El arte de Gabriel Sánchez Viveros oscila entre la arquitectura real, la intervención y la expresión a través de los materiales y la fusión de conceptos que abarcan también la escultura, el paisajismo, la plástica y la fotografía. Estos elementos son abordados desde un enfoque multidisciplinar y trasversal.
Su imperioso ímpetu de creatividad lo han llevado a las tierras más lejanas del mundo para explotar su propio concepto de lo mexicano, y así encontrar múltiples posibilidades de experimentación.
Once Noticias conversó con el arquitecto y artista plástico mexicano Gabriel Sánchez Viveros, quien se perfila como uno de los artistas más versátiles de la actual escena del país.
El artista platicó ampliamente sobre su experiencia como arquitecto de la realeza saudí, sobre todo del príncipe Al-Saúd, de la actual Casa Saúd. Su trabajo con la realeza lo llevó a permanecer quince años ligado con las propiedades personales del príncipe y donde desarrolló propuestas para El Palacio de Verano (1997), El Espacio de Descanso (Residencia Hangar, 1997) y El Palacio de Invierno (2006), entre otras.
De esta experiencia se encuentra escribiendo un libro donde narrará su experiencia en espacios irreales donde “los mares de dunas se mueven al ritmo que el viento marca”. Destacó que se trata de entender el espacio y adaptarlo a las peticiones del cliente.
No se limitó a trabajar en estos proyectos en Arabia Saudita. A la par, atendiendo a su condición de artista, buscó conocer y comprender fenómenos culturales y atravesarlos por sus conceptos arquitectónicos y plásticos.
Sánchez Viveros narró, por ejemplo, el fenómeno de las celosías tradicionales (mashrebeeyah) y creo un símil con la visión que se tiene desde el interior de las burkhas, estas polémicas -en occidente- prendas que utilizan las mujeres en diversos países árabes.
Y ahí es en donde reside la plasticidad conceptual del trabajo del artista: trabajar desde las ideas y no desde los arquetipos.
En este mismo contexto, Gabriel Sánchez, nos platicó sobre su idea de la mexicanidad en la arquitectura. No hay un “estilo mexicano”, comentó, puesto que se trata de un país con una diversidad artística tan vasta, por lo que retoma elementos de cada estilo que vayan funcionando acorde al concepto inicial.
Esta propuesta resulta de una interpretación de las diversidades estilísticas, tomando en cuenta colores, volumen, texturas y materiales. Es decir combina muchos elementos en el espacio a diseñar, mimetiza lo conceptual con el espacio, e incorpora los elementos entre el estilo nasht y elementos de la “arquitectura mexicana”.
Se trata, en sus propias palabras, un tipo de fusión experimental. Su esquema de trabajo se mece entre trabajar con los detalles y experimentar con las posibilidades para poder, como artista, hacer una hermenéutica del diseño y tomar los elementos centrales en naturaleza como objeto a concretar.
A estos ingredientes les filtra por diversos tamices -que oscilan entre sus experiencias como artista, viajero y sobre todo observador de sus múltiples entornos- y materializarlos en el objeto final.