La historia de México también se cuenta desde la ciencia
Una tarde de 1874 nuestra bandera tricolor ondeó en lo alto de una colina de Yokohama en Japón. Francisco Díaz Cobarrubias comandaba una expedición astronómica para observar el tránsito de Venus, es decir que, desde la Tierra, Venus pasa delante del disco solar, algo que solo ocurre cada 100 años aproximadamente.
Para iniciar el Siglo XX Alfonso Herrera trajo a nuestro país la Teoría Evolutiva. Fue el primer biólogo de México y realizó observaciones sobre el origen de la vida que le valieron reconocimiento internacional. También fundó el actual zoológico de Chapultepec, que lleva su nombre.
El chihuahuense Arturo Rosenblueth, uno de los fundadores de la cibernética y la informática, en 1943 junto a Norbert Winer y Julián Bigelow escribió un artículo, considerado el texto inicial de la cibernética. Rosenblueth también fue quien fundó el Cinvestav.
En 1901 nació en el viejo barrio de Mixcoac de Ciudad de México, Helia Bravo, la botánica más importante en nuestra historia. En 1937 publicó Las cactacias de México, un libro un clásico de la botánica mundial, donde clasificó más de sesenta grupos de plantas. En su honor, el hermoso Jardín Botánico del desierto en Zapotitlán lleva su nombre.
Tal vez la aportación mexicana más importante de la ciencia mexicana es la creación de la píldora anciconceptiva. Su creador Luis Miramontes, nació en 1925 en Tepic, y en octubre de 1951 sintetizó el compuesto nore-tiste-ron, con que se la píldora anticonceptiva es fabricada.
Entre todos estos nombres hay muchos más: Matilde Montoya, la primera médica mexicana; Ignacio Chávez, uno de los cardiólogos más importantes del mundo y Julieta Fierro, la célebre astrónoma.
Nuestra historia en la ciencia augura la esperanza de un porvenir lleno de descubrimientos, innovaciones y saber.