El artista visual Rodrigo Ímaz tiene más de 20 años creando arte, pero hubo un tiempo en que se iba a dedicar al fútbol.
“Evidentemente alude a esta carrera truncada que tuve la posibilidad de tener como jugador de futbol, pero de muy joven decidí que eso no era una vía, que no era un camino y que era una carrera muy corta en la cual yo no quería invertir mi tiempo, que prefería tomar una ruta un poco más larga, un poco más árida y un poco más complicada, pero que me permitiera durante mi vida dedicarme a algo que era de mi interés”, dijo.
A los 18 años ingresó a la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM, e hizo una maestría. Ahora exhibe una serie de balones que invitan a reflexionar sobre el medio ambiente.
“Nos encontramos en la Casa del Libro de la UNAM, que recibe esta muestra que, de alguna manera, es o hace una alegoría a la idea del libro abierto; el balón ponchado es una metáfora de esa historia que se encierra dentro de un espacio. En este caso, los balones albergan el espacio donde antes se suponía que tenían que rodar, están llenos de tierra y ahora albergan vida”, comparte.
Y es que el símbolo de la esfera tiene distintos significados en la tradición mexicana.
“Hay este símbolo muy mexicano, muy propio del juego de pelota prehispánico que es que el astro, o la esfera o la pelota; es aquello que debe permanecer en el aire de manera equilibrada, agraciada, para permitir la alineación de los astros”, asegura el artista visual.
La exposición “Cambio de juego” se encuentra en la Casa del Libro de la UNAM, ubicada en Orizaba 24, Colonia Roma, y estará abierta hasta el 14 de diciembre.