Cultura

Eme Mala Fe y el primer concierto en medio de una rodada de motocicletas

Desde las seis de la tarde diferentes clubes de motociclistas comenzaron a rondar por la ciudad. Un grupo pasaba veloz sobre avenida Insurgentes, mientras otros cruzaban a toda velocidad sobre Calzada de Tlalpan. Para las nueve de la noche, más de 50 mil motos se habían aglomerado en Tepito, en el cruce de la avenida Ferrocarril de Cintura y Eje 1 Norte.

Los motores rugían, las chelas se pasaban de mano en mano y los porros se prendían para aromatizar la colonia Morelos. Todos los presentes esperaban el concierto gratuito que ofreció el rapero Eme Mala Fe en esa esquina.

Motonetas con tres o cuatro personas desfilaban sobre la calle, también motos deportivas y camionetas familiares. Fue hasta que el cantante apareció sobre una camioneta que arrojaba fuego por el techo, que todos gritaron y aplaudieron al unísono. 

Cámara, banda: esto es para ustedes y por ustedes. Porque esto no sería posible sin el apoyo de todo el barrio. Estoy muy agradecido por estar aquí con todos ustedes”, gritó Eme antes de comenzar a cantar.

Durante cuatro canciones los fans corearon las rolas y aplaudían al cantante. A su alrededor las calles estaban bloqueadas y el flujo de autos se interrumpió por la marejada de personas que inundaron ese barrio. Cualquier movimiento político o sindical envidiaría la organización de todos los motociclistas que en ese momento acompañaban al cantante.

Los medios comenzaban a informar sobre el enorme bloqueo y la gran cantidad de motociclistas. Poco a poco las sirenas de las patrullas se fueron asomando entre la oscuridad; los retenes comenzaron a armarse sobre el Eje 2 Norte, el eje 2 Oriente y otras avenidas, hasta que se formó un cerco policial a la distancia del concierto.

Esperaron el momento para comenzar la redada contra los jinetes de sus potros de acero.

El evento terminó y los policías estaban dispuestos a decomisar motocicletas y arrestar a cualquiera que pasara por ahí. Patrullas y uniformados corrían detrás de los conductores para atorarlos, tirarlos de la moto, revisarles sus pertenencias y quitarles su vehículo.

Varios heridos y al menos 200 detenidos durante las redadas de esa noche, fue el saldo del primer concierto en una rodada de motoras.

Distintos contingentes arrancaron en sentido contrario a la policía y lograron llegar a las grandes avenidas donde mostraron sus acrobacias sobre dos llantas. La policía de la ciudad estaba movilizada por todos lados, se les veía acelerar de un lado a otro y, por lo general, terminar con las manos vacías, aunque no faltaron los desprevenidos o salados que no huyeron de la fuerza de la ley y concluyeron esa noche tras las rejas.

La noche fue avanzando y las calles comenzaron a quedar vacías, las sirenas ya no gritaban a su paso y las motos ya no corrían. La alcaldía Cuauhtémoc fue quien vio llegar a los detenidos y sus motocicletas, conforme pasaron las horas, se fueron pagando multas y pisando la calle.

Sin embargo, algunos fueron acusados de delitos políticos como ataques a las vías de comunicación o a la paz pública.

La persecución contra el cantante también se hizo evidente con la decena de patrullas que esperaban en las esquinas de su barrio al día siguiente.

Hasta el momento, no se han confirmado el número de acusados ni el número de motocicletas decomisadas; pero deja en la reflexión cómo un evento cultural puede condenar a sus asistentes con delitos políticos o penales por parte de las autoridades capitalinas.

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