La palabra “semana” tiene su origen en el latín septimana, que viene del adjetivo septimanus, “relativo a siete”. Según el lingüista Virgilio Ortega, se trata de un espacio de siete días consecutivos. Y “siete”, en latín, se decía septem.
El también filósofo español afirma que se cree que la semana de siete días surgió al observar los ciclos lunares: en efecto, las fases de la luna (llena, menguante, nueva, creciente) durante siete días cada una. Es decir, una semana. Los nombre de esos siete días proceden de los nombres de los planetas (del griego planetes, ‘errantes’, astros que no están inmóviles, sino que vemos que se desplazan contra el fondo de estrellas fijas), al menos de los más conspicuos: Luna, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus, Saturno y el Sol, aunque ni la Luna ni el Sol sean hoy planetas por mucho que se muevan respondiendo a la etimología de ‘planeta’ y, por supuesto, a las leyes de Newton. A su vez, según Virgilio Ortega, los nombres de estos planetas vienen de los sendos dioses romanos.
El lunes ha surgido del latín Lunae, el ‘día de la Luna’. De lunae conservamos el ‘lun’ al principio de nuestra palabra ‘lunes’ y de diez conservamos el ‘es’ al final: al contraerse ambas palabras latinas se originó nuestro “lunes”. Por cierto, hoy conmemoramos el Blue Monday, expresión acuñada según la Fundación del Español Urgente (Fundéu), en 2005 para referirse al tercer lunes de enero. Este concepto refiere al “lunes más gris/triste/desdichado del año”. En nuestro idioma es la única manera en la que se le podría denominar, no hay manera de decirle “lunes azul”.
La historia viene de una combinación entre la ciencia y la publicidad. En 2005, en la Universidad de Cardiff, Reino Unido, Cliff Arnall, profesor de Psicología, decidió calcular una fórmula científica para determinar cuál era el día más triste del año. Hizo una ecuación en la que combinó elementos estado del tiempo, nivel de endeudamiento de la gente, salario mensual, cuánto tiempo ha pasado después de Navidad y los niveles de motivación.
La cuestión está en que esos cálculos respondían a las necesidades de una agencia de publicidad que vendía viajes, y para la que fue contratado el investigador. La conclusión fue que esta fecha correspondía al tercer lunes como el día más triste del año. Dicha teoría se ha ido refutando por diferentes expertos, al poner a contraluz que, factores como el clima y el cumplimiento o no de propósitos de Año Nuevo, no se pueden generalizar en todo el mundo. Así es como se llegó a la conclusión de que el “Blue Monday” no es, y seguirá siendo, más que la oportunidad para hacer sentir que la gente debe estar triste, y si funciona la estrategia, el acto del consumismo habrá sido un éxito.