Internacional

Historias de mujeres: Alexandra Kollontai

Alexandra Kollontai, nació el 31 de marzo de 1872 en San Petersburgo, Rusia y falleció el 9 marzo de1952 en Moscú (URSS).

Hija de una familia aristocrática rusa de origen ucraniano, fue una feminista marxista rusa y una de las primeras mujeres en la historia en ocupar un cargo en los cuerpos diplomáticos, mismo que le valió una estancia breve en México en 1926.

Luchadora por los derechos de las mujeres, Kollontai fue una mujer adelantada a su época: su visión del amor y las relaciones afectivas le valieron serias críticas, inclusive por Lenin.

 

Liberación femenina

A temprana edad se involucró en movimientos sindicales y movimientos obreros, lo cual sería fundamental para el desarrollo de sus postulados.

La Revolución de Octubre suponía una gran apertura al cambio y en ella Kollontai vislumbró la incorporación de la mujer a la fuerza de trabajo en el mundo asalariado; por lo tanto, la revolución tenía que ser femenina, una transformación en el ámbito de la producción y reproducción en el espacio doméstico que, en consecuencia, representara una efectiva emancipación de las mujeres.

Kollontai analizó la situación de las mujeres que estaban destinadas al cuidado y reproducción de la humanidad, teniendo que casarse porque era la práctica habitual por conveniencia. Consecuentemente, advirtió la necesidad de redefinir la maternidad y liberar a las mujeres de los trabajos domésticos y la obligación del Estado para que brinde protección social a las madres e infantes.

 

 

Revolución sexual marxista

La Gran Revolución Socialista representaba una subversión en todos los niveles sociales, en especial el personal; por consiguiente, el amor fue uno de los ejes centrales de la Revolución de Octubre. Es en el mismo proceso de revolución donde se comienza a configurar la ideología y la moral de la nueva clase hegemónica, así que al darse cuenta que el amor está condicionado por el patriarcado y el capitalismo, ya que éste fomenta el individualismo y la falta de solidaridad, Alexandra Kollontai propuso un concepto alborotador: “amor libre” o “amor camaradería”.

Kollontai trasladó el concepto marxista de propiedad a las relaciones personales: si el matrimonio o noviazgo implica tratar a la otra persona como propiedad de alguien, se privatiza el corazón de la pareja y en consecuencia la configuración de la relación, al igual que la política, puede ser opresora. Así que para construir relaciones igualitarias en los sexos tendrían que dejarse los celos y el individualismo. El “amor libre” que Kolontai proponía, eran encuentros sexuales casuales que se alejaran de la moral burguesa.

 

Kollontai en México

La estancia de la embajadora de la URSS en México fue breve, Kollontai duró solo seis meses en el país. Tras haberse desempeñado exitosamente como embajadora de Rusia en Noruega, llegó a suplir a Stanislav Pestkovsky en México, quien había sido removido del cargo por considerarse un comunista de corte ortodoxo que resultaba particularmente incómodo en el contexto de tensiones entre Estados Unidos y el país soviético.

Kollontai llegó el 25 de diciembre a México, con el propósito de encaminar el intercambio comercial entre Rusia y México, sin embargo, el clima político no parecía facilitarlo. El temor de Estados Unidos de que México propagara el comunismo en Latinoamérica la convirtió en el blanco de ataques de la prensa.

Existen discrepancias sobre los motivos de su salida del país. Desde el punto de vista diplomático, su estancia se puede interpretar como fallida ya que no logró desvincular a la URSS de la revolución bolchevique. Por otra parte, Rina Ortiz Peralta, biógrafa de Kollontai, apunta a que sus males cardiacos le hayan provocado solicitar el cambio a otro país.

Al inicio de la Revolución Rusa se vislumbraba una apertura progresista para el desarrollo de los individuos: el divorcio y aborto fueron aprobados, a las mujeres les fue permitido tener el control de sus propiedades y ganancias después del matrimonio. Sin embargo, le sucedió un periodo de burocratización del nuevo estado soviético en el que la familia burguesa fue restaurada durante el estalinismo. Según el filósofo croata Srećko Horvart, Lenin mismo afirmaba que en lugar del “amor libre” eran necesarios el autocontrol y la autodisciplina porque la causa para fortalecer el Estado Soviético así lo requería. Por consiguiente, devino en una sociedad totalitaria que suprime las emociones, y la ideología de abstinencia sexual se convirtió en la ideología oficial del Estado Soviético.

En la era de las “intimidades congeladas”, como le ha nombrado la socióloga francesa Eva Illouz para describir la cultura emocional del capitalismo tardío, los apuntes de Kollontai resultan relevantes. Si bien anticipó lo que ahora se denomina relaciones poliamorosas, su concepto de “amor libre”, el cual describía cómo la satisfacción del deseo sexual será tan simple y poco importante como beber un vaso de agua, se ha convertido en una realidad alienante. El capitalismo emocional se manifiesta en las aplicaciones para citas, en las que los cuerpos y los afectos se han transformado en transacciones y objeto de consumo, como apunta Srećko Horvart en su libro “La Radicalidad del Amor”.

Si el amor es un instrumento poderoso para consolidar el poder y las sociedades definen y normalizan las relaciones eróticas en cada época, quizás la lección que nos dejen los apuntes de Alexandra Kollontai es que hay que poner atención a la “nacionalización del amor” y el peligro que subyace cuando el Estado regula los afectos y determina la moral afectiva.

En la película de Paweł Pawlikowski ‘Cold War’ (2017), queda en manifiesto que no hay una salida clara: el amor no parece funcionar mejor en ningún sistema ni ideología: fracasa en el capitalismo, pero también en el socialismo. Quizás, lograr que el amor prevalezca es el único y legítimo acto de rebeldía.

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