Parece que fue ayer el día que se declaró la pandemia por COVID-19 en el mundo. Ya pasaron más de dos años desde ese entonces, y es quizás, uno de los peores momentos que ha vivido la humanidad en tiempos recientes, vinculados con contingencias sanitarias. Con la pandemia perdimos amigos, parientes, e incluso hoy, muchos de nosotros sufrimos las secuelas de esa terrible enfermedad provocada por el virus SARS-CoV-2. Así se le llama a “eso”: que ha resultado letal para los humanos.
Este virus de escasos 0.12 micrómetros (500 veces más pequeño que un cabello humano), es tan pequeño, que todo los virus causantes de la pandemia del COVID-19, pudieran caber en una lata de refresco gaseoso de 160 ml.
Es casi increíble, si no lo hubiéramos vivido, pensar que un virus tan pequeño podría ser tan dañino. Lo peor es que no es un ser vivo, es simplemente una partícula de código genético, ADN o ARN, encapsulada en una cavidad de proteínas; de acuerdo con la definición del Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano de Estados Unidos. Afortunadamente, para este virus y para otros que dañan a los seres humanos, ya existen las vacunas para protegernos de ellos.
Ya está pasando lo peor. Ahora, lo importante es pensar cómo podremos superar las crisis de ansiedad y depresión que nos dejó la pandemia.
Una experta en el tema es la Dra. Ma. Margarita Dotor Almazán, titular del Centro de Estimulación y Cuidados para la Salud Mental, ubicado en Cuernavaca, Morelos, es experta en salud mental y filántropa en sus ratos libres.
Durante una conversación con ella, entendí cómo podemos ser felices en tiempos de la postpandemia por COVID19.
“Como familia, estuvimos confinados durante la pandemia, deseando regresar a la normalidad. Es decir, a realizar nuestras rutinas diarias, en nuestros espacios ordinarios de trabajo o escuela. Pero al estar confinados, tuvimos que adaptarnos a un estilo de vida, que para imaginarlo, hablamos de un encierro al nivel de reclusión. Y lo que pareció al inicio una excelente oportunidad para convivir en familia, resultó ser un periodo muy largo, en donde hasta nuestros hábitos se modificaron de forma drástica”.
“Nuestro cerebro sufrió desequilibrios químicos importantes, porque se desorganizó cuando perdió su rutina diaria, provocando alteraciones en el estado de ánimo. Los cambios se manifestaron como: ira, aburrimiento, y, la mayoría de las veces, tristeza. Existieron también alteraciones en el ciclo del sueño, se dormía más tarde que lo habitual, presentando insomnio, o durmiendo durante el día. Y ni hablar de los trastornos alimenticios. Hablamos de la pérdida de la regla básica de un cerebro sano: ‘hábitos saludables y rutinas’”, señaló la también terapeuta.
La Dra. Dotor Almazán agrega que, durante la pandemia, “el cerebro no supo qué hacer, qué pensar, a dónde ir. Fue entonces cuando las emociones tomaron el control de todo y llevaron al cerebro a la deriva. Apareció el aburrimiento, el enfado, la tristeza, el temor, conduciendo a las personas a la depresión y ansiedad. Y hoy, que regresamos a las actividades cotidianas, ya como postpandemia, nos sentimos rotos, vacíos, temerosos y quizás con el alma desgarrada”.
“Pero no es tan grave la situación. Todos los días amanece y es un nuevo principio. Además, el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional. Podemos evadir la realidad para seguir sufriendo. O podemos aceptarla, entenderla como es y seguir adelante”.
La titular del Centro de Estimulación y Cuidados para la Salud Mental señala que no podemos cambiar la situación, pero sí emprender diferentes acciones para sentirnos mejor. Por ello, proporciona una serie de alternativas para lograr afrontar la situación postpandemia:
1.- Escribe y analiza lo que has logrado. Esto te dará la posibilidad de darte cuenta de lo que eres, de lo que tienes y que existe más de un motivo para seguir adelante.
2.- Agradece que hoy puedes leer esto, porque tú tuviste la fortuna de despertar, muchos no tuvieron ese privilegio. Agradece todo, porque tu cerebro genera la hormona de la felicidad cada vez que tienes el sentimiento de la gratitud. Como consecuencia generarás un estado de bienestar y fortalecerás tu sistema inmunológico.
3.- Ríe, aunque no tengas ganas. Ríe a carcajada abierta. Reír fortalece tu sistema inmunológico, relaja los músculos, te llenará de oxígeno, estimulará tu corazón, bajará tu presión arterial y liberarás endorfinas.
4.- Fortalece tu vida espiritual que te inspira a hacer lo que es apropiado y bueno para uno mismo, y para los demás.
5.- Regresa a tu rutina (en la medida de lo posible). Establece un horario fijo para dormir y que te ayude a relajarte. Comprométete con el servicio a la humanidad. Puedes hacer actividades altruistas para sentirte mejor.
6.- Ejercítate y mantén una alimentación balanceada para tener un cerebro sano.
7.- Respira, escucha y siente tu respiración. Cuando sientas que estás a punto de flaquear, que el estrés te está consumiendo, o que el miedo y la tristeza están apoderándose de ti, respira. Ésta le devuelve el control y la calma a nuestro cerebro. Puedes practicar terapias alternativas que te ayudarán a mejorar tu respiración.
A partir de estas recomendaciones de la Dra. Ma. Margarita Dotor Almazán, me ha sido posible entender lo fácil que podría ser empezar a “reiniciar”.
De la charla me queda claro que, para superar los efectos emocionales de la pandemia, necesitamos recuperar nuestro cerebro sano, para volver a ser los mismos que éramos antes de marzo de 2020, y quizás, un poco más felices.