México es uno de los países con un robusto y destacado tratamiento antirretroviral (TAR) disponible para personas que viven con VIH, el cual, seguido de manera correcta y con apego necesario, permite la supresión viral. Eso quiere decir que disminuye el riesgo de transmisión del virus de persona a persona por contacto sexual, por tener menos de 50 copias de VIH en la sangre, de acuerdo con el Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH y el Sida (Censida).
Alethse de la Torre Rosas, directora general del Censida, así lo explica a Once Noticias: “sabemos actualmente que una persona con tratamiento antirretroviral, baja tanto el virus en la sangre, que ya no lo va a transmitir; es decir, una persona indetectable, es igual a una persona intransmisible. Así, el tratamiento antirretroviral tiene un beneficio tanto para la persona como para la comunidad”.
“Antes se tenía el concepto de si tengo una infección por VIH significa muerte, significa eventos adversos, significa SIDA, y eso ya no tiene porque ser así. Si nosotros tenemos una persona que vive con VIH y tiene tratamiento antirretroviral, va a vivir similar y con una calidad de vida, igual que una persona sin VIH”.
Se estima que, actualmente, hay 94 mil 447 personas en México recibiendo tratamiento antirretroviral, de las cuales, 90% son indetectables e intransmisibles, de acuerdo con Censida, con datos de noviembre de 2022. Las entidades con mayor porcentaje de indetectabilidad son: Querétaro (94%), Zacatecas (93%) y Ciudad de México (93%).
Efectos por discriminación
Pese a los significativos avances, vivir con VIH es sinónimo de discriminación y continua violación de derechos humanos, y supone “una de las cosas más difíciles en este país”, relata Alaín Pinzón, activista en favor de los derechos de personas con VIH y fundador de la organización VIHVE Libre.
“Decir públicamente que vives con VIH es una de las cosas más aterrantes que existen, porque te enfrentas a la cancelación de tu vida social y a la muerte pública de alguna manera. Creo que socialmente no hemos avanzado nada, seguimos siendo discriminados en los trabajos en las empresas; seguimos siendo despedidos y despedidas por nuestro estatus serológico, seguimos escondiéndonos de nuestras familias, de nuestras parejas, amigos, seguimos viviendo muchas veces este diagnóstico en muchísima soledad”, señala Alaín Pinzón.
Esa soledad a la que se refiere Pinzón, es la misma que favorece que muchas personas diagnosticadas con VIH no acepten o sigan el tratamiento, cuya prescripción actualmente es tan sencilla como tomar una sola pastilla al día, pero, lamenta el activista: “tenemos muy pocas ganas de tomarla, precisamente por la discriminación, por el estigma que hay, por la falta de trabajo digno, por la falta de empatía de la gente, por toda la discriminación que hay en redes sociales, en nuestras casas, con nuestras parejas. Creo que la falta de información y la falta de educación que tiene la gente al respecto del tema, los hace ser violentos con las personas que vivimos con VIH, al grado de que, pues literal, no queremos saber absolutamente nada de nuestro diagnóstico”.
El rechazo, la exclusión y discriminación hacia personas con VIH, se relaciona con desinformación así como con prejuicios sociales y morales, pues, a 41 años que se descubriera esta condición, existen profesionales de la salud que son omisos en la atención médica y servicios básicos de salud que esta población requiere, tal como denuncia Alaín Pinzón.
“Abandonar a las personas que vivimos con VIH tiene que ver con un profundo prejuicio moral, de que no vale la pena darle servicios médicos a esta persona que a mi juicio es una irresponsable, es un homosexual que no tiene una vida normal, que tiene otra orientación. Eso, eso es lo que implícitamente nos están diciendo las autoridades de salud”.
Recuerda el caso de un joven de 23 años, quien radicaba en Chihuahua y fue diagnosticado tardíamente de VIH. La clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), responsable de darle seguimiento y tratamiento, no le realizó oportunamente los estudios complementarios para iniciar su terapia antirretroviral ni los exámenes obligatorios de tuberculosis, lo que podría haber originado su muerte.
