdad de las mujeres desde una perspectiva intercultural, interseccional y de género, ya que aunado a los estudios cuantitativos están las razones culturales, por ejemplo, dijo, las mujeres afrodescendientes han sido impactadas de manera negativa en sus empleos en este contexto, ya que son las que mayoritariamente trabajan en sector servicios, uno de los más afectados en la actualidad.

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