Las fiestas decembrinas como el Día de la Virgen de Guadalupe, la Navidad y el Año Nuevo se caracterizan porque la gente celebra con pirotecnia, sin embargo resulta peligrosa para los oídos, sobre todo de las niñas y niños.
Jimena Atuan, especialista en Audiología, Foniatría y Otoneurología de MED-EL, explicó que la detonación de pirotecnia alcanza 170 decibeles, duplicando el rango de sonido permisible para el oído.
La especialista señaló que este tipo de explosiones pueden ocasionar daños en el oído interno provocando la pérdida súbita de la audición, que se manifiesta en el momento del impacto, o bien, en el transcurso de los días próximos, afectando a uno o ambos oídos.
Además, dijo que el sonido producido por la pirotecnia es corto pero intenso y con eso basta para que al paciente se le desarrolle hipoacusia inducida.
De acuerdo con MED-EL, firma de soluciones médicas auditivas, algunos especialistas comparan el ruido que genera el estallido de una “paloma” con el ruido que equivale al escuchar hablar, por partida doble, al total de la población mundial al mismo tiempo.
“Desafortunadamente los pacientes más afectados con este tipo de situaciones son los pequeños, ellos reciben mayor impacto del sonido porque su aparato es más vulnerable y, por este descuido, pueden perder su capacidad auditiva definitivamente”, comentó la doctora Jimena Atuan.
Explicó que los síntomas que el paciente presente van a depender de la distancia a la que estuvo expuesto durante la explosión. Además, los más frecuentes son zumbidos o tinnitus que pueden aparecer sólo al momento de la explosión o quedarse de forma permanente en uno o ambos oídos.
También la pirotecnia puede causar pérdida auditiva, que también puede ser temporal o permanente, siendo esta última irreversible.
Otra de las consecuencias posibles es la perforación del tímpano, en ocasiones va acompañado de dolor y sangrado, además de la sensación de vértigo sin importar en la posición que se encuentre la persona.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que el nivel máximo de exposición de los adultos a ruidos impulsivos debe ser 140 decibeles, mientras que para los niños el límite debe considerarse dentro de los 120 decibeles.