Un grupo de mujeres mayas, en Guatemala, tejen una lucha para que sus derechos sean respetados y se venere la protección de la propiedad intelectual colectiva.
Aglomeradas en el Movimiento Nacional de Tejedoras han sentado un precedente al impulsar una iniciativa de ley para la protección de la propiedad intelectual colectiva. Esa iniciativa se forjó para combatir la apropiación, el plagio y el asedio de sus textiles ancestrales por parte de marcas extranjeras y de intereses extractivos locales.
En el año 2012, tejedoras de Santiago Sacatepéquez fueron amenazadas por dos diseñadoras italianas que llegaron a la comunidad, para comprarles huipiles. Cuando las diseñadoras pagaron obligaron a las tejedoras a firmar una carta de exclusividad, en donde les exigían que no podían hacer prendas iguales, con el argumento de que el diseño ya les pertenecía.
“Es muy común acá que vienen y van con la tejedora y se encarga, pero eso no te hace ser diseñadora, porque la simbología es de la comunidad y quien la hace es la tejedora”, contó Angelina Aspuac Con, tejedora maya kaqchiquel, miembro de AFEDES y del Movimiento Nacional de Tejedoras Mayas.
Las tejedoras fueron amenazadas con ir a la cárcel. Angelina reflexiona que existe la probabilidad que las diseñadoras se hicieron famosas en Europa, pero ya no supieron más sobre ellas. Lo que sí recuerda es que sus compañeras se asustaron mucho, pero eso las motivó y fortaleció tanto que, unos años más tarde, las tejedoras cobraron visibilidad.
Y es que aunque la lucha no era reciente, sino desde mucho tiempo atrás, tras siglos de despojo y olvido, fue a partir de ese suceso que las tejedoras se organizaron en un Movimiento Nacional que atrajo la atención incluso de medios internacionales.
En el año 2016, crearon el Movimiento Nacional de Tejedoras Mayas, acompañado por la Asociación Femenina para el Desarrollo de Sacatepéquez (AFEDES), integrado por más de 600 tejedoras de más de 30 organizaciones diferentes, pertenecientes a 18 de 21 grupos lingüísticos que habitan en Guatemala. El objetivo de ese gran movimiento fue proteger sus creaciones y que fueran reconocidas como creadoras colectivas.
Fue así que, en mayo de ese mismo año, el Movimiento Nacional denunció ante la Corte de Constitucionalidad al Estado guatemalteco por la omisión de protección a los derechos colectivos intelectuales. Las tejedoras solicitaron modificar la Ley de Protección y Desarrollo Artesanal, así como la Ley de Derechos de Autor y Derechos Conexos.
El 23 de febrero de 2017, el Movimiento de Tejedoras presentaron de manera formal ante el Congreso una iniciativa de ley para el reconocimiento de la propiedad intelectual colectiva de los pueblos indígenas. Algo sin precedente en el país hasta entonces.
En esa iniciativa solicitaron la reforma de cinco artículos que refieren al reconocimiento de la propiedad intelectual colectiva vinculado al derecho de los pueblos indígenas, para gestionar y administrar su patrimonio. También incluye el reconocimiento de los pueblos indígenas como autores intelectuales, para obtener beneficios sobre porcentajes de las empresas que exportan sus textiles.
En 2017, la Corte emitió una histórica sentencia y exhortó al Congreso de la República a emitir una ley específica para establecer mecanismos de protección de la propiedad intelectual colectiva de los pueblos indígenas.
Sin embargo, hasta la fecha, no ha entrado en vigor. Pero eso, lejos de diezmar al movimiento lo fortaleció y no están dispuestas a quitar el dedo del renglón hasta que avance esa ley que se encuentra congelada en la Cámara de Diputados y espera que pase el pleno legislativo.
Angelina sentencia que durante mucho tiempo los pueblos indígenas estuvieron relegados lo que impactó severamente en sus derechos e incluso en tener que esconder las tradiciones.
“Siempre nos enseñan a tener vergüenza de nosotros mismos, hay mucha discriminación y racismo muy profundo en el país”, lamentó la tejedora maya kaqchikel.
En el año 2020, el Movimiento presentó también una demanda ante la Corte de Constitucionalidad en contra del Instituto Guatemalteco de Turismo (INGUAT), por utilizar la imagen de las mujeres tejedoras como objeto comercial, mercantil y con fines de folklorización.
El fallo fue a favor de las tejedoras, porque tal como denunció Angelina, el Estado utiliza la imagen de las tejedoras o de sus textiles, para atraer turismo, sin que ellas sean beneficiarias directas y sin representación legítima.
La lucha sigue y sigue
Las mujeres han seguido organizándose, trabajan sin intermediarios y denuncian el regateo dado que impacta de forma negativa su trabajo, porque para hacer sus textiles pueden llevarse hasta meses para tejer una pieza.
En el 2005, recuerda Angelina, AFEDES creó la primera escuela de tejedoras ubicada en la comunidad de Sacatepéquez. Ahí estudió Angelina. El objetivo fue recuperar los saberes ancestrales que se estaban perdiendo, pero también volverlo un ingreso económico para las mujeres. Hasta ahora han egresado cinco mil alumnas, comparte la tejedora maya kaqchikel.
El camino no ha sido fácil, pero para Angelina ha rendido frutos, porque ahora las tejedoras tienen un respaldo comunitario. Ellas son quienes organizan asambleas en donde deciden el rumbo de los temas que les competen.