La resistencia antimicrobiana afecta a las personas en quienes se genera la multirresistencia a antibióticos, impacta al ecosistema y a la comunidad, ya que se excretan parte de ellos los cuales llegan a aguas residuales utilizadas en actividades agropecuarias.
Lo anterior genera efectos en la salud humana, veterinaria y el medio ambiente, aseguró la jefa del Laboratorio de Microbiología Molecular de la Facultad de Medicina de la UNAM, Gabriela García Pérez.
En el tratamiento de aguas se ha visto que en los lodos utilizados para filtrarlas y purificarlas hay gran cantidad de antibióticos, muchos de esos lodos se usan en la parte agropecuaria; hasta los cultivos llegan medicamentos que logran tener actividad y se incorporan en algunas plantas.
Se han hecho estudios del impacto de los antibióticos en lodos residuales y se ha detectado que logran incorporarse en algunas plantas de consumo humano como la cebolla, la zanahoria, lechugas, el repollo”, expuso.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés) define a la resistencia antimicrobiana como una amenaza global para la salud pública, la seguridad alimentaria y la inocuidad de los alimentos, así como para la vida, la producción animal y el desarrollo económico y agrícola.
Este organismo estima que 700 mil personas mueren cada año por infecciones resistentes a los antimicrobianos y un número incalculable de animales enfermos pueden no responder a tratamientos.
García Pérez explicó que la resistencia antimicrobiana es un mecanismo que generan los microorganismos para sobrevivir a condiciones adversas como los medicamentos. Algunos adquieren esta resistencia de manera natural, en otros se desencadena por tratamientos médicos, cuando las personas no los concluyen y los microorganismos logran sobrevivir en presencia de antibióticos.
El problema se hace más grave cuando se trata de bacterias y virus que afectan tanto a humanos como a animales, e impactan la actividad ganadera, veterinaria y al medio ambiente, añadió.
Necesaria, mayor investigación
La lucha contra la resistencia antimicrobiana requiere de mayor investigación e inversión en este tipo de estudios, para la creación de nuevos fármacos, métodos de diagnósticos rápidos y eficientes, y tratamientos ad hoc, añadió García Pérez.
Por ejemplo, sobre los usos del mecanismo de defensa bacteriano de arqueas contra las infecciones virales, donde eficazmente reconocen al virus en un segundo contacto y lo pueden eliminar rápidamente (sistema de secuencias palindrómicas que se encuentran en bacterias y arqueas CRISPR/Cas).
La experta universitaria expuso que la tecnología de CRISPR/Cas utilizada para “editar” el genoma de las células representa una posibilidad para disminuir las resistencias de los agentes microbianos.
Las recientes ganadoras del Premio Nobel de Química, Emmanuelle Charpentier y Jennifer A. Doudna obtuvieron este galardón por desarrollar un método para la edición del genoma súper selectivo y preciso que se ha denominado “las tijeras genéticas”. “Es una promesa que requiere más inversión y conocimiento para usarlo a nuestro favor”.
En Estados Unidos y Europa, prosiguió, también se atiende el grave problema de la resistencia antimicrobiana a partir de censar los virus que circulan en la época de influenza.
Cuando empiezan a circular ciertos virus que generan resistencias a determinados fármacos se utilizan otros. Pero se requiere de una inversión importante para monitorear las cepas que están circulando y los mecanismos de resistencia que se van generando”.
García Pérez pidió a la población no automedicarse antibióticos y recordó que muchas infecciones de vías respiratorias no los requieren. Lo mejor es acudir al médico para saber si se trata de una infección viral o bacteriana, y seguir los tratamientos al pie de la letra.
Muchas de las infecciones virales requieren de descanso, no exponerse a bajas temperaturas y estar en contacto con un médico de cabecera”, puntualizó.