Alejandra y Elvia son hermanas y buscaban a su tío, Lorenzo. Él viajaba en uno de los convoyes que ayer colapsaron en la Línea 12 del Metro, la Línea Dorada.
Lorenzo iba de regreso a su casa después de su jornada laboral. Trabajaba en una fábrica de cloro, dijo Elvia, e iba de regreso a su hogar.
Entre angustia y con el celular en manos, para mantener la comunicación constante con la familia, que también estában repartidos en otros puntos en la ciudad en búsqueda de su tío, pidieron informes a las autoridades.
Elvia compartió a Once Noticias que su tía se comunicó con él alrededor de la una de la tarde: “mi tía siempre le hablaba dos veces al día, a la 1 de la tarde, que era la hora de su comida, y en la salida, pero ayer la última vez fue la una”.
Las mujeres llegaron al Hospital Xoco, antes del mediodía, para preguntar si ahí habían llevado a su tío. Y es que les resultaba extraño que su celular sonará sin obtener respuesta: “le marcamos y suena y suena, pero nada”, dijo Alejandra mientras escuchaba por altavoz el timbre del celular. Al pedir informes sobre las personas llevadas al recinto, en la entrada de urgencias, las autoridades del Hospital Xoco relataron que tenían ochos personas hospitalizadas, derivadas de dicho accidente, “y sus familias ya están informadas”. Les recomendaron continuar su búsqueda en otros hospitales y en el Servicio Médico Forense (SEMEFO).
Nadie nos dice nada. Ya marcamos a Locatel y nada. Mis primos están en otros hospitales. Ya fueron al Belisario, pero nada”, comentó Alejandra.
Elvia y Alejandra se enteraron del accidente por las noticias. Ya estaban en sus respectivas casas, en Valle de Chalco; la familia vive allá.
Alejandra rememoró que su hermano había salido cerca de la zona del colapso: “cuando supe le marqué, pero llegó a su casa con bien. No se subió al metro”. Sin embargo, no fue así con su tío, que continuaba desaparecido hasta entonces. Las mujeres continuaron la búsqueda al siguiente punto sin perder nunca la esperanza.
En SEMEFO, ubicado en la colonia Doctores, les dijeron que no habían llevado cuerpos de personas que padecieron en el accidente. Hubo un poco de alivio, aunque continuaban a la espera de su primo, el hijo de Lorenzo, quien a su vez se encontraba en la SEMEFO de Iztapalapa, para reconocer los cuerpos de las personas que fueron trasladadas allá.
Al cabo de un rato, les comunicó por teléfono que: “sólo hay una mujer”, dijo un tanto aliviado.
Hay mucha desinformación. Dicen muchas cosas, pero no hay informes concretos. Nadie nos dice nada y estamos dando vueltas”, comentó Elvia, cansada y deshidratada.
Para apoyar a la familia en la búsqueda de su tío, las mujeres pidieron permiso en su trabajo, “por lo menos nos dieron permiso, hasta eso mi jefe es buena onda y entendió que tenía que estar acá”, dijo Elvia, mientras caminaba de vuelta al auto con la finalidad de emprender su traslado al siguiente punto. Ni los 30 grados que asolaban a la ciudad, ni la sed o el tráfico de media tarde, detuvo la incesante búsqueda de las sobrinas de Lorenzo. Una vez en el auto y después de comunicarse con sus primos, decidieron ir al Hospital Balbuena, ubicado en la alcaldía Venustiano Carranza.
En este hospital también recibieron negativa “las personas que fueron traídas ya están en compañía de sus familiares”, les dijeron una vez más.
Ante la respuesta, Alejandra y Elvia decidieron no desistir y continuar la búsqueda en hospitales o en clínicas privadas aledaños al accidente, “sólo pedimos que actualicen las listas”, dijo Alejandra, mientras intentaba comunicarse con sus padres, para mantenerlos al tanto.
Al filo de las tres tarde estaban decididas a regresar a la zona de la catástrofe para buscar en los recintos hospitalarios. En el transcurso recibieron la llamada de su primo, el hijo de Lorenzo. Elvia, en medio de un estrepitoso silencio, tras contestar la llamada, rompió en llanto: su tío había sido localizado. Lorenzo fue localizado en la SEMEFO de Iztapalapa.
Mi tío iba a festejar el cumpleaños de mi tía, el sábado”, dijo Elvia, cuando intentaba dar la noticia a otros familiares.
Alejandra, pese a la conmoción por la noticia, contuvo el llanto, para llamar a sus padres y decirles: “ya lo encontraron. Lo encontró mi primo, sí estaba en Iztapalapa. Fue el último en ser reconocido. Con cuidado, papi. Nos vamos para allá. Ahorita les hablamos.”
Al finalizar la llamada, Alejandra no se contuvo más y tras bajarse el tapabocas blanco que cubría la mitad de su rostro, rompió en llanto. Los siguientes minutos se inundaron de pesar y tristeza, en medio de una avenida en la que se advertia cierta normalidad pandémica: a lo lejos se divisiban algunas almas sobre un puente peatonal y los rayos del sol golpeaban incensantes el asfalto de una ciudad grande, atónita, dolida. Los autos circulaban a gran celeridad sin advertir que en ese auto gris, estacionado “en una apartada orilla”, Elvia, Alejandra y sus familias acababan de experimentar el desconsuelo por la pérdida de su tío, una de las 24 víctimas de aquél catastrófico accidente. La certidumbre por saber dónde estaba Lorenzo les trajo cierto alivio, la pérdida y la forma, sin embargo, trajo un dolor irreparable, acompañado de sed por obtener justicia.
Elvia decidió acompañar al hijo de Lorenzo, para proseguir con los trámites pertinentes y llevar a su tío con sus seres queridos. Alejandra, mientras tanto, se comunicó con familiares y amigos cercanos para darles la dolorosa noticia. Al final de aquel viaje, las mujeres emprendendrían su retorno a Valle de Chalco, a una zona que por largo tiempo ha quedado olvidada por los gobiernos en turno y cuyos habitantes tuvieron una esperanza de movilidad con un transporte que parecería dar un poco de luz a tanto olvido. Emprenderían su regreso a la semilla.
En medio del dolor, las familias exigen que se investigue para saber qué sucedió. Esperan, pese al dolor, encontrar a las personas responsables de un accidente que no debió ocurrir. Hasta el momento, las autoridades reportaron 24 personas muertas y más de 70 heridos por la catástrofe en la Línea 12 del transporte colectivo Metro.