Reportajes especiales

Son de Madera apuesta a la tradición y vanguardia

El grupo con más de 30 años de trayectoria volvió a los escenarios de la capital presentándose en el Foro Hilvana

Las luces neón iluminaron esa tarde dominical. Todos los boletos se vendieron y las almas ansiosas del zapateado llegaron puntuales al Foro Hilvana, ubicado sobre avenida Puente de Alvarado, un espacio que como muchos en la Ciudad se vieron forzados a cerrar como parte de las medidas sanitarias ante la emergencia de COVID-19.

En la fila, que creció de forma acelerada, no faltaron los reencuentros de quienes llegaron con familiares o amistades, para disfrutar y celebrar el son y la vida. Y es que luego de un encierro, que paralizó las actividades presenciales, volver a los espacios musicales representa la oportunidad de reencontrarse, porque nunca será lugar común creer que la música es cercanía y encuentro.

FOTO: María Fernanda Ruiz

Mientras tanto, en un pequeño espacio dentro del recinto, en el segundo piso, los integrantes se preparaban con una emoción fortuita. Y es que no importa cuántos años de experiencia se tengan en los escenarios, siempre hay entusiasmo, como una ‘temblorina’ que recorre todo el cuerpo y que en cada presentación es distinta: a veces viene de las piernas y sube hasta la cabeza, a veces viene del pulgar izquierdo o hasta de la rodilla.

Se preparan con sus guayaberas y se dan algunas instrucciones, tal vez hacen algún rito previo, conversan un poco y mandan sus últimos mensajes por celular. Mientras tanto, la gente entra para hacerse de una mesa.

Acá todos y todas son iguales, en el zapateado no hay edad, aunque llama la atención la masividad de jóvenes. Son de Madera lo tiene presente en cada nota y en cada verso. Eso es lo que hace único a este grupo con 30 años de trayectoria, originario de Xalapa, Veracruz.

El concierto se abre con la presencia enfática de las mujeres, que se han conquistado la escena del son jarocho: Caña Dulce y Caña Brava. Con una fuerza indómita son ellas quienes encienden el escenario. El zapateado y el rasgado único del arpa hacen que el público pida más, lo que provoca que las Cañas suelten el abrasador sonido de sus instrumentos.

Son de Madera, mientras tanto, calienta su voz y sus manos al acompañar en algunas canciones a las Cañas.

Al cabo de una hora, y sin la brusquedad del cambio, llegó la hora de Son de Madera, quienes un par de horas antes sus integrantes se hicieron de un breve espacio para conversar con Once Noticias.

El son no se destruye, se crea y se transforma

Son de Madera ha vuelto a la escena, aunque como muchos y muchas hicieron de la virtualidad una aliada para recrear la festividad y el zapateado, pese a la pandemia. Sin embargo, regresan con fuerza y con planes para continuar con la revitalización de un género que ha marcado no sólo a la tradición musical de una entidad, sino del país: el son jarocho.

Andrés Tereso Vega Hernández (jarana tercera), de origen campesino –como le gusta advertir luego de mostrar una larga cicatriz que se hizo con un machete que le hizo pensar que nunca más volvería a tocar–, compartió a Once Noticias la emoción y alegría de reunirse con la banda en este escenario.

Señaló que la pandemia ha sido difícil pero que “el público que nos viene a ver también tiene ganas de escuchar son jarocho y nosotros con la emoción de poder mostrar el trabajo”.

Ramón Gutiérrez (fundador, requinto y voz) relató al medio que el internet les permitió encontrar un espacio para continuar con las actividades musicales: con presentaciones virtuales o con clases a distancia, los músicos lograron hacer frente a la incertidumbre (económica) de la pandemia.

No obstante, confesó sus nervios dado que no se ha contagiado de COVID-19 y volver a las aglomeraciones lo ponía nervioso.

“La música nos renueva y nos da esperanza, para volver a apapacharnos, a abrazarnos. Me pongo nervioso, aunque estamos contentos de volver a este Foro y que haya gente interesada. Eso nos entusiasma mucho, tener un público y que la gente acuda a escuchar música mexicana y son jarocho, también para ellos es importante”, dijo.

¿Cómo seguir en la vanguardia? ¿Cómo hace Son de Madera para llegar a las nuevas generaciones? Óscar Terán Carbonero (contrabajista y quien agrega el espíritu del jazz en cada son tocado)  compartió que el jarocho es un ente vivo:

“es como la lengua. La lengua y la música no tienen ataduras. Por naturaleza se recrea todo el tiempo. La poética que hay en el campo es distinta al de la ciudad. Los jaraneros que crecen en el campo, es distinto. Los chavos traen sus propias experiencias y su música que consumen. El son está vivo y cambia y se renueva, no hace falta forzarlo, encuentra su propia manera de recrearse”.

Todos, entre risas, señalaron que siguen en la vanguardia porque ahora hay un nuevo y joven integrante: Pablo Emiliano (jarana), quien recién se integra a la banda y que confiesa a Once Noticias su felicidad:

“es un honor tocar con leyendas. Luego de la pandemia la banda viene con mucha emotividad, renovado y con otro carácter, con una sensación de que la música es necesaria y que ha salvado vidas. Es parte de la supervivencia del alma”.

El jaranero agregó que la revitalización del género también es posible siempre y cuando haya una raíz cimentada: “llevar el son a buscar otros sonidos y otros horizontes, sólo se logra con un pie bien plantado en la raíz y con estos maestros, no se pierde la raíz”, dijo.

La pregunta, sin embargo, detonó reflexividad por lo que Ramón enfatizó que el son ha permeado desde hace 300 años, sin embargo, permanece dada su plasticidad. El músico lo comparó con el amor:

“hay que estar atizando y renovándolo sino se vuelve cansado y monótono. Así es un grupo, como un matrimonio, y hay que darle otra vez, […] La música está cambiando, por eso podemos retomar muchas cosas de la música tradicional, pero también de la música actual”.

No obstante, señaló que para él y Tereso, que llevan 30 años tocando, siempre están en constante reflexión y que tratan de entender a los jóvenes.

“Lo importante de la música y el arte es que son conexiones y uno admira otras épocas, como el pasado. Lo que hay que hacer es conectar con los jóvenes […] Hay que establecer la conexión, hacer algo que le llegue a los chavos”.

Compartió, entre risas, que le gustaría hacer algo como Molotov: “ya están rucos, pero hacen algo y le llega a la chaviza. Me encantaría porque lo que hago es entre jóvenes, pero que están en la alternancia y valoran las letras. De pronto me gustaría soltar la camisa y llegar a la chaviza”, relató al medio.

Nuevo sonido, cuando se apaga la luz del concierto

Con las Cañas se advertía lo que se venía: fuego, fulgor, poesía. Cuando Son de Madera subió al escenario se prosiguió con ello: las almas soneras bailaron, cantaron, gritaron y pidieron sus canciones favoritas. En cada son los rostros del público exaltaban la emoción de cada estrofa.

Esas almas indómitas pidieron incesantes, luego de un par de horas de rasgueo, son y ternura, que la banda no se fuera sin antes tocar “¡Otra! ¡Otra! ¡Otra!”.

Y fue con “El Amanecer” que el grupo cerró su concierto en compañía de las integrantes de Caña Dulce y Caña Brava, con la promesa y el ánimo, dado el amor expresado por el público, de continuar llevando el son jarocho de tierra cálida y húmeda, a otros escenarios de esta enorme ciudad.

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