Las secuelas del ataque armado entre Rusia y Ucrania se denotan en las cuestiones políticas, económicas, sociales y ambientales.
Aunque hemos oído poco del tema, no significa que no sea relevante, al contrario, de la naturaleza sobrevive y respira el ser humano.
Sufrimiento y desequilibrio en la naturaleza
Once Noticias conversó con Carlos Rius, académico de la Facultad de Química de la UNAM, quien afirmó que: “definitivamente, cualquier guerra nos trae un desequilibrio de la naturaleza, aparte del sufrimiento humano, también hay un cambio radical”.
Pero igualmente, dejó en claro que no se puede hacer nada por impedir esa contaminación, porque, si a nivel local, en México no se puede detener la misma, menos se podría hacer a nivel mundial.
El doctor en Química ejemplifica que, esa contaminación que se produce por el ataque armado, parte de que los aviones de combate duran dos o tres horas en el aire y gastan cinco mil litros de gasolina, y también tiene mucho que ver el material explosivo empleado.
“¿Qué es una explosión? Es una combustión, o sea yo puedo tener mi estufa de gas y la prendo y se está quemando el gas; entonces, es una combustión controlada, es contaminante, pero está controlado, pero si tengo un exceso de gas cuando ocurre una explosión de gas en una casa, es porque se va acumulando (ese gas)”.
Y para ello, hace una comparación con lo sucedido recientemente en Cuba -donde van más de 40 muertos-, debido a una fuga de gas. El académico señala que si hay una gran cantidad de oxígeno que se combina con un combustible, ocurre una explosión; eso es lo que está ocurriendo con las bombas.
“Éstas tiene un material que es combustible y aparte tienen una gran cantidad de oxígeno esto hace que el incendio que pueda producir la bomba será instantáneo y, por lo tanto, se produce una explosión que liberara gran cantidad de productos a muy alta temperatura, que generan productos que aumentan el nivel de ozono de la atmósfera”, destaca Carlos Rius.
Un inconveniente más que el profesor detecta es que gran parte de Ucrania son bosques y llanuras. Por lo tanto, asegura que si ahorita la gente podría ver en fotos satelitales la gran cantidad de fuego en ese país es porque se bombardearon muchos lugares.
Y otro de los problemas grandes que hay, según él, es que los rusos se han dedicado a bombardear lugares estratégicos para la resistencia ucraniana.
“Por ejemplo, en la parte este de Ucrania, en el Donbás era la parte más industrializada; hay grandes industrias químicas y de petróleo, muchas de ellas han sido totalmente destruidas, ¿a dónde van a parar todos los elementos que tenían esas fábricas, que se dispersan en el ambiente? (…) y entonces aumenta la contaminación”.
Recordando a Chernóbil
Rius rememora una de las explosiones más grandes de la historia: Chernóbil que, por falta de mantenimiento, llegó a ser uno de los accidentes más fatales.
Al cuestionarle, cuál es el límite o radio que alcanza la contaminación producida por ese ataque bélico en el planeta, el experto asegura que, “ojalá y el daño fuera localizado, si tuviéramos una esfera, una cápsula y pudiéramos encerrar la zona de guerra, ahí veríamos los efectos, el problema es que todo esto se va hacia la atmósfera y la atmósfera es dinámica”.
El letrado dice que por este proceso se tienen en ciertos lugares niveles de contaminación muy fuertes, superiores a los que se tenían normalmente, porque la cantidad de explosiones, de incendios, de bombas, hacen que los vientos dispersan los gases y éstos se van a diferentes niveles y no van a quedar circunscritos a un solo lugar, se trata -subraya- de una zona donde hay una gran contaminación, “y eso nos va a estar afectando a varios lugares”.
¿Hay forma de evitar este deterioro ambiental?
El especialista en temas químicos enfatiza que no. “Ya lo estamos viendo a nivel nacional, las alertas de no circular de los coches son, porque están quemando combustóleo, que ya no se puede vender porque resulta que cambiaron las leyes”.
El profesor de la UNAM se refiere a que desde el 1 de enero del 2021, la ley especificaba que, no se podría vender combustóleo para los barcos que tuvieran arriba del 2% de azufre. En ese tenor, el combustóleo mexicano tendría entre 5 y 6% de azufre.
“De pronto se les cayó el mercado; se había propuesto esta ley cinco años antes y nunca se hizo nada; de pronto nos inundamos de combustóleo y la única solución es quemarlo en las refinerías termoeléctricas y (ahora) estamos sufriendo las consecuencias de ese combustible que es totalmente sucio, porque tiene una gran cantidad de azufre”, finaliza.