Reportajes especiales

Tejen y bordan sueños en Tlaxcala

Artesanos y artesanas de la entidad conservan parte de la identidad cultural, a través de los textiles

Las artesanías no sólo son un objeto con valor comercial sino también tienen un sentido cultural y simbólico. Ocupan un lugar fundamental en los pueblos. En Tlaxcala, los textiles tienen un lugar relevante cuya esencia se conserva como parte de la identidad cultural, además poseen su propia memoria que se transmite por generaciones, en donde los artesanos y artesanas buscan enriquecerlos con diseños originales. En municipios como Chiautempan, Ixcotla, Ixtenco o San Bernardino Contla, la producción textilera es fundamental y conserva características particulares: se utilizan técnicas y recursos tecnológicos de origen colonial o prehispánico, como el telar de cintura o el telar de pedal, así como diversos materiales de origen naturales como la fibra de maguey o henequén. Asimismo se utilizan técnicas de bordado como el pepenado. Once Noticias conversó con Crescencio Tilayatzi e Isabel López, ambos artesanos tlaxcaltecas que resguardan la memoria de las generaciones que los antecede y que han buscado la innovación de sus diseños, para bordar y tejer sueños.

Bordado de pepenado: herencia de mujeres otomíes

María Isabel López Carpinteiro, de 40 años, es originaria de San Juan Ixtenco, un municipio de Tlaxcala que se encuentra en las faldas del volcán Malintzin. Está sentada sobre la mesa y su atención se centra en su bordado. Lleva mes y medio haciéndolo, es un bordado original.
“Ya soy la cuarta generación de la familia, por parte de mi mamá, de los que nos dedicamos al bordado del pepenado y bordado pepenado con chaquira. Mi mamá me enseñó esta técnica ancestral. Mi abuela le enseñó a mi mamá, mi mamá a mí y ahora me corresponde enseñarle a mis hijos, para que no se pierda”, cuenta a Once Noticias.
Isabel, que porta una blusa bordada con esta técnica, relata que a sus 11 años, su mamá le dio una tela y le pidió que bordara, “aprendí a picotazos pero ya con el tiempo uno va creciendo y ahora mis diseños salen por mí misma, uno va creciendo en el plisado”. Este municipio tiene, entre otras tradiciones, dos que resaltan: la fiesta del maíz (Ngo r’e dethä, en lengua otomí) y la elaboración de blusas y camisas con la técnica del bordado de pepenado, así como fajas hechas en telar de cintura. En esta última son las mujeres, en su mayoría, las que suelen dedicarse a dicha actividad. El pepenado hace referencia al acto de contar los pliegues de la tela, que al ser atravesado por la aguja, que tiene hilos de colores, dan como resultado un diseño. Posee características propias de este municipio lo que la ha puesto como un elemento central de identidad cultural y de la memoria de Ixtenco. En el caso de Isabel muestra orgullosa su trabajo, trae algunas guardas en una bolsa de tela y no duda en colocarlas sobre la mesa para ver cada detalle de sus diseños. María Isabel López relata que las mujeres mayores les heredaron la tradición del municipio en sus diseños, por ejemplo, en las guardas aparecen la flora y fauna originarias y la Malitzin, sin embargo, en la actualidad se han creado diseños originales. “Ahorita hemos innovado y cada quien tiene sus propias creaciones. Innovar sin perder nuestro origen. Todo es cuestión de imaginar”, señala mientras enseña a Once Noticias un ser fantástico bordado con hilo negro sobre su guarda color blanco. La mujer afirma que la característica principal del bordado de pepenado radica en que “el trabajo se ve por enfrente, en la guarda principal, y en la parte de atrás no se ve nada. No es como el cuadrillé que uno borda y se queda en ambas partes o en alguna servilleta. Aquí sólo está por encima, en la figura, pero por atrás no se ve. Esa es la característica principal. Además tenemos pepenado con chaquira, aquí es un plisado y una chaquira, y así vamos contando”, detalla. El trabajo más sencillo le lleva de 15 a 20 días. También hace diseños especiales o por encargo, “siempre y cuando no se pierda nuestro origen, lo que es nuestra flora y fauna, cada estado borda su identidad. Nosotros bordamos lo que es Ixtenco. El águila real es el ave más importante del municipio, aunque tenemos otras aves, en flores tenemos guías”.

