
Mi hermana era la del medio, era el jamoncito del sándwich”, recuerda Sandra Matías Teodoro, hermana de Alicia.
La señora Alicia, quien cubrió con su cuerpo a su nieta, la pequeña Jazlyn Azuleth en la explosión de la pipa de gas en la calzada Ignacio Zaragoza y el puente de La Concordia, no solo era abuela y madre, era hermana e hija.
“Y no hay una palabra para compensar la pérdida de su hija a mis papás. Mi mamá está totalmente destrozada, tú no sabes cómo duele verla llorar. El ver a mi papi llorando por su hija, que él es un hombre muy fuerte y le cuesta mucho trabajo llorar enfrente de nosotras, y tener que dejarlo llorar a solas no es fácil”, compartió Sandra Matías Teodoro.
Ha pasado una semana desde que la vida de la familia Matías Teodoro cambió para siempre.

Este 15 de septiembre, la niña de apenas dos años de vida fue trasladada por la Fundación Michou y Mau a Galveston, Texas, donde fue sometida a una de muchas cirugías que requerirá, para mejorar su calidad de vida.
“Afortunadamente ya está en Texas, ahorita ya está siendo tratada por médicos de allá. Lo que sé es que está estable, hasta donde yo sabía estaba estable”, refiere Sandra Matías Teodoro.
En medio de un proceso donde las investigaciones y peritajes continúan, la empresa Silza, propietaria de la pipa de gas LP siniestrada, se ha mantenido alejada de la familia de la señora Alicia.
¿La empresa gasera se ha hecho responsable? ¿se ha acercado a ustedes para hablar, para brindarles apoyo económico, moral? “no, no se ha acercado”, señaló Sandra Matías Teodoro.

Mientras, las autoridades capitalinas corrieron con los gastos hospitalarios no solo de la pequeña Jazlyn, sino de la señora Alicia.
“El gobierno de la Ciudad de México nos apoyó en la estancia de mi hermana cuando estuvo en el hospital, o sea, ellos se hicieron cargo de los gastos médicos, de la atención médica que mi hermana requirió y necesitó. Sí, sí lo hizo. El día que falleció mi hermana, ellos se hicieron cargo de todos los gastos”, aseguró Sandra Matías Teodoro.
En medio del luto que dividió a una familia, entre el cuidado de una bebé sobreviviente, de una madre y un padre, cuya pérdida no tiene nombre, de una hermana que no sabe cómo sentirse, una sola duda queda.
“¿Cuánto vale la vida para la empresa? ¿Cuánto vale la vida de mi hermana para la empresa? ¿Cuánto vale la extremidad de un cuerpo de una persona que sufrió en ese momento?”, se pregunta Sandra Matías Teodoro.