En un año marcado por más inundaciones, huracanes y sequías relacionados con el clima, los gobiernos y las empresas se vieron obligados a analizar más de cerca los riesgos financieros y su exposición a la responsabilidad.
En ninguna parte fue esto más evidente que en la Conferencia Climática de la ONU (COP27) en Egipto, donde los países llegaron a un acuerdo histórico para establecer un fondo para ayudar a los países pobres a hacer frente a los costos de los desastres provocados por el clima.
Sin embargo, las conversaciones de la COP27 hicieron poco para abordar la causa de esos desastres: los niveles cada vez mayores de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
Progreso lento
Ese tipo de progreso lento en la lucha contra el cambio climático hizo que los países vulnerables se decidieran a obtener la aprobación del llamado Fondo de Pérdidas y Daños, después de otro año de desastres climáticos extremos, incluidas olas de calor récord desde Estados Unidos hasta China, el colapso de los glaciares en India y Europa, así como las sequías interminables que empujan a millones hacia la hambruna en el este de África.
Las aseguradoras están resintiendo la situación, ya que el año provocó tres de los desastres más costosos de la década.
“Inundaciones ‘distópicas’ que provocaron daños por valor de 40 mil millones de dólares en Pakistán, una serie de olas de calor mortales en el verano que, en conjunto, causaron pérdidas por más de 10 mil millones de dólares en Europa y el huracán ‘Ian’ recorriendo Florida y Carolina del Sur a un costo de 100 mil millones de dólares”, según la firma de modelos de riesgo RMS.
El Fondo de Pérdidas y Daños también marcó un golpe diplomático por parte de las naciones pobres, después de décadas de resistencia de la Unión Americana y Europa por temor a que pudiera exponerlas a responsabilidad legal por sus emisiones históricas.
Pero los países acordaron que el fondo se extraería de las instituciones financieras existentes en lugar de las naciones ricas, aliviando esas preocupaciones de responsabilidad, por ahora.
¿Por qué es importante?
A medida que los grupos de vigilancia criticaron a las empresas por no revelar cómo el cambio climático podría amenazarlas financieramente, los inversores enfrentaron una presión cada vez mayor tanto por ir demasiado lejos para abordar los riesgos climáticos, como por no ir lo suficientemente lejos.
Es el salvaje oeste en términos de lo que deben hacer las empresas. Y hay algunas que están haciendo un lavado verde, sí. Pero algunos que hacen un esfuerzo sincero están rechazando la cultura de la pureza, la gente dice que todo lo que no sea la perfección no vale la pena comentó Katharine Hayhoe, climatóloga canadiense y científica en jefe de Nature Conservancy.
Incluso Hayhoe y otros que advirtieron sobre los peligros del cambio climático no escaparon a la censura, y algunos activistas los criticaron por volar a conferencias o comer carne.
En algún momento, la gente empezó a tirar sopa y pintura y a pegarse a las cosas.
“Lo entiendo. Es una reacción psicológica al miedo genuino que siente la gente cuando comienza a comprender la magnitud de este problema“, remarcó Hayhoe.
Otros trataron de llevar sus quejas a los tribunales. A la fecha, hay 2 mil 176 demandas relacionadas con el clima en todo el mundo, incluidas 654 presentadas en los tribunales de Estados Unidos, según el Centro Sabin para la Ley del Cambio Climático de la Universidad de Columbia.
Así, los científicos y economistas están logrando más avances en el cálculo exacto de cuánto puede haber contribuido la actividad de un país al cambio climático y a desastres específicos.
Esta línea de argumentación, conocida como “ciencia de la atribución climática”, se abrió paso en más tribunales.
“Hasta ahora ha sido una batalla de expertos sobre el papel. Lo que aún no hemos visto es un juicio real que presente evidencia para atribuir un cierto porcentaje de obligación a una empresa o país que contamina el clima”, expuso del director ejecutivo de Sabin Center, Michael Burger.
Pero es solo cuestión de tiempo, dicen los expertos.
¿Qué significa para 2023?
Con el nuevo año, se espera más ansiedad pública a medida que el cambio climático continúa aumentando y más preocupación entre las empresas y los gobiernos por la responsabilidad y el riesgo.
Las empresas y los inversores se enfrentarán a la presión de proteger sus cadenas de suministro y operaciones frente al cambio climático.
Las salas de los tribunales verán más casos climáticos presentados, centrados tanto en desafiar a los gobiernos nacionales para que aumenten sus ambiciones de política climática como en responsabilizar a las corporaciones por sus emisiones o prácticas engañosas.
A finales de año, los países se volverán a reunir en la próxima cumbre climática de la ONU, COP28, en Dubái, la cual estarán bajo presión adicional para ver que las emisiones se reduzcan a la mitad para 2030 y a cero neto para 2050, el único camino para mantener el calentamiento global dentro de 1.5 grados centígrados.
“Un número cada vez mayor de actores poderosos están aceptando el hecho de que no podemos seguir metiendo la cabeza en la arena”, añadió Burger.