Bordar es escribir

Isabel comparte que para realizar este trabajo suele utilizarse manta, popelina o lino. Para realizar el plisado se utiliza hilo y una aguja.
“En el bordado uno va escribiendo, la aguja escribe y mi tinta es el hilo que va plasmando lo que yo le dicto. El trabajo es ir plisando sin romper la tela”.
Afirma que no hay máquina que supla su trabajo. No obstante, enfatizó que es un trabajo muy valioso y debería ser apreciado porque ella como otras bordadoras o bordadores entregan sus sentimientos en cada pieza. “Uno plasma lo que siente. Para mi significa muchísimo. Plasmar lo que uno ya tiene, uno se duerme pensando en lo que quiere hacer, sin perder nuestra cultura y tradición. La gente debe darle valor a nuestras artesanías porque dejamos lo mejor de nosotros en cada prenda u objeto”, expresa María Isabel López.

El trabajo de Crescencio: el jaspe ikat

Crescencio Tlilayatzi Xochitemol es un artesano textil originario del pueblo de Santa María Tlacatecpac, del municipio de Contla de Juan Cuamatzi. Se dedica principalmente al arte del jaspe y trabaja con diversas técnicas. Al encuentro con Once Noticias el artesano trabajaba con un rebozo.
Soy la tercera generación que se dedica a los textiles. Mis abuelos y luego mis padres. Ellos me enseñaron cuando tenía como 6 ó 7 años. Inicié con el telar de cintura, después me metí al taller de pedales. Ahora yo hago diseños exclusivos en rebozos, ceñidores, telas para vestido, huipiles, enredos, quexquemetl”, comparte a Once Noticias.
Para Crescencio es importante mantener la tradición e innovar, por lo que considera que su interés es recuperar la idea de lo originario y hacer, también, diseños exclusivos. Crescencio precisa que el ikat jaspeado es cuando en la tela, si es obscura, por ejemplo, se ve desmanchada, “esos son amarres para hacer las figuras, es como un sello original. No dejamos que el teñido se meta en lo que va amarrado. Cuando hacemos los amarres y desatamos, las figuras se van formando”, señala al respecto. Explica que trabaja dos técnicas principales: el telar de cintura y el telar de pedal. “El primero se puede llevar a donde quieras. El segundo, no, por ejemplo, como este que se encuentra en este lugar”, muestra una faja tejida con el telar de pedal. Al pisar el pedal de madera, los hilos se encuentran y se enredan según lo dicta el artesano. Confiesa que algunos rebozos, con el diseño de jaspe ikat, le han llevado de 20 días hasta meses de trabajo arduo. Él utiliza fibras naturales como lana, ixtle y henequén. “Para mí son fundamentales, salen piezas bonitas de diferentes texturas y colores”. Considera importante experimentar con hilos, fibras y colores, sin dejar la tradición, “me gusta hacer piezas elegantes y hacer innovaciones. Mi interés es recuperar lo tlaxcalteca”, enfatiza. Sus piezas han sido galardonadas en ‘500 años, Encuentro de Dos Culturas’ y en ‘Grandes maestros’. Ha realizado diseños exclusivos para la escritora Laura Esquivel y Eugenia León. El año pasado realizó huipiles -con tres lienzos en telar de pedal y cintura- para la serie “La Malinche”.

Consumo local

Ambos artesanos lamentan que sus piezas no son valoradas de forma local. Isabel señaló que en el caso de este bordado, se estaba quedando en el olvido debido a que las mujeres lo estaban dejando de hacer porque no representaba ganancia justa en sus economías.
“Las mujeres del pueblo ya no se interesaban porque era mucho trabajo y se vendía poco. Nos tardamos hasta dos meses para bordar y el valor de nuestro trabajo a la gente se le hace caro. Eso las desanimaba, preferían trabajar en una fábrica en donde tuvieran sus quincenas que bordar y esperar un cliente que valore el trabajo”.
A Crescencio le gustaría mucho “que a todos los artesanos y artesanas tuviéramos más oportunidades, que nos tomen en cuenta para promocionar nuestros trabajos”. A Isabel y Crescencio se les puede encontrar en la Casa de las Artesanías. En este pequeño recinto, junto a otros artesanos y artesanas, tienen expuestas algunas piezas -como blusas, huipiles y quexquemel- y también es un espacio de trabajo, venta y encuentro.

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