La Organización Mundial de la Salud (OMS) decidió este miércoles mantener la pandemia de COVID-19 como una emergencia sanitaria internacional ante las incertidumbres que persisten, en particular, a la relativa evolución del virus, el cual podría mutar para ser más peligroso y evadir la inmunidad.
“Aunque es obvio que la situación global ha mejorado desde que empezó la pandemia, el virus sigue cambiando y sigue habiendo incertidumbre y muchos riesgos”, declaró el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
Esta decisión fue recomendada por un grupo internacional de expertos que forman el Comité de Emergencia de la OMS, responsable de evaluar cada tres meses si la propagación de una enfermedad constituye una amenaza para la salud pública internacional.
De acuerdo con los últimos datos notificados por los países a la OMS, las muertes por COVID-19 han bajado a un nivel comparable al inicio de la pandemia.
Además, dos tercios de la población mundial han recibido al menos la dosis inicial de alguna de las vacunas disponibles contra esta enfermedad.
Incertidumbre por la evolución del virus
Sin embargo, el Comité de Emergencia dijo que las desigualdades en las tasas de vacunación no han desaparecido y que todavía subsisten los problemas de acceso a los antivirales y otros tratamientos en países de bajos recursos.
Levantar la declaración de emergencia relacionada con COVID-19 podría llevar a que se levanten una serie de medidas sanitarias y sociales justo antes del aumento previsto de casos en el Hemisferio Norte en los próximos meses de invierno indicó el presidente del comité, Didier Houssin.
Asimismo, reconoció que, por primera vez desde el inicio de la pandemia, los miembros del Comité discutieron sobre la posibilidad, ventajas e inconvenientes de levantar la declaración de emergencia internacional por la pandemia.
Pero en los debates pesó la incertidumbre que hay sobre la trayectoria posterior del virus, sus características genéticas y antígenas, y del impacto clínico de futuras variantes.
Otra preocupación que influyó en la recomendación del Comité tuvo que ver con las dificultades para cuantificar la carga que para los sistemas sanitarios nacionales representan complicaciones como la trombosis, del sistema endocrino y otras que puede causar COVID-19.