El Gobierno de México puso fin a la emergencia sanitaria por COVID-19, luego de tres años de que empezó la pandemia y que azotó a todo el mundo.
“Se ha tomado la decisión para el país. El presidente ha firmado un decreto que pone fin a la emergencia”, declaró el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la semana pasada dar por terminada la emergencia sanitaria por el virus SARS-Cov2, esto ante los razonamientos de que existe una tendencia decreciente y continua de casos, hospitalizaciones y fallecimientos.
Además, en poblaciones humanas se han alcanzado altos niveles de inmunidad, ya sea por infección o por vacuna.
El subsecretario de Salud abundó que las variantes actuales son menos virulentas, es decir tienen menos capacidad de causar enfermedad grave.
Ante esto el plan de largo plazo para el seguimiento de COVID-19 contempla la reconversión hospitalaria, que ya se realizó durante la pandemia, así como una política de vacunación de manera regular.
“México tuvo la más grande reconversión hospitalaria del mundo. Tuvimos una habilitación de 74 mil camas, durante el pico máximo de la segunda ola. 11 mil de ellas de camas con ventilador”, destacó López-Gatell.
México superó adversidades
Desde aquel 28 de febrero de 2020, el virus entonces desconocido se internó en nuestro territorio.
Las autoridades mexicanas de salud trabajaron bajo tres pilares de reacción rápida: primero, a diferencia de la mayoría de países, en ningún momento cerró sus fronteras, lo que mitigó el impacto negativo en la economía nacional y familiar.
Segundo, sin ser una nación productora de vacunas, estableció una estrategia que no sólo permitió dotar a cada mexicano de las dosis necesarias y en tiempo récord, sino que además ayudó a proveerlas a otras naciones latinoamericanas.
Y tercero, ordenó la aplicación de la Jornada Nacional de Sana Distancia que, sumada al confinamiento y al cierre de actividades no esenciales, redujo drásticamente el número de contagios.
Inevitables los decesos ante un virus desconocido y para el cual no había al principio vacunas ni medicinas, el primero de ellos ocurrió apenas un mes después de conocido el primer caso. En apenas seis meses la cifra se multiplicó.
El Gobierno creó protocolos y líneas de acción que dieron forma a un nuevo paradigma. Primero, con la compra y recepción de donaciones para enfrentar la emergencia en el primer frente que dio la difícil batalla, el de los hospitales y el personal médico y asociado.
A la acelerada aparición de las primeras vacunas en el mundo, conseguirlas para los mexicanos fue la orden del presidente López Obrador.
Las vacunas comenzaron a fluir en diciembre del 2020, gracias a un acuerdo con la universidad de Oxford, AstraZeneca le garantizó a México el acceso a 77.4 millones de dosis.
Opositores cargaron con todo su escepticismo. El expresidente Felipe Calderón Hinojosa aplicó un supuesto modelo matemático para advertir que el país tardaría 134 años para vacunar a toda su población. Nada más falso.
Antes de un año se cumplió la meta de brindar la primera dosis al total de la población adulta. Y desde hace meses muchos mexicanos se han aplicado hasta cuatro dosis.