La pérdida de la lengua es una de las principales preocupaciones del pueblo kumiai, que habita en el noroeste del país. Hasta 2020, había 381 hablantes y es binacional -se habla en México y Estados Unidos-.
El pueblo kumiai se localiza en los municipios de Ensenada, Rosarito y Tecate, en Baja California. En Estados Unidos, al sur de California. A la lengua se le llama tipai y significa ‘gente’. Pertenece al grupo yumano de la familia lingüística cochimí-yumana.
Este 9 de agosto se conmemora el Día Internacional de los Pueblos Indígenas. De las 68 lenguas que se hablan en el país, cinco son originarias de Baja California y forman parte del crisol de los pueblos indígenas del noroeste: ku’ahl, cucapá, paipai, kiliwa y kumiai, todas pertenecen al grupo yumano, de la familia lingüística hokana.
Se encuentran en alto riesgo de desaparecer, debido a que cada vez son menos las personas hablantes. Hay diversos factores que explican este riesgo, tal como dijo Yolanda Meza en entrevista exclusiva con Once Noticias.
Mi nombre es Yolanda Meza Calles, en español. En kumiai me llamo Yolanda Meskuich Kuijas. Tengo tiempo dedicándome a rescatar la cultura de mi pueblo. Mucho nomás para mis nietos. La gente de la comunidad luego se acerca a preguntarme algo, pero en general sólo es para mis nietos. Tengo 13 nietos y además nos apoyamos con mi hermana Emilia, y también sus nietos. Se ha perdido la lengua. Sólo nosotras nos apoyamos, no contamos con más apoyo de la comunidad. Hay poco interés”, expresó con gran amabilidad y alegría, porque le resulta importante dar a conocer la cultura de sus ancestros.
Yolanda es originaria de Juntas de Nejí, en Tecate, “aquí nací y aquí nacieron mis papás y 14 generaciones para atrás. No hemos salido, aquí hemos estado siempre”.
Su lengua materna es el tipai. Ella aprendió español un poco más grande, pues toda su vida habló su lengua originaria con su madre y sus hermanas.
“Cuando mi madre falleció, hace 12 años, ya no había con quién platicar en nuestra lengua. Mis hijos no la saben. Lo que hicimos fue tratar de hablarlo con los nietos, están chiquitos y aprenden rápido. Ahí vamos”, compartió Yolanda.
Hay muchos factores que inciden en la pérdida de la lengua, sobresale el racismo; al respecto, Yolanda explicó que el interés en la lengua es reciente.
“La gente, el gobierno y todo mundo le ha puesto atención, pero antes no. Mi madre nos platicaba que en su juventud les decían que frente a las personas no hablaran kumiai, tenían que hablar español. Era peligroso y luego los maltrataban. Eso se fue quedando, se hizo costumbre”, comentó la entrevistada con un aire cargado de tristeza.
En la comunidad de Nejí, son muy pocos los que hablan la lengua, “diario es una resistencia grande”. Y esto se debe a que las nuevas generaciones buscan nuevas oportunidades fuera de la comunidad, por lo que suelen migrar.
Los pobladores tienen que buscar el sostén, porque las necesidades son grandes. Yolanda junto con sus 4 hijos y 13 nietos han decidido quedarse en su comunidad.
Si nos salimos qué vamos hacer. Nosotros nos alimentamos con plantas que antes se comían, pero es por temporadas”. Señaló que la escuela más cercana está a 12 kilómetros y que hay que gastar en gasolina y demás necesidades básicas. “No es fácil, pero aquí estamos resistiendo”, expresó.
Yolanda Meskuich tiene un propósito y es que quiere dejar un legado: la lengua y los cantos.
La pandemia para ella ha sido una oportunidad porque está más tiempo con sus nietos, por lo que aprovecha para enseñarles más de la cultura de sus ancestros.
Hasta 2015, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), se registró que habían mil 197 personas que pertenecían al pueblo kumiai. En el censo de 2020 se registraron a 381 hablantes dispersos en tres localidades.
Si una lengua se pierde, se pierde una cosmovisión del mundo
La lengua, es uno de los elementos culturales e identitarios de gran importancia. Al perderse se extingue un conjunto de cosmovisiones, porque la lengua detona la creación misma. Sin ella, se pierde a un pueblo y a una cultura entera.
