Reportajes especiales

Presos y familiares viven Semana Santa con plegarias por su libertad

El sacerdote Alejandro Solalinde destacó que estos días de Semana Mayor son para reflexionar sobre los errores

Para las personas privadas de su libertad, así como a sus familiares, estar en prisión se vuelve un reto, en especial cuando se trata de alguna fecha conmemorativa, como lo es la Semana Santa.

Ante la pandemia, las  ceremonias realizadas, al interior de los mismos penales, para recordar la Muerte y Pasión de Cristo, por ahora solo permanecían en la mente de los presos. Sin embargo, en esta Semana Mayor de 2022 y con las medidas más relajadas por la pandemia se pueden realizar de manera privada estos rituales.  

A decir del sacerdote Alejandro Solalinde, en conversación con Once Noticias, estos días de Semana Santa son para reflexionar y para refrendar la confianza en un ser superior y no dejarse vencer ante la adversidad que representa la vida en prisión.

“Todos ellos saben que Dios, siempre está con ellos, cerca de ellos, ellos saben eso, ahora más que nunca en esta experiencia de estar privados de su libertad ellos han experimentado un encuentro con Dios”, comenta.

Para el sacerdote Solalinde, quien ha sostenido encuentros con personas en reclusión, los reos han tenido tiempo para reflexionar sobre sus errores pasados.

“Yo siempre les he dicho a los internos que la mejor libertad es la interior. Que de nada sirve estar afuera, si no se es libre interiormente. Adentro se puede estar privado de la libertad y se puede ser la persona más libre”, reflexiona.

Pero para los recién llegados estos son momentos de tensión y angustia. ‘Karla’ -quien solicitó nombrarse así- detalla que su hermano preso en el Reclusorio Sur, acusado por un robo que dice no cometió, no ha encontrado la paz necesaria y permanece con daño psicológico y moral.

Aún con todo eso, durante este período religioso, ella comparte que no deja que su hermano ni su familia pierdan la fe en Dios.

“Se le pide de corazón a Dios que ayude porque hay mucha gente que está adentro  y es inocente, y necesita consuelo allá adentro, que los acerquen más a Dios. En esta Semana Santa, le he pedido mucho a Dios para que liberen a mi hermano porque pues sí es difícil”, expresa.

La mujer, quien permanece bajo un rayo inclemente de sol, al exterior de este centro penitenciario aprovechó la oportunidad para denunciar los actos de corrupción que se vive al interior de estos sitios.

Frente al Reclusorio Sur en Tepepan, en la alcaldía Xochimilco, dice que a diario les solicitan dinero; sin embargo, no ve alguna mejoría “no sé a qué le llaman readaptación social, si salen peor de  lo que entran”. 

En el mismo tenor, Don Carlos, hombre de 60 años, cuenta casi con lágrimas que su hijo fue arrestado y trasladado al penal de Tepepan de manera arbitraria, acusado también de robo a mano armada.

“Por una mentira de su acusador, él está sufriendo y no puedes hacer nada, la verdad te acaba, es inexplicable el dolor que se siente”, comentó a Once Noticias.

Cálculos del Sistema Penitenciario de Ciudad de México registran 26 mil personas privadas de la libertad.

De acuerdo con los datos presentados en el Cuaderno Mensual de Información Estadística Penitenciaria Nacional, emitido por el Órgano Administrativo Desconcentrado Prevención y Readaptación Social (OADPRS), de la Secretaría de Gobernación (Segob), actualmente existen 360 centros penitenciarios en el país.

Hasta septiembre de 2017, estos centros albergaban una población total de 208 mil 343 personas: 197 mil 516 son hombres y 10 mil 827 son mujeres.

De este universo 170 mil 25 se encuentran sujetas al fuero común y 38 mil 318 al fuero federal; mientras que 79 mil 786 se encuentran en proceso y 128 mil 557 se encuentran cumpliendo una sentencia.

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) detectó, mediante el Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria (DNSP) que las principales problemáticas que inciden de forma preponderante en el Sistema Penitenciario Nacional son la falta de separación entre procesados y sentenciados, deficientes condiciones materiales y de higiene en diversas instalaciones de los centros, el hacinamiento, la sobrepoblación, insuficiente personal médico, de seguridad y custodia, deficiencia en la atención al derecho de protección de la salud, así como, la presencia de condiciones de autogobierno y violencia al interior de los establecimientos penitenciarios.

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