Valle de México

El sepulcro de Nancy y la angustia de su hermana hospitalizada tras la tragedia

La familia Lezama pasó la noche despierta. Acompañaban el cuerpo de Nancy, la hija mayor que perdió la vida en el tren que se desplomó en la estación del metro Olivos.

Tania, la hija menor, necesitaba dos cirugías. Apenas hoy fue operada de una hemorragia interna que le causó el accidente; sin embargo, pasará tres meses sin caminar hasta que se recupere y le puedan hacer la segunda cirugía en la cadera que le permitirá ponerse de pie a finales de este año.

El pueblo de San Juan Ixtayopan fue aglomerandose en casa de la difunta conforme avanzaba la mañana. Cientos de personas tomaron asiento bajo la lona amarilla, instalada un día antes para el velorio de Nancy.

Pasado el medio día llegó el sacerdote Epimac Nihezpara para oficiar una misa en conmemoración de la joven estudiante que murió la noche del 3 de mayo. La ceremonia religiosa concluyó con llantos que poco a poco fueron se fueron diluyendo entre los abrazos de los presentes.

El cura salió de la casa donde reposaba el cuerpo de Nancy y poco tiempo después entraron los mariachis que cantaron “Amor eterno” mientras el féretro salía de la casa y posaba en medio de la calle para que el pueblo se despidiera uno a uno.

Familiares y amigos pasaban derramando lágrimas mientras las notas musicales sonaban a todo pulmón. Seis hombres cargaron el ataúd cuando todos se habían despedido, lo metieron a una carroza fúnebre y más de 150 personas se fueron caminando detrás Nancy hasta el panteón “Jardines del Llano”. Un pequeño cementerio rodeado por bello paisaje de montañas.

Durante el camino las personas iban gritando consignas que pedían justicia por la muerte de la joven y las graves heridas de su hermana hospitalizada.

Al llegar al cementerio una cartulina decía que no podían ingresar a más de 12 personas al entierro. No obstante, la puerta se abrió y toda la caravana entró para darle el último adiós a una de las víctimas mortales del metro.

 El ataúd llegó a la fosa asignada, los papás dieron el último beso a la caja de madera y adoloridos bajaron el cuerpo de la joven. Varias flores caían sobre el féretro hasta que lo trabajadores del panteón comenzaron a llenar el hueco con tierra.

Los presentes se fueron retirando poco a poco hasta que la tierra cubrió por completo el hoyo donde ahora descansa en paz Nancy Lezama.

Ya sabíamos que el metro estaba mal pero nunca pensamos que podría pasar todo esto. Nos gustaría que el gobierno encuentre a los responsables de está tragedia. Nos vino a partir la vida a todos los que vivimos en el pueblo. Es lo único que queremos: justicia para Nancy”. comentó Ana, la mamá de las dos muchachas.

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