La gentrificación en la actualidad acecha a los territorios. Los procesos que implican tienen que ver con una lógica del sistema que impone la transformación de los espacios a costa de habitantes, de su bienestar y de sus bolsillos. Es un fenómeno además que deriva de considerar a las viviendas como mercancías y no como un derecho humano.
Y es que las millonarias inversiones que hacen las empresas inmobiliarias tienen por objetivo transformar espacios, bajo una lógica de ‘modernización’ y progreso, para aumentar el valor de inmuebles y servicios. La redensificación es un fenómeno que busca reapropiarse de las ciudades para incentivar desarrollos de vivienda que poco o nada tienen que ver con la economía de la población, ni con habitar dignamente un espacio.
Esto lleva consigo efectos demoledores que implican el desplazamiento de los habitantes, costos inaccesibles e impactos culturales y en las relaciones sociales.
Estas amenazas llevan asentándose en nuestro país desde hace varios años y ha sido estudiado cada vez más por urbanistas, geógrafos(as), científicos (as) sociales, antropólogos (as) que han hecho hincapié en que se genera, entre otras cosas, segregación por medio del desplazamiento.
Guadalajara y Ciudad de México son algunos de los ejemplos en los que se han dado estos procesos, más no los únicos.
Según datos del Directorio Estadístico Nacional de Unidades Económicas (DENUE) en una búsqueda general, en el país, se detectan 10 mil 434 servicios inmobiliarios y de alquiler de muebles e intangibles. Este tipo de actividad económica se concentra en Ciudad de México, Jalisco, Nuevo León, Baja California, Guanajuato y Estado de México.
Máximo Jaramillo, investigador de la Universidad de Guadalajara (UDG) y director del Instituto de Estudios sobre Desigualdad (INDESIG) -quien con un grupo de especialistas ha impulsado el proyecto de Gatitos contra la Desigualdad, conversó con Once Noticias sobre estas amenazas y sobre cómo ante cualquier suceso, como los incendios en mercados públicos, prenden las alarmas para advertir estos fenómenos.
¿Por qué un incendio puede detonar la alarma para advertir un acecho de redinsificación y gentrificación?
El pasado 3 de abril un incendio consumió al menos 300 locales del Mercado público de San Juan de Dios, uno de los más grandes del país (alberga por lo menos 3 mil puestos comerciales) y el mercado techado más grande América Latina.
Este mercado se ubica en el Barrio de San Juan, en el centro histórico de Guadalajara. Cuando ocurrió aquel hecho, en redes sociales surgió la preocupación de que el incendio fuera una forma para desplazar a los locatarios y emprender un proyecto inmobiliario. Es un mercado de gran importancia para la ciudad -por su historia y su valor arquitectónico-.
Sin embargo, tras este hecho, el ayuntamiento informó que el mercado fue reabierto unos días después y los comerciantes afectados fueron reubicados de forma temporal en lugares cercanos como la Plaza de la Estampida.
Además, tal como informó el alcalde Pablo Lemus, también a los comerciantes afectados se les entregó un apoyo económico por 25 mil pesos, 3 mil despensas y se informó que habría una propuesta ante el Pleno del Ayuntamiento para condonar la renta del espacio, lo que resta del ejercicio fiscal.
Jaramillo señala que cuando ocurrió el incendio hubo preocupación porque es un foco de alarma dado que los incendios en mercados públicos se han utilizado para desplazar e imponer desarrollos inmobiliarios.
El especialista recuerda que en 2014 se registró un incendio en el Mercado Antiguo Corona, también en Guadalajara. El incendió provocó la pérdida total del inmueble, se demolió y luego se reconstruyó. La empresa Edificación Industrial y Servicios S.A. de C.V fue quien obtuvo el contrato para desarrollar dicha construcción que dejó un mercado distinto.
“Mucho se habló de que los intereses de este predio se aprovechó con el incendio. Cuando buscan desplazar o la ‘renovación’ de los espacios, hay una coincidencia negativa con los incendios”, señaló Jaramillo al medio.
¿Cómo ha afectado a Guadalajara?
El Estado de Jalisco es la tercera entidad más poblada del país -hay ocho millones 348 mil 151 habitantes-. Sus municipios más poblados son Zapopan, Guadalajara y Tlajomulco de Zúñiga, según datos del Censo de Población y Vivienda 2020 (INEGI).
Este crecimiento demográfico ha traído la necesidad de construir más viviendas, pero al mismo tiempo se ha generado un fenómeno que preocupa a especialistas porque se genera especulación de vivienda y a su vez, financiarización.
Al respecto, Max Jaramillo señala que las viviendas nuevas se utilizan no para habitarlas sino como una inversión, es decir, un activo financiero donde se invierte y se busca tener rendimientos.
Además se suma que la construcción de las viviendas nuevas, impulsadas por inmobiliarias, se realiza bajo un proceso distinto que responde al interés de redensificar las ciudades.
“Ahora se habla de redensificar las ciudades, es decir, los proyectos inmobiliarios ya no se hacen en las periferias, sino que las inmobiliarias adquieren predios en zonas populares o en colonias de clase media o media alta, pero dentro de la ciudad y esos predios se hacen viviendas con características distintas. Se construyen edificios con departamentos sumamente pequeños y con precios sumamente altos. Además muchos de ellos están vacíos, ni siquiera se logran vender, porque no hay una demanda tan alta”, afirma Max.
En Guadalajara, además, los predios que adquieren las inmobiliarias son dados por el gobierno, quien los vende y otorga concesiones. Un ejemplo de ello es el Mercado Libertad o San Juan de Dios que ocupa un predio muy grande y en el que, según lo expresado por Max, puede atraer el interés de desarrollos inmobiliarios, porque no sólo se considera el tamaño sino la plusvalía debido a su localización en el Centro Histórico.
Y es que por largos años ha existido el interés de renovarlo. En 2002 la Comisión Nacional de Zonas y Monumentos Artísticos lo declaró monumento artístico. Un año después, las administraciones a nivel municipal y estatal, estuvieron a punto de demolerlo. Sin embargo, el inmueble fue declarado Patrimonio Artístico de la Nación por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) en 2005..
Max comparte con Once Noticias que en los últimos 16 años el precio de vivienda a nivel nacional aumentó 166%.
Esos precios rebasan hasta por 42% la inflación, según las estimaciones que hizo entre 2005 y 2022, por lo que advierte que no hay relación entre la vivienda y las posibilidades salariales de las personas -que son muy bajos-, entre la oferta y la demanda.
Asimismo no se pueden dejar de lado los impactos culturales y las relaciones sociales que ocurren ahí, porque la idea de “modernizar” los espacios, en el caso de instalaciones de mercados o en el caso de la construcción de viviendas de lujo -de precios inaccesibles-, tiene implicaciones en la estigmatización y discriminación hacia ciertos grupos poblacionales, provocados por estos fenómenos urbanos, por lo que el especialista sugiere no perder de vista a estos sucesos.