La tradición de vestir al Niño Dios está muy lejos de desaparecer en el centro de Iztapalapa.
Hace 40 años, Rosa ya le ayudaba a su mamá en la venta de ropones para el niño dios, previo al Día de la Candelaria. Colores, formas y precios los hacen distintos; desde 100 pesos, según la calidad.
Para Rosa, la pandemia afectó no solo este ramo sino todo lo demás. Este año no ha sido bueno, pero con la venia de Dios, considera, mejorará.
Lo que no cambia es la fe hacia el Niño Dios; es algo sagrado que se hereda por generaciones.
Híjole son cosas muy sagradas. Para las personas por ejemplo en este tiempo me llegaron a mí, niños que venían desde la bisabuelita, la tatarabuela y ¡se lo encargo! y hay gente que no lo suelta y se queda paradita aquí viendo cómo los vestimos porque si lo rompes o algo, para nosotros es la muerte, la gente cuida mucho sus niños”, Rosa Elba, comerciante.
Por si se ofrece ahí mismo esta José Eduardo, hijo de Rosa Elba, haciendo las reparaciones necesarias.
A sus casi 21 años reconoce que al ver a su padre reparar niños dios le nació hacer lo mismo. Inicia después de día de reyes días y el trabajo empieza a fluir.
Cómo 100 niños para mi es muy poquito y en otros años hago 300, 350 niños”, José Eduardo Aguirre.
Las manos de José ya son capaces de moldear o adaptar finamente una pieza sin que pierda sus gesto y sonrisa, sensación que hace sentir un niño dios y eso tiene su precio.
Por ejemplo, en este tamaño que en reparaciones de 25 centímetros. En reparación general se cobra 150 bueno yo lo manejo así ahorita por lo que ha pasado pues casi no hay pintura en el centro y la verdad me la dieron muy cara, entonces éste lo estoy cobrando en 180 completo”, agregó.
A Rosa Elba no se le olvida que lo que sabe lo heredó de su madre y ahora lo transmite a sus hijos.
Si la queremos la tradición en lo personal si me gusta la quiero y mientras Dios me permita aquí hoy a estar con mis hijos en compañía de ellos”.