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Scarlett, chica trans que lucha por su salud tras discriminación hospitalaria

Ana Scarlett Vargas Gutiérrez es una chica trans dedicada al show trasvesti, sin embargo, en 2011 le diagnosticaron un tumor en el cerebro que era imposible de operar dado el avance que ya tenía. 

Según explicó a Once Noticias tampoco pueden darle un tratamiento de quimioterapia porque le podrían causar daños al sistema nervioso. Su doctora le dice que tiene que disfrutar cada día porque puede ser el último desde hace diez años.   

Siempre tengo dolores impresionantes de cabeza a veces quisiera azotarme en la pared para ver si así se me distrae el dolor que me da. Yo no me había dado cuenta, a mí me daban los dolores, pero yo decía que era por el estrés del talón (trabajo sexual), pesaba que era el cansancio. Pero de repente como en el año 2009 me empecé a sentir una bolita y la bolita y la bolita, pero nunca le tomé importancia ya en 2012 cuando los dolores me tiraban o se desmayaban decidí ir para revisarme”, explica Scarlett.   

El problema era que la discriminación en los hospitales afectaba directamente a la salud de las personas no solo trans sino de toda la comunidad LGBTIQ+. 

Tardaban horas en atender a pacientes de urgencias, o en muchos casos ni siquiera los atendían, los comentarios entre médicos y enfermeros sobre que podían contagiarse, se transformaban en actitudes negligentes que ponían en riesgo la salud de las personas. Y eso desalentaba a Scarlett para atenderse y ver que era la bolita que le crecía del lado derecho de la nuca.  

Cuando llegábamos a los hospitales era casi vestidas de hombre y en aquel momento tampoco teníamos derecho a tener un cambio de identidad y siempre nos trataban como si fuéramos hombres, aunque nosotras le decíamos que nos llamábamos fulana o mengana, ellos te decían ‘sí pásele caballero’. Hoy en día ya no, pero antes ni en urgencias nos querían atender y escuchábamos que hablaban de los putos y los jotos, pero nunca nos atendían y si los hacían era de mala gana, como si les diéramos asco. Por el miedo a la discriminación no quería ir y me deje de atender y ahora veo las consecuencias. Si lo hubiera atendido cuando era una bolita tal vez me hubieran podido quitar este tumor”, lamenta Scarlett.   

Ella nació el 6 de agosto de 1983, es hija del señor Pedro Vargas Perdomo, un acapulqueño que se casó con una mujer cubana de nombre Marta Marcelina Gutiérrez Salgado. Vivieron dos años en la capital hasta que regresaron a Acapulco en el año de 1985. La pareja tuvo cuatro hijos, tres mujeres y un barón. Scarlett es la mayor de los cuatro hermanos y siempre ha tenido la esperanza de volver a ver al único varón de la familia que lleva el nombre de Gustavo Vargas Gutiérrez, quien está desaparecido desde hace más de 30 años.

Scarlet no tiene detalles de lo que pasó, pero sabe que el menor de sus hermanos se perdió a la edad de tres años en Acapulco, Guerrero. La vida familiar nunca fue fácil, pues su padre pasaba gastando lo que ganaba cuando trabajaba en la construcción de la “Autopista del Sol”.  

El año en que muere mi madre, uno de los hermanos de mi papá me viola, él habrá tenido unos 17 años y desde ahí le guardé mucho rencor a ese tipo, no sólo me violaba a mí, sino a mis hermanas también. Nunca denunciamos el abuso de mi tío, nunca le dijimos a mi papá y creo que hasta la fecha él no lo sabe. Ese señor ya murió y en su lecho de muerte me habló para pedirme perdón a mí y a mis hermanas. Yo fui creciendo con eso, pero tenía a mi abuelita Elisa Perdomo Bello, gracias a esa señora pude estudiar hasta primero de secundaria, éramos muy humildes, a veces no teníamos para comer ni para nada. Mi papá prefería andar de mujeriego, y como era operador de maquinaria pesada nunca estaba en casa”, relata Scarlett.  

Dejó la escuela porque comenzó a buscar dinero de lava trastes y tirando basura de los locales acapulqueños, ella dice que no quería ver sufrir a sus hermanas porque el hambre rondaba antes y después de dormir. A los 13 años de edad comenzó a dar sexoservicios.  

“Me dedique a la prostitución en Guerrero. Yo soy una de las chicas de la prostitución infantil de aquellos años”.

En Acapulco llegaban los gringos y eran ellos los que nos hacían hacer cosas horribles. Fueron muchas cosas las que tuve que pasar en aquel entonces. Tenía mucho miedo porque los gringos nos amenazaban si decíamos algo, son recuerdos muy tristes para mí, y aun sigo luchando con eso”, externa Scarlett

Conoció los bares y la droga, según cuenta un amigo suyo era el encargado de venderla. La cuota era de 600 pesos. Él solo le daba 200 pesos. Scarlett fue creciendo y a los 17 años comenzó a conocer el show trasvesti, se metió de lleno al punto que fue una de las mejores intérpretes de Mónica Naranjo, después de un año decidió salir rumbo a Ciudad de México.  

Cuando llegó a la capital mexicana conoció a una madrota de la avenida Tlalpan, quien se llamaba Laura. Durante los primeros días durmió en la calle, pero fue la madrota Laura quien le pagó una habitación en el hotel Palacios, el lugar donde vivían todas las chicas trans de la ruta.  

Me empieza a prostituir y lógico yo sin pechos, sin nalga sin nada, y junto varias chicas bien chichones y nalgonas con unos cuerpazos pues yo me quedaba y me levantaba y trabajaba super poquito. Fue hasta que conocí a Karen, ella me adoptó, me empezó a inculcar cómo tenía que ir, por el bien o por el mal, fue mi “madre” de la calle y ella me empieza a hormonizar directo en los pechos y es como comencé a tener un poquito más de chamba, pero en ese medio todo se cae y todo nos hace daño, por eso tenemos que cuidarnos lo más que se pueda, la salud es una de las luchas que las mujeres trans también tenemos que llevar”, cuenta Scarlett.  

Al preguntarle si le diría algo a las chicas que comienzan con este proceso de transición ella respondió:

“¿Qué les digo?, que no caigan en alcoholismos ni en drogas, porque es muy difícil salir de ahí, lo digo por experiencia. Ahorita que están chicas aprendan a ahorrar porque un día estaremos viejas, si es que alcanzan mi edad les digo que hagan algo para que tengan un lugar en donde estar porque el día de mañana no tendremos nada. También les diría que tenemos que aprender a ser humildes porque es la llave de muchas puertas. Siempre tenemos que seguir siendo nosotras y resistir a los que vengan, porque esta decisión aún sigue siendo una lucha” expresa Scarlett. 

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