“A los 23 años, morir por una enfermedad definitoria de Sida en este país, debería de ser considerado como un crimen de odio, porque eso fue. Abandonaron clínicamente a una persona que tenía toda la vida por delante nada más por no quererlo atender a tiempo, por no mandarle hacer estudios completos desde el inicio, por no tener claro que las personas que vivimos con VIH en este país tenemos derechos humanos”.
Asimismo, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), alerta de la falta de sensibilidad que existe, incluso, en centros educativos y universidades que forman profesionales de la salud.
“En muchos libros de texto, inclusive en libros que se utilizan en las universidades para el futuro personal médico, sigue manejándose la sigla de VIH / SIDA, entonces vamos a encontrar que todavía hay una frecuencia de unir ambas condiciones, cuando hoy en día, desde un marco de derechos humanos, tenemos que hacer el esfuerzo de desmarcarlas, de visibilizar que van por separado”, enfatiza Vidal Emmanuel Méndez Cadenas, director de Estudios del Conapred.
Y coincide en el entorno discriminatorio alrededor de las personas con VIH, por lo que explica que muchas veces no es la condición de salud lo que pone en riesgo las vidas de las personas, sino todas las discriminaciones que conllevan como: la falta de medicamentos, maltrato sistemático del personal médico, representación en los medios, maltrato y acoso en el mundo educativo o en el mundo laboral.
Vidal Méndez también explica que la discriminación y exclusión hacia quienes viven con VIH, obedece al vínculo directo que hacen las personas de las orientaciones sexuales e identidades de género no normativas, con el contraer VIH, como personas homosexuales, y hombres y mujeres trans.
De acuerdo con la Encuesta sobre Discriminación por motivos de Orientación Sexual e Identidad de Género 2018, (ENDOSIG) del Conapred, 60% (59.8) de los encuestados se sintió discriminada por algún motivo relacionado con sus preferencias sexuales e identidad de género. Los hombres y mujeres trans son quienes perciben mayor discriminación por su orientación sexual e identidad de género; seguido de las mujeres y hombres bisexuales.
Este sondeo realizado a personas mayores de 16 años, también revela que más de la mitad (53.3%) de las mujeres trans, han sufrido la negación injustificada de acceso a algún derecho como atención médica o medicamentos, atención o servicios en oficinas de gobierno, entrada a algún negocio, oportunidad de trabajar u obtener un ascenso, etcétera.
Quejas y denuncias
La titular de Censida reconoce que aún persisten prejuicios y desatenciones en los servicios de salud en México y en todo el mundo hacia las personas que viven con VIH, y lo atribuye al estigma y discriminación, dado que tiene una visión fuera del marco de derechos humanos.
“Fuera del marco del derecho a la salud, el derecho a la salud sexual y al derecho del placer y esta parte que, al llenarse de estigma y discriminación desde la información que se da, en las propias escuelas de medicina, enfermería, todos las personas trabajadoras del sector salud, a veces se escuchan comentarios que usan un lenguaje que no es adecuado, un lenguaje sexista, un lenguaje no incluyente”.
Ante eso, exhorta a toda la población, pero en particular a quienes viven con VIH, a utilizar una nueva herramienta que dispone este centro dependiente de la Secretaría de Salud (SSa), para denunciar cualquier situación que no garantice el derecho a la salud: línea Censida.
El objetivo es que las personas pueden dejar su queja vía telefónica y se les dará seguimiento. Las personas se pueden comunicar al 551946-9772, opción 3, apartado 5.
“Ese seguimiento se verá reportado, porque también creemos en esta cultura de transparencia, en nuestros boletines de atención”, asegura De la Torre Rosas.
El Conapred también pone a su disposición diferentes canales de atención para denunciar situaciones que supongan discriminación y violación a derechos humanos. El número de atención telefónica es 800-543-0033 y también reciben quejas a través de su portal o a través del correo quejas@conapred.org.mx