Salud

¿Cómo identificar si una copa menstrual es pirata?

En la actualidad las mujeres y personas menstruantes tiene a su disposición una diversidad de productos que pueden elegir para la gestión menstrual: toallas sanitarias, tampones, toallas de telas o copas menstruales.

Estas últimas se han vuelto cada vez más populares por ser un producto atractivo, cómodo y que ha mostrado ventajas. Sin embargo, la aparición de productos piratas, que no cumplen con las certificaciones, puede poner en riesgo la salud de las personas que las utilizan.

Las copas menstruales están hechas de materiales de grado médico, que son biocompatibles y libre de látex. Es hecha con TPE (elastómero termoplástico) un material de grado médico, que es hipoalergénico.

Pero, ¿cómo identificar si el producto que deseas comprar es el adecuado? Sally Santiago, de ProFemme, nos dio estás recomendaciones:

  1. Observa los bordes si tienen una ‘rebaba’ o material sobrante que quedan al ser cortados, es posible que sea pirata y no son de grado médico.
  2. Si compras por internet verifica antes el producto. Hay sitios que no son confiables y que venden copas económicas, pero de dudosa procedencia.
  3. Muchas veces las copas provienen de China y no traen instructivos o vienen en otro idioma. Al provenir de otros países no cuentan con sellos de importación.
  4. Algunas ocasiones el precio puede ser alerta de la autenticidad de la copa. Se llegan a vender en promociones de 2×1 por menos de 400 pesos; el costo promedio de las copas va de 500 a 700 pesos.
  5. Las piratas también traen diseños copiados de otras marcas autorizadas y suelen tener nombres genéricos relacionados con el término cup, suelen estar mal empaquetados o en cajas de mala calidad.
  6. Deben cumplir con la NOM-241, es decir con el Certificado de Buenas Prácticas para obtener el registro sanitario por parte de Cofepris, con esto existe la garantía de que los materiales son seguros
  7. Revisa el número de registro sanitario que debe estar siempre visible en el empaque y la publicidad; se reconoce porque las letras y números terminan con las siglas de la Secretaría de Salud (SS).
  8. No dudes y comprueba si las copas cuentan con registro, a través de la página de internet o por llamada a Cofepris 800-033-5050.

En los mercados emergentes se ha posicionado como un producto muy atractivo que, de acuerdo con Report Linker, se valoró en 2020 a nivel mundial en mil 155 millones de dólares. Se estima que para 2023, alcanzará los mil 400 millones de dólares”, comparte Sally Santiago a Once Noticias.

No obstante, su historia data desde la década de los treinta aunque a lo largo del tiempo ha experimentado períodos en los que salió del mercado. Las razones van desde los impactos socioculturales sobre la menstruación y su gestión, pero también por los materiales.

El mayor impulso que volvió a posicionar la copa menstrual, en este siglo, fue la ventaja ecológica. Según la ONU, en 2017, registró que “en promedio, las mujeres que usan toallas sanitarias generan 60 kg de residuos de este artículo durante su vida, eso equivale a 100 mil toneladas de desechos al año”.

 

Una opción de menstruación digna

En el país, además, desde hace un año se ha impulsado la Menstruación Digna en la agenda política. El logro de esta lucha fue la eliminación de la tasa de IVA sobre los productos de gestión menstrual. No obstante, aún existen brechas que se deben atender.

Sally reconoció que la copa puede representar un gasto de primer impacto en los bolsillos de las personas que la compran, sin embargo, señaló que las ventajas son más largas en comparación con la adquisición de productos a corto plazo.

ProFemme busca generar alianzas con colectivas y grupos para hacer campañas o donaciones y hacer llegar copas menstruales a las mujeres que lo requieran en el país.

 

Un poco de historia

Las mujeres han utilizado diversos materiales y productos para gestionar su menstruación. Siempre ha sido así. Antes de las opciones desechables, se utilizaban telas absorbentes o compresores.

Los productos desechables que se utilizan para la gestión menstrual datan, según información del Museo de la Menstruación y de la Salud de la Mujer en Maryland, Estados Unidos, desde finales del Siglo XIX, cuando la empresa Hartmann, en Alemania, y Jhonson & Jhonson, en Estados Unidos, lanzaron las toallas sanitarias desechables.

Karina Felitti sintetiza la historia del mercado menstrual y afirma que la fabricación de estos productos estuvo vinculada con la invención de un sustituto del algodón (celulosa) que había sido utilizado por el ejército norteamericano durante la Primera Guerra Mundial (Jacobs, 1997).

Hacia la década de los treinta aparecieron dos productos importantes: los tampones y la copa menstrual.

Los primeros fueron creados, en 1929, por el doctor Earle C. Haas como una alternativa a la toalla de algodón, cuya función principal es absorber. En 1933, se patentaron y fueron lanzadas al mercado como Tampax. Fue una opción para que las mujeres pudieran hacer deportes y otras actividades recreativas.

En 1956, Mary Beatrice Davidson Kenner, una inventora afroamericana, patentó el cinturón sanitario. Fue el primer producto que usó adhesivos para fijar la toalla.

Fue hacia 1972 que aparecieron las primeras toallas sin cinturón, aunque en cada período de tiempo, desde que comenzaron a comercializarse las toallas desechables y tampones, se hacían modificaciones. Posteriormente se lanzaron productos como toallas con alas y extralargas.

 

La copa menstrual

La copa menstrual fue patentada por Leona W. Chalmes, en 1937. Era un recipiente fabricado con aluminio y caucho vulcanizado, se vendía en EUA. No obstante, la producción de esta copa fue detenida debido a que el material escaseó durante el período de la Segunda Guerra Mundial.

Fue hasta 1950, que Chalmer retomó la producción y busco aliarse con una compañía para producir una nueva versión llamada Tassette e incluso creó una versión desechable de la copa llamada Tassaway. La compañía cerró en 1973.

Pese a los intentos de hacer resurgir la copa entre esos años, las mujeres se mostraron reacias a reutilizar un producto. Además no fue rentable para las empresas por la falta de látex y hubo poco éxito comercial.

“Se necesitaba un nuevo contexto social y cultural para que este producto tuviera más llegada. La crisis del tampón ayudó a hacer resurgir la copa en la década de 1980”, afirma Karina Felitti.

Fue hasta 1987 que apareció la copa menstrual de látex, era reutilizable y estaba en una presentación de dos tamaños. No obstante, se presentaron casos de alergias, por lo que se cambió a otro material.

En el año 2000 apareció la primera copa menstrual de silicona de grado médico.

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