Hace tres meses, Fanny estaba viviendo uno de los episodios más difíciles de su vida. Uno de esos retos que nadie desea tener en su historia, pero que se imponen de tal manera que no queda más que intentar lidiar con ello. “Todo fue muy rápido. Aunque acostumbré hacerme mis chequeos a partir de los 40 años, la pandemia impuso una nueva regla: ir al médico sólo si se era necesario. Ésas eran las indicaciones”. “En mi caso, al no haber tenido experiencias malignas en estudios pasados, decidí esperar. Pero ya casi habían pasado dos años en que no me hacía la mamografía. Tengo que aceptar que yo presentía algo. Estaba muy nerviosa. No quería pero a la vez sabía que tenía que hacerlo. Pasó: me detectaron una bolita. Era el momento de tomar decisiones”, cuenta Fanny, quien hoy puede dar su testimonio gracias a la atención oportuna que se hizo sobre la situación que estaba, apenas, empezando a vivir. A inicios de octubre, el Programa de Prevención y Control de Cáncer de la Mujer del Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva identificó que la pandemia de COVID-19 ocasionó la disminución de las coberturas de detección de cáncer de mama, a través de la exploración clínica y de la mastografía de tamizaje y diagnóstico, en las 32 entidades federativas.
Fueron días de muchos nervios. Realmente no sabía lo que iba a suceder. Aunque me estaba tratando de manera rápida y eficiente, la vida así es. Y en estos casos más. El cáncer no avisa, es silencioso. Eso me causaba muchos miedos. Pero llega el momento de decidir: o metes la cabeza al suelo, o la levantas y tratas de continuar. Aquí no se trata de luchar contra el cáncer. Yo creo que todos luchamos, nadie nos queremos morir. Aquí uno se da cuenta de que no hay batalla contra la enfermedad, sino con la vida misma. Con querer continuar. Eso es lo primero que hay que concientizar y afrontar”, relata Fanny con firmeza ante un pasado inmediato del que no se puede desprender, pero que sí quiere combatir sin indiferencia y menos con el olvido.La Secretaría de Salud (SSa) informó que en 2020, en México hubo 29 mil 929 casos nuevos y 7 mil 931 fallecimientos secundarios a este tipo de cáncer. A nivel mundial, cerca de 685 mil mujeres fallecieron como consecuencia de esta enfermedad.
Después de la detección, en menos de dos semanas ya me había podido operar. Considero que tuve la fortuna de haber acudido y atenderme a tiempo. Por otro lado, también eso me hizo consciente de que no todos tenemos las mismas oportunidades. Yo no fui la paciente que tuvo que sacar su ficha, la espera para la consulta, recibir los resultados y los tiempos que se suelen esperar para las pruebas que siguen. Incluso recibí apoyo de Fundación Alma, quienes me orientaron en el diagnóstico, la operación e incluso en la toma de decisiones”, apunta Fanny.La SSa informa que la detección temprana, el diagnóstico oportuno y el tratamiento adecuado pueden cambiar la historia. Incluso lograr que el cáncer de mama pase de ser una enfermedad mortal a una curable. Y es que, la misma Fanny lo vivió: “En mi caso, la detección temprana ayudó a que no se desarrollara. Pero es impensable cuando la enfermedad está más avanzada y se tienen que tomar decisiones en términos de si se requieren quimioterapias, extirpación del seno, y su posterior reconstrucción. Es una situación muy difícil”. “El cáncer de mama también es cuestión de actitud. Se trata de confrontarlo. Entender que claramente ya nada volverá a ser igual, pero hay que ir hacia delante. Decirse a una misma: ‘No me voy a dejar’. Quiero que la vida me dé la oportunidad de seguir. Hay que comprender que es así en algún momento y las cosas pasan por algo. Yo no pasé por quimioterapias y logré salir. Conozco a gente que sí ha tenido ese tratamiento y lo ha superado. Lo que sí se tiene que tener muy claro es que todos los casos de cáncer de mama representan un camino diferente. Sólo se trata de saber cómo afrontarlo”, asegura.
La lucha contra la indiferencia
Después de vencido el cáncer de mama, Fanny decidió llenar de gratitud y agradecimiento a la vida con su empatía. “Hay que entender que la vida no es nada más para uno, somos un todo y aquí estamos. Por ello, en Grupo Japanika, los seis restaurantes de comida japonesa, tailandesa, coreana e italiana para los que trabajo, nos hemos unido al Mes Rosa”. En cada uno de los establecimientos que labora venden un postre tailandés y 100% de la venta de este alimento se destina a Fundación Alma, encargada de la reconstrucción de mamas a víctimas del cáncer sin costo alguno. En noviembre, afirma, se entregarán en comunidades vulnerables.Para nosotros es importante que, cada quien desde su trinchera, apoye. Por ejemplo, nosotros en el restaurante dar esa apertura. Los meseros comunicándolo a los clientes y explicándoles la causa. Y así generar una cadena de ayuda y apoyo que genere conciencia sobre éste y otros temas más que aún llegan a representar difíciles de tratar para muchas personas”, concluye Fanny.