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Bailar, actividad social y liberadora

Según los evolucionistas, el baile se estableció entre la especie humana y contribuyó al desarrollo de las relaciones sociales, gracias a su capacidad de vincular a los individuos emocionalmente, con independencia de las habilidades lingüísticas. 

Ya es sabido que la actividad física y la práctica de deporte proporcionan beneficios físicos como la mejora al funcionamiento de los aparatos respiratorio, circulatorio y óseo. Pero, cuando bailamos obtenemos también beneficios a nivel psicológico y emocional.

 

A través del movimiento se despiertan emociones y fantasías, lo que facilita la expresión de sensaciones, emociones, sentimientos y estados de ánimo de forma natural y desinhibida.

Bailar es una actividad social, lo que hace que proporcione muchas oportunidades de relacionarnos con otras personas. Asistir a clases de baile puede mejorar las relaciones interpersonales, ya que es un punto de encuentro para hacer amigos y mejorar el desarrollo de habilidades sociales.

Bailar supone una distracción placentera y relajante que hace disfrutar a prácticamente todo el mundo, por eso lo más probable es que si observamos a una persona bailando seguramente encontremos una sonrisa en su cara.

Socializar con personas contribuye a aumentar la autoestima y las actitudes positivas hacia uno mismo y los demás.

El baile de salón, como la mayoría de bailes estructurados, requiere memorizar los pasos y trabajar en pareja, para ello la persona ha de concentrarse y mantener su atención de forma sostenida, es por ello que proporciona desafíos mentales, clave para el mantenimiento de la agilidad mental y la salud cerebral.

 

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