Ciencia

Nave con muestras de Bennu viaja hacia la Tierra 

La corrección de rumbo resultante mantiene al vehículo en camino para entregar una muestra del asteroide Bennu a la Tierra el 24 de septiembre de 2023.

La primera nave espacial de retorno de muestras de asteroides de la NASA, la OSIRIS-REx, encendió sus propulsores durante 30 segundos el 21 de septiembre y empujó su trayectoria hacia la Tierra

La corrección de rumbo resultante mantiene al vehículo en camino para entregar una muestra del asteroide Bennu a la Tierra el 24 de septiembre de 2023, completando así una misión de siete años. 

Sin embargo, no se trata de una simple entrega de paquetes en la puerta principal de la Tierra. El OSIRIS-REx (Origins Spectral Interpretation Resource Identification Security – Regolith Explorer), debe acercarse a la Tierra a una velocidad y dirección precisas para entregar su cápsula de retorno de muestras. 

“Si la cápsula tiene un ángulo demasiado alto, saltará de la atmósfera. Con un ángulo demasiado bajo, se quemará en la atmósfera de la Tierra”, explicó Mike Moreau, subdirector del proyecto OSIRIS-REx en el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA en Greenbelt, Maryland.  

Por su parte, Daniel Wibben, líder de diseño de trayectoria y maniobra de KinetX Inc, dijo que para garantizar una entrega segura, durante el próximo año, “ajustaremos gradualmente la trayectoria de OSIRIS-REx para apuntar a la nave espacial más cerca de la Tierra. Tenemos que cruzar la órbita de la Tierra en el momento en que la Tierra estará en ese mismo lugar”.  

Wibben trabaja en estrecha colaboración con el equipo de Lockheed Martin en Littleton, Colorado, que vuela la nave espacial. 

La maniobra del mes pasado fue la primera vez que el equipo OSIRIS-REx cambió la trayectoria de la nave espacial desde que salió de Bennu el 10 de mayo de 2021.  

Después de este ajuste de rumbo, OSIRIS-REx pasaría a unos 2 mil 200 kilómetros de la Tierra. Una serie de maniobras que comenzarán en julio de 2023 acercarán aún más a OSIRIS-REx, a 250 kilómetros de la superficie, lo suficientemente cerca como para liberar su cápsula de muestra para un aterrizaje de precisión, en paracaídas en el campo de pruebas y entrenamiento de la Fuerza Aérea de Estados Unidos en el desierto del Gran Lago Salado (Utah). 

Estudio de las muestras

Los asteroides pueden actuar como cápsulas del tiempo, preservando la historia más antigua de nuestro sistema solar y posiblemente incluso las firmas químicas de los componentes básicos ancestrales de la vida, algo sobre lo que los científicos podrían aprender más al estudiar las muestras de Bennu en el laboratorio.

Con poco menos de un año para el final, el equipo de la misión ya se está preparando para la llegada de la muestra

El Centro Espacial Johnson de la NASA en Houston construyó un nuevo laboratorio de conservación específicamente para almacenar las muestras. Ingenieros y expertos en conservación están diseñando cajas de guantes, herramientas y contenedores de almacenamiento especializados para preservar las muestras en perfectas condiciones. 

Asimismo, supervisará la distribución de porciones de muestra a científicos de todo el mundo y retendrá y preservará una gran fracción de lo que OSIRIS-REx devuelva para que la estudien las generaciones futuras. 

Superficie del asteroide Bennu es como una “piscina de pelotas” 

Después de analizar los datos recopilados cuando la nave espacial OSIRIS-REx de la NASA recogió una muestra del asteroide Bennu en octubre de 2020, los científicos descubrieron algo sorprendente: la nave espacial se habría hundido en Bennu si no hubiera encendido sus propulsores para retroceder inmediatamente después de extraer el polvo y las piedras de la superficie de este asteroide. 

Resulta que las partículas que componen el exterior de Bennu están tan sueltas y poco unidas entre sí que si una persona caminara sobre Bennu sentiría muy poca resistencia, como si pisara una piscina de pelotas de plástico, como las populares áreas de juego para los niños. 

“Si Bennu estuviera completamente compactado, implicaría que existe una piedra casi sólida, pero encontramos mucho espacio vacío en la superficie”, dijo Kevin Walsh, miembro del equipo científico de OSIRIS-REx en el Instituto de Investigación del Suroeste, con sede en San Antonio. 

Los últimos hallazgos sobre la superficie de Bennu fueron publicados el 7 de julio en un par de artículos en las revistas científicas Science Science Advances, dirigidas por Dante Lauretta, investigador principal de OSIRIS-REx, quien trabaja en la Universidad de Arizona, en Tucson, y Walsh, respectivamente.  

Estos resultados se suman a la intriga que ha tenido en vilo a los científicos a lo largo de la misión OSIRIS-REx, ya que Bennu ha demostrado ser constantemente impredecible. 

Bennu no era lo que parecía

El asteroide presentó su primera sorpresa en diciembre de 2018, cuando la nave espacial de la NASA llegó a Bennu.

El equipo de OSIRIS-REx encontró una superficie llena de rocas en lugar de la playa lisa y arenosa que habían esperado encontrar, según las observaciones de los telescopios terrestres y espaciales. Los científicos también descubrieron que Bennu estaba escupiendo partículas de rocas al Espacio. 

Esta vista del asteroide Bennu expulsando partículas de su superficie, obtenida el 19 de enero de 2019, fue creada combinando dos imágenes tomadas a bordo de la nave espacial OSIRIS-REx de la NASA.

También se aplicaron otras técnicas de procesamiento de imágenes, como recortar y ajustar el brillo y el contraste de cada imagen. 

“Nuestras expectativas sobre la superficie del asteroide estaban completamente equivocadas”, expresó Lauretta. 

El último indicio de que Bennu no era lo que parecía vino después de que la nave espacial OSIRIS-REx recogiera una muestra y transmitiera a la Tierra imágenes impresionantes y cercanas de la superficie del asteroide.  

“Lo que vimos fue una enorme pared de escombros que se irradiaba desde el sitio de la muestra. Nos quedamos como: ‘¡Santo cielo!’”, comentó Lauretta.

Los científicos estaban desconcertados por la abundancia de piedras esparcidas, dada la suavidad con que la nave espacial había sacudido la superficie. Aún más extraño fue que la nave espacial dejó un gran cráter de 8 metros (26 pies) de ancho.  

“Cada vez que poníamos a prueba el procedimiento de recolección de muestras en el laboratorio, apenas sacábamos un terrón. El equipo de la misión decidió enviar la nave espacial de vuelta para tomar más fotografías de la superficie de Bennu para ver el tamaño del desastre que habíamos hecho”, puntualizó.

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