Cada vez que las infecciones se disparan, hay un alto costo para nuestras familias y comunidades, con picos de casos seguidos de picos de muertes tres semanas después”.Etienne sostuvo que el COVID-19 es una enfermedad prevenible, pero “ahora mismo estamos perdiendo demasiadas vidas” y señaló que, “cuando llegó Ómicron, no utilizamos todas las herramientas disponibles para frenar la propagación y prevenir las infecciones”. Más de la mitad de las muertes en la última oleada se produjeron en personas mayores de 65 años, pero muchas otras fueron entre quienes aún no habían recibido la vacuna COVID-19. Los no vacunados de todas las edades siguen llenando los hospitales y las camas de las unidades de cuidados intensivos. Ómicron ha demostrado que las vacunas que tenemos a mano pueden proteger a la mayoría de nosotros de la enfermedad grave y la muerte, dijo la directora de la OPS. Para asegurar un acceso más equitativo a las vacunas, la OPS ya ha entregado cien millones de dosis a 33 países de América Latina y el Caribe, gracias al trabajo de su Fondo Rotatorio en coordinación con COVAX. Carissa F. Etienne agradeció a los donantes por haber contribuido con 30% del hito de los cien millones de dosis e instó a los países a concentrarse en cerrar las brechas críticas en la cobertura de vacunación, para asegurar que al menos 20 millones más de personas estén completamente vacunadas, en particular los grupos de alto riesgo. La doctora Etienne destacó que los países deben estar atentos para aplicar rápidamente medidas de salud pública. También deben ajustar los sistemas hospitalarios para responder a nuevos brotes y asegurar que los trabajadores de salud tienen las herramientas necesarias para atender en forma segura a los pacientes con COVID-19. Con hasta 202 personas que mueren cada hora en América debido a esta última ola, la inacción no es una opción, aseveró la directora de la OPS. En cuanto a la situación de la COVID-19 en la región, los países de América notificaron 3.3 millones de casos nuevos y más de 34 mil muertes relacionadas con la COVID-19 en la última semana. En América del Norte, Estados Unidos registró 17 mil muertes, el número mayor de esa subregión. Los países de Centroamérica y del Caribe informaron un aumento de las muertes por COVID-19, así como un incremento de las hospitalizaciones, que alcanzó el 19% en algunos países y territorios del Caribe oriental. En América del Sur, las muertes por COVID-19 en Brasil alcanzaron las cifras más altas hasta el momento, estableciendo un récord para esta ola.
Relajación de medidas sanitarias incrementó muertes por COVID en América
La complacencia en torno al uso de mascarillas, los viajes y las reuniones en lugares cerrados crearon una oportunidad perfecta para que la variante Ómicron se propagara rápidamente por todo América y aumentara las muertes, alertó la directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Carissa F. Etienne.
“Las medidas reducidas de salud pública fueron insuficientes para reducir la escala de esta ola. Y ahora nos enfrentamos a las consecuencias: un aumento de las infecciones que está provocando un incremento de las muertes”, afirmó Etienne.
Aunque siguen siendo muy elevadas, las infecciones por COVID-19 se redujeron 31% en comparación con la semana anterior, mientras que las muertes siguieron aumentando 5.6%.
“Sin duda, Ómicron nos ha sobrepasado”, agregó la directora de la OPS.