Salud

Trastorno mental o pérdida de empleo, entre factores de riesgo para el suicidio

El suicidio es multifactorial pero existe evidencia de que es asociado a algún trastorno mental y al consumo nocivo de sustancias tóxicas, principalmente alcohol, de acuerdo con la literatura científica, por lo que es un problema de salud pública que genera gran impacto entre las familias de las víctimas y para la sociedad.

Sin embargo, también se encuentran factores de riesgo social y cultural, como la exposición a eventos traumáticos de violencia, abuso sexual, condiciones de vulnerabilidad, incluso, la pérdida del empleo.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), con el contexto sanitario, el aislamiento físico también ha generado un impacto en el aumento de los niveles de depresión y ansiedad, éstas ocasionan problemas de salud y discapacidad, así como el aumento del consumo nocivo de sustancias y autolesiones.

En el marco del Día Mundial de la Salud Mental, que se conmemora el 10 de octubre, es importante recordar que el objetivo de establecer este día es para sensibilizar los problemas de salud pública y para generar estrategias preventivas, así como sumar esfuerzos globales para atenderla.

 

Suicidio en México

El grupo poblacional que concentra mayores índices en las tasas de suicidio son los jóvenes de 18 a 29 años de edad: por cada 100 mil jóvenes ocurren 10.7 decesos por esta causa.

Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), hasta 2020, se registraron 7 mil 896 muertes por suicidio en el país, lo que representa 0.7% del total de muertes en el año.

Esto significa una tendencia al alza en los últimos dos años: en 2018 se registraron 6 mil 808 suicidios y en 2019 fueron 7 mil 223.

Las entidades que concentran los índices de suicidio más altos son Estado de México, Jalisco y Chihuahua.

Al desagregar los datos resulta que los decesos por esta causa se da mayoritariamente en los hombres. Hasta 2020 fue la tercera causa de muerte, entre los grupos etarios de hombres y mujeres de 10 a 14 años; la tercera de hombres de 15 a 24 años, mientras que la cuarta para mujeres en este grupo.

Los especialistas urgen la necesidad de generar estrategias en los sistemas de salud y en las instituciones de atención para prevenirlo, ya que es un proceso que inicia con la ideación (preocupación autodestructiva, planificación de un acto letal o el deseo de muerte), posteriormente pasa a intentos (autolesiones o daños inducidos para causar la muerte)  y, finalmente, a la consumación.

Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) de 2018, los pensamientos suicidas en la población de 10 años y más, se presentan mayoritariamente en las mujeres, 6% declaró que alguna vez pensó en suicidarse; en los hombres fue 4%.

Aunado a ello está el factor económico, por la crisis que derivo la pandemia durante 2020. En el país, se perdieron 647 mil empleos en ese año, además de la visibilización del aumento en la carga de trabajo para las mujeres, así como el riesgo de padecer violencia al interior de los hogares. Todo esto puede generar conductas suicidas.

No obstante, los organismos de salud internacionales apuntan a la necesidad de atender de fondo estas causas aunque señalan que para atender el suicidio en jóvenes e infancias se debe apostar por la prevención, principalmente, fortalecer los sistemas de atención primarios para reconocer a tiempos los riesgos del suicidio.

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