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Reflexiones sobre el 8 de marzo (#8M)

FOTO CUARTOSCURO.COM

 Por: Martha Varela Ochoa El 8 de marzo #8M no es una celebración, es una conmemoración por los derechos, la igualdad y la justicia para las mujeres.
“No es festejo el 8M, es una conmemoración porque nos permite recordar a las mujeres que han contribuido con su trabajo, con su esfuerzo a la lucha por la igualdad. Sus orígenes históricos están vinculados con movimientos de mujeres obreras y trágicos acontecimientos. No podemos banalizar lo que el 8M significa”, comentó Dra. Karla Salazar, especialista en el estudio de la resiliencia, UNAM.
Históricamente, para las mujeres, incursionar en el ámbito público –destinado para los hombres–, no ha sido fácil. Han avanzado en medio de condiciones de desigualdad, violencias, pobreza, exclusión e inequidad. Las historias de violencia aún prevalecen. Datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH, 2021) señalan que, en México, de un total de 50.5 millones de mujeres de 15 años y más, 7 de cada 10 han experimentado, al menos, una situación de violencia a lo largo de la vida. La Dra. Karla Salazar, especialista en el estudio de la resiliencia menciona que, “con nuestra lucha, nuestros gritos, las cosas se complejizan porque la libertad molesta, incomoda, porque nos topamos al patriarcado de frente, esa estructura patriarcal que permite que la mujer sea cosificada, maltratada, usada; desde los micromachismos, microviolencias, que son las expresiones más sutiles de la violencia hasta las agresiones con ácido, desapariciones, feminicidios, son violencias contra las que tenemos que luchar”. En este contexto, aprender a mirar las necesidades de las mujeres indígenas, conocer las inquietudes de las mujeres con discapacidad, ser sensibles a los prejuicios que existen hacia las adultas mayores, abrir espacios para las mujeres de la diversidad sexual, interesarse en las demandas de las migrantes, y de aquellas cuyos hijos han desaparecido, nos permitirá crecer como sociedad y ser más solidarios. La investigadora del Seminario sobre Trabajo y Desigualdades de El Colegio de México, Rosario Aparicio López, afirma que “socialmente, a las mujeres nos han considerado un grupo homogéneo cuando no lo somos; desde la interseccionalidad es claro que tenemos necesidades diferentes. Hay una deuda histórica con las mujeres indígenas, las vemos como una clase abajo de nosotros, no las respetamos como iguales, no las reconocemos. Vivimos en una sociedad estructuralmente racista y la lengua es un factor muy fuerte de discriminación. Habrá que reflexionar si desde su trinchera, las demandas de estas mujeres el 8 de marzo, son las mismas que las de las otras mujeres. Si soy una mujer negra con discapacidad, soy peor de discriminada y racializada”.

Sororidad y resiliencia

El 8 de marzo (#8M) es recurrente escuchar la palabra sororidad, término derivado del latín soror, que significa hermana; “sororitè” en francés; “sororitá”, en italiano; “sisterhood”, en inglés; finalmente, su significado se traduce en la creación de alianzas entre mujeres con el compromiso de reconocerse y construir espacios en los que haya nuevas posibilidades de vida como dijera la antropóloga mexicana Marcela Lagarde. No obstante, también se habla de resiliencia. Al respecto, la Dra. Salazar enfatiza que “más allá de la sororidad, para que las mujeres sigamos luchando, necesitamos ser resilientes, no entendiendo la resiliencia como resignación o adaptación, sino como un proceso complejo que se acompaña de fortaleza interior. Es importante no mirar a las mujeres como víctimas o como heroínas porque ninguna de las dos posiciones les hace justicia. El silencio invisibiliza. Somos seres humanos que necesitamos el apoyo social sobre todo cuando nos lastiman, por eso es que marchamos, gritamos, rompemos, porque la violencia no es normal”. La Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH, 2021) menciona que 8 de cada 10 mujeres que experimentan violencia física y/o sexual por parte de su pareja, no solicitan apoyo y tampoco presentan denuncia.

El reto

En este contexto, lo que queda es la alianza entre mujeres y apostar por la resiliencia que señala la Dra. Salazar: “Las violencias se presentan de diferentes formas, pero, no te puedes resignar a ellas. Cuando una mujer está caída, cuando su personalidad está hecha añicos, es cuando otras mujeres podemos llegar y ayudarla a un proceso de reconstrucción, eso es resiliencia. Cuando una mujer lastimada ayuda a otra mujer lastimada, se da un proceso de coresiliencia porque la resiliencia que tú generas, incide en tu propia resiliencia. Olimpia Coral Melo, impulsora de la Ley contra el Acoso Digital es un ejemplo de resiliencia, sola no hubiera podido reconstruirse. Reconoce que, a través del apoyo de otras mujeres, pudo encauzar su lucha y hoy es referente internacional”. Deconstruir las violencias es un asunto de hombres y mujeres. Por un lado, es fundamental dejar de naturalizarlas y, por otro, impulsar la reeducación emocional de los hombres. El especialista en masculinidades y director de la asociación hombres por la equidad, Roberto Garda, quien ha trabajado con grupos de reflexión de hombres violentos por más de veinticinco años, subraya que “en su proceso de construcción de identidad, los hombres aprenden a rechazar todo lo femenino: tanto a las mujeres, como a los sentimientos o situaciones que los colocan o hacen ver ‘como mujeres’. Este rechazo se da porque los hombres son educados para creer que, al rechazar, reafirman su masculinidad. Así, aprenden que la virilidad se reafirma al violentar a lo femenino”. Al respecto, Rita Segato, escritora y antropóloga feminista, señala que hay que demostrar a los hombres que buscar expresar la potencia por medio de la violencia es una señal de debilidad. El hombre que usa el recurso de la violencia es un hombre frágil. Lo que se quiere exhibir como potencia es precisamente impotencia”.

El doloroso proceso

En lo que refiere a la deconstrucción de la forma en que los hombres han sido educados, la Dra. Salazar puntualiza que cuando los hombres tienen la disponibilidad de aprender y hacen un ejercicio de introspección, viven un proceso doloroso en el que se percatan de que no sólo han lastimado a otros, sino que se han lastimado a sí mismos. Ése es el primer paso hacia una justicia restaurativa; sin que ello signifique eximir a un agresor. Como seres humanos, no podemos perder la esperanza de un mundo donde la igualdad entre hombres y mujeres llegue a ser una realidad. #8m es un día emblemático… pero no es el único para visibilizar a las mujeres, tú, ¿qué concepción tienes de este día?
 “En América Latina, México tiene estadísticas respecto a las mujeres que sufren violencia, pero no tenemos suficiente información de quiénes son los hombres agresores, entonces no podemos atacar el problema de raíz, necesitamos saber si son hombres con baja escolaridad, clase social, edades, etc.”, declaró Dra. Rosario Aparicio López, investigadora del Seminario sobre Trabajo y Desigualdades de El Colegio de México.
 
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