Italia prohibió a los grandes buques de crucero navegar cerca de Venecia a partir del 1 de agosto, anunció oficialmente el gobierno italiano el martes.
El primer ministro Mario Draghi celebró la llegada de “una etapa importante en la preservación de la laguna veneciana”, que llevaba décadas sufriendo el paso de los cruceros que transportan a millones de turistas a la ciudad italiana.
Los barcos de más de 25 mil toneladas brutas, de más de 180 metros de largo y 35 de alto, cuyas emisiones contengan más de 0.1% de azufre, no podrán entrar ni en la cuenca ni en el canal de San Marcos, así como en el canal de la Giudecca.
Estos navíos tendrán que amarrar en el puerto industrial de Marghera, dentro de la laguna, donde se proyecta la construcción de una infraestructura para acogerlos, mientras que los cruceros más pequeños (de cerca de 200 pasajeros) podrán seguir desembarcando en el corazón de la ciudad, según precisó el comunicado del gobierno.
Los defensores del patrimonio y del medioambiente llevaban años denunciando el daño que estos navíos causan al frágil ecosistema de la laguna y a los cimientos del centro histórico de la ciudad.
Este debate volvió al primer plano el mes pasado con la vuelta de los cruceros tras la pandemia, que había traído a los venecianos tranquilidad y mayor calidad del aire.
El ministro de Infraestructura, Enrico Giovannini, dijo que este era un “paso necesario para proteger la integridad ambiental, paisajística, artística y cultural de Venecia”.
Según señaló el ministro de Cultura y de patrimonio italiano, Dario Franceschini, se quiso con esta medida “evitar el riesgo concreto que la ciudad fuera inscrita en una lista de patrimonio en peligro”.
Y el tiempo corría en su contra ya que los organismos consultativos de la Unesco propusieron esta inscripción para finales de junio, y el Comité del patrimonio mundial debe emitir un fallo durante su reunión en China entre el 16 y el 31 de julio.