La ludopatía es una de las adicciones más comunes en el mundo occidental.
Ni el juego, ni sus problemas asociados, son algo nuevo en nuestra sociedad. El juego por placer, ocio u objetivos gananciales están presentes desde nuestros ensayos más primitivos.
La palabra ludopatía proviene del latín ludus, ‘juego’, y del griego patheia, ‘padecimiento’ o ‘afección’; es decir “juego patológico”.Éste es el más antiguo y está entendido como la pérdida de control sobre juegos de azar en los que se realizan apuestas, como lo son las máquinas tragamonedas, bingos, casinos o cupones, apuestas deportivas y juegos de tipo privado.
Especialistas describen al jugador patológico como dependiente emocional del juego, con pérdida de control y su correspondiente afectación negativa en su vida cotidiana. Esta dependencia puede estar generada por la falsa expectativa de ganar para recuperar lo perdido; distorsión cognitiva o pensamiento erróneo que mantiene la espiral del juego. Las mentiras y el ocultamiento del juego es otra gran característica observable en este trastorno.
Siendo el juego una conducta social normalizada, en el jugador patológico o ludópata aumenta tanto en frecuencia de episodios (diarios normalmente) y fortuna apostada (económica fundamentalmente); implicada en juegos del azar, destruyendo su vida familiar y laboral.
El juego patológico es un trastorno relativamente común, pues se estima aproximadamente que un 5% de adultos experimentaran problemas con el juego (A.P.A, 1980). Los datos epidemiológicos indican que cuatro de cada cinco adultos (78,4%) han apostado al menos una vez en su vida. El 27,1% han apostado más de 100 veces y el 10,1% más de 1000.