En el caso de Gregorio, la lengua también es importante junto al territorio. Él vive con su familia en San José de la Zorra, ubicado a casi 100 km de Tijuana y a 50 km de Ensenada. Hasta 2019 habitaban 240 personas, es decir, 80 familias dispersas en el valle de San José.
Es hijo de Gloria Castañeda, una mujer kumiai que fue “reconocida como una de las mejores cesteras kumiais en ambos lados de la frontera. Esta actividad la realizó durante toda su vida [en conjunto] con la interpretación de cantos y la enseñanza de su lengua materna en el Kumeyay Community College (KCC), en la comunidad de Sycuan, California, Estados Unidos”, tal como afirma Miguel Olmos, investigador de El Colef, en un homenaje a Gloria.
Gloria falleció en 2008, pero dejó un enorme legado en su familia y en la comunidad. Colaboró con diversas instituciones para la producción de materiales gráficos en su lengua originaria, además de dejar registros sonoros de los cantos kumiai.
Gregorio aseguró que la lengua es algo que los une y los define. En las escuelas los niños y niñas la aprenden, y al igual que su madre, está comprometido con enseñarla a las nuevas generaciones.
Él es parte de una generación que aún tuvo un acercamiento importante a las tradiciones. Tiene algunos talleres e intercambios culturales, a través del programa Kumiai-border, “para que otros kumiai de Estados Unidos, vengan a practicar la lengua”, señaló.
Isaura, nieta de Gloria, comentó que en la escuela básica les enseñaron algunas palabras (como el saludo o despedida) pero las clases son en español. Isaura es una mujer joven y alegre.
Al caminar por la sierra, rumbo a uno de los lugares sagrados, recordó que su abuela le hablaba en su lengua originaria.
“Pero yo ya lo olvidé. Me gustaría hablarla pero casi nadie lo habla. Sé saludar, pero nada más y mis hijos no hablan, pero me gustaría. Hace poco soñé a mi abuela y me regañó por eso”, relató.
Isaura vivió algún tiempo en San Diego y suele hablar ‘spanglish’, como muchas otras personas que viven “en esta frontera en donde empieza la patria”, tal como indica un monumento cerca del muro.
En la práctica son pocas con las que se puede sostener una conversación en tipai.
kumiai en resistencia
Yolanda Meskuich busca dejar un legado para su familia, para sus 13 nietos y nietas. También busca que las personas conozcan más sobre la lengua y la cultura kumiai, por lo que ella y su hermana dan clases de kumiai en el Centro Cultural de Tijuana (CECUT). Acaba de publicar un libro de cuentos y recetas, en colaboración con un lingüista de la Universidad de San Diego.
Pese a las vicisitudes, es importante recuperar la lengua de su pueblo.
Porque tenemos territorio, artesanías, pero nuestra lengua, nuestros cantos, se me hace que es lo principal y así viviremos. Las siguientes generaciones deberían de verlo como algo muy importante”, afirmó.
Para Gregorio también es importante preservar su territorio, porque es una parte fundamental de la comunidad. En esta zona hay conflicto por la tenencia de la tierra, por la expansión de las vitivinícolas y el conflicto del agua.
O como Isaura, quien se reconoce kumiai, aunque ya no hable la lengua, por su familia, por su territorio y sus artesanías (las mujeres de su comunidad se dedican a la producción de cestos de junco y sauce que se venden del otro lado del muro).
El despojo, el olvido, la marginalización, las políticas neoliberales que se obstinan en defender a un sistema voraz, en pos del detrimento de las poblaciones indígenas, son sólo algunos de los tantos elementos que han acelerado que estas lenguas estén en peligro.
Día Internacional de los Pueblos Indígenas
El Día Internacional de los Pueblos Indígenas se conmemora porque fue el día de la primera reunión del Grupo de trabajo de las Naciones Unidas sobre poblaciones indígenas de la Subcomisión sobre la Promoción y Protección de los Derechos Humanos, que tuvo lugar en 1992.
Dos años más tarde, la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió que, durante el Decenio Internacional de las Poblaciones Indígenas del Mundo (1995-2004), cada 9 de agosto se conmemoraría.
Busca recordar que los pueblos indígenas deben ser reivindicados, incluidos, valorados, deben ser reconocidos como sujetos de derechos, deben participar, y tener los mismos beneficios sociales y económicos que el resto de la población, así como tener la garantía plena de sus derechos humanos.