Este sábado 4 de noviembre se llevó a cabo la octava edición del Desfile de Día de Muertos de Ciudad de México, en donde participaron más de cuatro mil personas en 65 contingentes.
De las céntricas calles de Ciudad de México brotó como una ofrenda a la muerte la celebración de la vida.
“Que la muerte es parte de la vida y sin la muerte no tendríamos la vida y en México se celebra”, dijo Brenda García, participante.
La música de las comparsas señaló en esta tarde soleada el camino a Mictlán.
Más de dos millones de espectadores se unieron a esta fiesta colectiva, sin importar el tiempo de espera.
“Estoy aquí desde las nueve de la mañana para apartar mi lugar así cada año aquí me vera”, señaló Camelia Solís, asistente.
Los xoloitzcuintle, los cráneos, los danzantes, la infaltable catrina en todas sus formas, convirtieron el lamento de la muerte en júbilo y alegría.
“Lo que nosotros nos preguntamos es como pudieron pintar a tanto al mismo tiempo para que vinieran todos muy bonitos”, afirmó Constanza Corona, asistente.
48 agrupaciones musicales de carnaval, 13 carros alegóricos e igual número de esculturas brillaron desde la Puerta de los Leones, avenida Reforma, Juárez, calle 5 de mayo para desembocar en el Zócalo capitalino.
Por primera vez sonido la changa formó parte de los contingentes gracias a que ahora los sonideros son patrimonio cultural inmaterial.
La música de la Maldita Vecindad se acompasó con los sones. El verde del “Cocodrilo Calavera” perfilándose como un clásico de esta fiesta citadina recorrió por primera vez, el camino del desfile.
La fiesta no paró, es la forma de hacer las paces con la muerte.
“Yo disfrutaría más vivir muchos años, pero de todos modos me gusta la Muerte, como dice mi abuela me queda mucha vida por delante”, agregó Constanza Corona.
