El litio es el primer
elemento químico sólido de la tabla periódica. Sus características lo hacen generar reacciones interesantes con otros elementos o compuestos.
Entre las principales “labores” que el litio puede realizar se encuentran:
procesos de absorción de energía, como con las
baterías o lubricantes de muy alta temperatura, incluso fisión nuclear -como en bombas-, así lo explica el doctor
Sergio Gamboa, investigador titular del Instituto de Energías Renovables (IER) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En los últimos meses, la palabra litio ha salido de los laboratorios científicos para ponerse de boca en boca en la punta estratégica de políticas públicas y el debate social. Concretamente, basados en la propuesta de Reforma Eléctrica del Presidente Andrés Manuel López obrador, quien
ha puesto sobre la mesa de discusión la posibilidad de aprovechar la enorme riqueza de México en cuanto a este mineral.
“[Al litio] lo caracteriza la posibilidad que tiene para tomar o entregar energía rápida. Es por eso que se le pensó como generador de energía en el uso de baterías. Es ésa la razón por la que se considera que será el más importante en los últimos 30 años. Porque además no sólo estamos hablando de su funcionamiento directamente en sectores como el energético. También ya se está trabajando, por su alta reactividad, en el sector salud, en tratamientos psiquiátricos, por ejemplo. El hecho de que sea un elemento químico sólido metal muy liviano en la toma o entrega de energía, lo hace bastante importante”, indica el doctor Gamboa.
El problema real de la energía
Además de su
riqueza como generadora de energía, el litio tiene la cualidad por la que, ya con base en la aportación de muchos estadistas, se le ha denominado el oro blanco. Esta teoría se ha fortalecido con la
pandemia y la urgencia climática de mejorar el entorno que afrontamos, de manera cada vez más impetuosa, sobre el calentamiento global. Incluso, al grafito, cobre, aluminio, manganeso, níquel, cobalto y litio se les ha denominado “materiales de transición energética”. Sólo que previamente, habrá que hacer una aclaración.
“Llega a existir una confusión entre generación y transformación. Recordemos la Ley de conservación de la materia: ‘La materia ni se crea ni se destruye, sólo se transforma’. A partir de este entendimiento, habrá que comprender que una es la acción de transformar y la otra de almacenar”.
“Una de las grandes particularidades del litio es que
es susceptible para almacenar energía. En un sistema determinado -de carbón, por ejemplo-, es posible
absorber y entregarla en el instante en que se necesite. Y ése es el problema principal: en el mundo la
crisis real es de almacenamiento, no de generación de energía. Ahí vendrá, entonces, la transición a los autos de no combustión, sino de almacenaje”, explica el doctor en Ciencias Químicas en Baterías.
Para el científico de la UNAM, el
trabajo del litio podría tener unos 30 años de “vida” con valor de “oro blanco”. Mientras tanto, según análisis económicos internacionales, afirman que “la demanda de litio se triplicará en los próximos años, alcanzando los 1.12 millones de toneladas en el año 2025”.
Entre los motivos por los que se ha desarrollado este químico como alternativa es simple: la gran cantidad de celulares y, sobre todo, la mayor producción de vehículos híbridos o totalmente eléctricos que funciona con baterías de litio ha hecho sonar las alarmas entre los productores de automóviles y teléfonos.
“Ésa es la razón por la que urge crear alternativas con mayor capacidad. Pero habrá que entender que las
baterías de litio son transitorias. Y es que no se trata de que no habrá mineral, más bien el ciclo de funcionamiento
tiene que ser más eficiente y sustentable. En su combinación con oxígeno o agua, el litio genera mayor contaminación”, señala.
“Ambientalmente hay un impacto: si se obtiene de la arcilla, se necesitarán ácidos para separar el metal de la zona rocosa; pero al final genera un agua contaminante ácida que habría que tratar. Estamos hablando de un líquido altamente tóxico, pero con mecanismos para poder tratar; que si bien son costosos, siempre será mejor costear que matar los ecosistemas. Aquí entran las alternativas”.
“Por ejemplo, en el caso del Instituto de Energías Renovables, estamos trabajando con
hidruros cerámicos. La idea es absorber energía en estructuras que no se incendian, que no pesan mucho y que pudiera, posiblemente, a 30 años, con las baterías”, agrega el doctor Gamboa, quien señala que, al menos por tres décadas, el
litio será el protagonista de la demanda mineral ante los retos sustentables y energéticos actuales.