Ícono del sitio Once Noticias

Kevin, sobreviviente de la explosión en el puente de La Concordia

FOTO: GUARDIA NACIONAL

El pasado 10 de septiembre una pipa de gas volcó en el puente de La Concordia de la alcaldía Iztapalapa, en Ciudad de México. Fue una tragedia que cimbró a la capital, porque le arrebató la vida a 31 personas.

Hoy, a un mes de ese suceso, en este lugar quedaron las marcas de la explosión, pero también de la memoria, para honrar el recuerdo de quienes fallecieron.

Kevin es uno de los 44 sobrevivientes, y esta es su historia.

“Desafortunadamente aquel día me tocó pasar por ahí; ese día tenía miedo, por primera vez en mi vida, sentí terror. Fue el infierno en la tierra”, narró Kevin Díaz.

Todo inició con una nube blanca

Kevin recuerda: de repente una nube blanca… Luego una explosión. Iba a su casa, y la tragedia lo alcanzó en el puente de La Concordia de la calzada Ignacio Zaragoza.

“Lo primero que pasó por mi cabeza es que dije: se volteó un camión de cemento o de arena o tierra. Nunca pensé que iba a ser gas, porque no tenía el aroma de gas, no olía nada”, comentó.

Su cuerpo tiene el registro del fuego del que trató de huir, pero las llamas lo alcanzaron.

Y continuó: “no corrí ni cinco metros, sentí el calor, el fuego me alcanzó, mi vista se tornó naranja, los ojos se secaron, aguanté la respiración, pero el fuego sentí como entraba por mi nariz. Sentí como entraba por mis oídos y sentí un dolor insoportable, pegué un grito de terror”.

Aún con el dolor, ese día Kevin tuvo la fuerza para pedir ayuda.

Mamá, ayúdame, estoy todo quemado

“Tenía quemados los codos, sentí un dolor insoportable en la espalda y como pude tomé mi celular, y mandé los audios que se escuchan a mi mamá pidiéndole ayuda”.

Sus manos, rostro y espalda sufrieron quemaduras de segundo grado, estuvo en terapia intensiva. Permaneció internado 27 días. 

Trabajador de una fábrica, Kevin no se venció. ¿Su motivación? El pequeño Leo, su hijo, un bebé de nueve meses:

“Dije no, yo tengo que ver a mi hijo crecer, fue lo que más me motivó, no quiero que mi hijo tenga un papá muerto. Tengo que estar presente para él”.

Él fue atendido en el hospital Emiliano Zapata, y después en el hospital de Pemex de donde fue dado de alta.

Kevin expresó: “es gracias a Dios y al hospital, a todo su personal, al doctor Márquez que me recibió. Es gracias a ellos que estoy aquí”.

Kevin perdió su trabajo

Él perdió su trabajo, y por lo menos durante seis meses deberá usar telas especiales y evitar, a toda costa, la exposición al sol. Ahora los pequeños detalles, como la sonrisa de su hijo y el olor a tierra mojada tienen, otro significado: el de la celebración de la vida.

“Cuando salí del hospital, va a sonar muy raro, pero lo primero que hice fue oler las plantas que estaban mojadas. Es una segunda oportunidad lo que tengo”, finalizó.

Salir de la versión móvil